Second Chance
Buffy está cansada de su vida. No quiere seguir adiestrando cazadoras, así que un buen día se planta ante Giles y lo deja todo. Tras pasar unas mini vacaciones por distintos países, aterriza en Nueva York, y se da cuenta de que sus ahorros se están acabando y necesita un trabajo. Sin embargo, se llevará una gran sorpresa al conocer a su jefe.
Let me Live
Por qué no tomas otro pedacito de mi corazón,
Por qué no lo tomas lo rompes y lo desgarras en pedazos.
Todo lo que hago es dar,
Todo lo que haces es tomar
Nena, por qué no me dejas comenzar de nuevo.
Tan solo déjame vivir (así que solo déjame vivir)
Déjame vivir (déjame en paz)
Déjame vivir, oh nena
Y comenzar de nuevo.
Por qué no tomas otro pedacito de mi alma
Por qué no lamoldeas y la agitas
Hasta que la tengas bajo tu control
Todo lo que haces es tomar,
Y todo lo que hago es dar,
Lo único que estoy pidiendo
Es una oportunidad de vivir.
Tan solo déjame vivir
Déjame en paz
Déjame vivir, déjame vivir.
¿Por qué no me dejas comenzar de nuevo ?
Queen - Let me live
Introducción.
Cinco años después de Not fade away
Buffy tachó otro de los anuncios de trabajo que había seleccionado en el Times, y con ese, ya iban cuatro en lo que llevaba de semana. La habían rechazado en todos debido a su falta de experiencia profesional. En su currículum no podía poner: Experiencia de más de siete años matando vampiros y demás demonios. Camarera en Los Ángeles durante un verano, unos meses trabajando en el Palacio de las Hamburguesas en Sunnydale, y su corta experiencia como Consejera en el segundo destruido Instituto de Sunnydale, tampoco ayudaba a conseguir un trabajo que no fuera servir mesas.
Todavía tenía unos ahorros, del tiempo que estuvo adiestrando cazadoras. Cuatro largos años de su vida desperdiciados, haciendo lo que siempre había hecho: matar y enseñar a matar demonios. Y ya estaba cansada.
Un día se levantó y pensó que era el momento de cambiar de vida. Eso fue hacía un año atrás, entonces tenía veintiséis.
Dawn se casó con un vigilante y vivía con él en Londres, y los demás Scoobies estaban tan enfrascados en la Academia de Cazadoras como ella, así que apenas los veía.
Tampoco tenía novio, ni nada que se le pareciera, y no estaba dispuesta a llegar a la vejez rodeada de gatos, si es que llegaba, claro.
Así un día fue y le dijo a Giles que se iba. Faith estaba también bastante implicada en la Academia, así que su antiguo vigilante no le puso pegas. Le dio un generoso cheque por sus servicios y la despidió con un abrazo, deseándole suerte.
Buffy pensó que en el fondo, Giles se alegraba de que se fuera. Ahora Faith era su chica de confianza y ella le estorbaba, pues se había convertido en la voz de su conciencia, cuando se extralimitaba y volvía a sus orígenes de Ripper.
No tenía muy claro qué hacer o donde ir. En un principio pensó en ir a Los Ángeles y tratar de encontrar a Ángel, pero según sus noticias, allí había habido una gran batalla unos años antes y la ciudad estaba sumida en el caos. Y ella no estaba dispuesta a ir a ningún sitio donde hubiera demonios en guerra. Ya había tenido suficiente de eso en el pasado, y también tenía superados sus sentimientos por Ángel, así que no había nada en Los Ángeles que la atrajera.
Tras visitar varias ciudades de Europa durante unos meses, decidió volver a EEUU y buscar un bonito lugar donde vivir, pero su cuenta corriente había bajado bastante, así que no le quedó más remedio que detenerse en Nueva York y buscar trabajo.
Nueva York era una ciudad como otra para empezar su nueva vida, ¿no? – se dijo a sí misma. Aunque no esperaba encontrar tantos impedimentos para conseguir un empleo.
Se sentó en una cafetería del centro de Manhattan y repasó los anuncios que el quedaban. Uno en concreto llamó su atención.
Se necesita asistente personal. Dedicación completa. Buen sueldo, comida y alojamiento incluido. Perfil: señora de entre 40 y 50 años, sin cargas familiares y educación universitaria.
Buffy repasó mentalmente sus opciones. No tenía la edad, ni educación universitaria, pero eso se podía solucionar con un poco de maquillaje, tanto en su aspecto, como en su curriculum. No le gustaba mentir, pero estaba desesperada, y ser asistente personal no estaba tan mal, y era un trabajo que podría desempeñar sin problemas.
Marcó el número de teléfono que venía al final del anuncio y esperó un poco nerviosa, a que su interlocutor contestara. Por fin una voz masculina respondió. Tras unos breves minutos de conversación, Buffy cortó la comunicación con una sonrisa en los labios.
Tenía concertada una cita para una entrevista personal al día siguiente, a las once de la mañana en un edificio de oficinas que no quedaba muy lejos del hotel donde se hospedaba, así que tenía el resto del día para convertirse en una cuarentona solterona y rehacer su curriculum.
Esta vez se aseguraría de que la eligieran para el trabajo.
Capítulo 1
“Bueno, Srta. Summers. Creo que hemos terminado la entrevista” Buffy sonrió ligeramente al hombre de mediana edad que estaba frente a ella “Solo me queda hacerle una advertencia. En el caso de que fuera usted la elegida, tiene que comprometerse por escrito a que guardará absoluto silencio de todo lo que vea, oiga en casa de mi cliente. Él es un escritor famoso y muy rico, y quiere seguir estando en el anonimato, sin que la prensa amarilla ni rosa lo acosen”
“He estado unos años fuera del país, así que no sé mucho sobre el señor ¿Cómo ha dicho que se llama?”
“No se lo he dicho todavía. Hasta que mi cliente no se decida por una de ustedes, no sabrán su nombre”
“Pero… eso es un poco raro, ¿no?” Buffy frunció el ceño, empujando hacia arriba las antiestéticas gafas de pasta que se había colocado ¿Dónde se estaba metiendo?
“No lo es. Mi cliente ha tenido cinco asistentes personales en los últimos tres años. Todas eran chicas jóvenes, con claras intenciones de conseguir algo más que un trabajo… usted ya me entienden. Al final, las despedimos, asegurándonos de que mantendrían la boca cerrada sobre las cuestiones privadas que tanto preocupan a mi cliente. Está comprometido para casarse. Aún no es oficial, pero no tardarán mucho en hacerlo público, y lo que menos deseamos es publicidad perniciosa”
“Le puedo asegurar que yo no tengo ningún interés… romántico sobre su cliente. Lo único que quiero es un empleo y un lugar tranquilo donde vivir”
“La creo, Srta. Summers” el hombre se levantó, dando por finalizada la entrevista. Buffy hizo lo mismo, estrechándole la mano cuando se la ofreció “Estaremos en contacto. La llamaré antes del fin de semana para notificarle si ha sido seleccionada o no”
“Gracias” respondió escuetamente Buffy, saliendo de la oficina.
Todo aquel asunto era muy extraño, aunque entendía que personajes tan famosos y ricos quisieran mantener su vida privada al margen de la pública. Ella sabía perfectamente lo que era combinar las dos. Siempre se resentía la privada. Así que si era la elegida (sonrió para sí al decir mentalmente las dos palabras que tanto le recordaban) pondría todo su empeño en que su jefe pudiera compaginar las dos sin problemas.
Caminó hasta su hotel y ya allí, se quitó el molesto disfraz. Le picaba la peluca, y el exceso se maquillaje le escocía la cara. Se sacó el relleno que circundaba su estrecha cintura y pateó los zapatos de tacón cuadrado hasta el otro lado de la habitación.
Tendría que comprarse más ropa similar si conseguía el trabajo. Y otras gafas de repuesto, por si acaso se rompían. No le favorecían en absoluto, pero ayudaban a hacerla mayor, y eso era lo que importaba.
William descolgó el manos libres y tras saludar a su abogado, siguió escribiendo en el portátil. Tenía el capítulo a medias y no quería parar de escribir ahora que la musa le sonreía.
“Creo que ya tengo justo lo que buscabas, William. Es soltera, tiene cuarenta años y es educada” oyó a través de la línea.
“¿Seguro que no es otra veinteañera rubia de bote y sin cerebro, como las otras?”
“Sí es rubia, pero es inteligente y no muy agraciada. Tal como pediste. Te gustará” William gruñó algo por lo bajo y siguió tecleando con ritmo “Entonces, ¿le digo que sí?”
“Necesito una asistente ya, Robert. Sí tú crees que es la adecuada, contrátala. Brenda está como loca con lo del anuncio del compromiso, y me está volviendo loco a mí también. El otro día olvidé la reunión que tenía con mis editores, en la que teníamos que tratar la subida de mi contrato, y todo porque se empeñó en ir a ver los bloody anillos de diamantes. Me tuvo cinco malditas horas de joyería en joyería, hasta que por fin eligió un pedrusco que le haría sombra al Peñón de Gibraltar. Cuando me di cuenta, ya era demasiado tarde”
“Ya hablé con los editores, y concerté otra reunión con ellos para dentro de una semana”
“Ya pero si hubiera tenido la jodida asistente antes, me hubiera evitado todo este trastorno”
“¿Cuándo quieres que empiece?”
“Ayer” respondió William tajantemente. Oyó una risita tras la línea y maldijo. A él no le hacía maldita gracia la situación. Estaba agobiado. “Mándala aquí de inmediato. Mañana como muy tarde”
“Está bien, jefe. Mañana tendrás a tu disposición a la Srta. Summers” Robert oyó un estruendo seguido de maldiciones que no había escuchado en su vida “¿Qué pasa, William?”
“¿Cómo has dicho que se llama esa mujer?” preguntó con voz estrangulada mientras recogía el ordenador portátil del suelo. Se había levantado tan rápido del sillón donde estaba sentado al escuchar el nombre de su nueva asistente, que sus rodillas chocaron contra la mesa donde tenía el ordenador y todo se fue por los aires”
“Summers. Buffy Anne Summers. ¿Por qué? ¿La conoces?”
“¿Dices que tiene unos cuarenta años?”
“Sí. Es bajita y rubia tintada... y lleva gafas…” Robert oyó un suspiro al otro lado de la línea “Entonces… ¿La contrato o no?”
“¿Eh? Sí, claro. Es solo que…” William se detuvo a media frase. Su abogado no sabía nada de su pasado, y no podía ser Buffy. Su Buffy. Aunque no fuera un nombre muy común. Solo era una jugarreta del destino. Pero ¿Lo tenía superado ¿No? Podía convivir con una mujer que se apellidara Summers. Alguien que estaría a su servicio, nada de confraternizar. Además, estaba a punto de comprometerse en matrimonio.
El pasado, pasado estaba. Había resurgido de sus cenizas, como el Ave Fénix.
Ahora era feliz, lo tenía todo… ¿O no?
“Contrata a la Srta. Summers, Robert. Estoy deseando conocerla”
Capitulo 2
“William vamos a llegar tarde el restaurante, ¿Por qué tenemos que esperarla? Hollister puede recibirla” protestó Brenda poniendo morritos. William suspiró, mirando su reloj otra vez.
Su nueva asistente debería haber llegado a la mansión a las doce en punto, y ya pasaban diez minutos y ni rastro de ella. ¿Se habría arrepentido? Robert le aseguró que estaba muy contenta cuando le comunicó que ella era la seleccionada para el trabajo, y que estaría sin falta el viernes a medio día en su nuevo puesto. William no entendía por qué se retrasaba, pero decidió darle diez minutos más antes de aceptar la sugerencia de su novia y marcharse con ella a almorzar.
“William…” volvió a quejarse la alta morena de ojos verdes.
“Solo diez minutos más, Brend. Tenemos la mesa reservada, así que nos bueno. Va a llevar todos mis asuntos personales, así que no puedo arriesgarme Lo entiendes, ¿verdad?”
“Sí, pero…” William se acercó a ella le enmarcó la cara con las manos, besándola para acallarla. Ella le echó los brazos al cuello y se apretó contra él, profundizando el beso. Un carraspeo inoportuno hizo que se separaran.
“¿Qué Bloody hell…?” William se quedó mudo y boquiabierto al fijar su mirada en la persona que estaba parada en la puerta abierta de su despacho. Como había dicho Robert, la Srta. Summers era una mujer bajita, con gafas de culo de vaso y llevaba un moño tan estirado que sus ojos parecían los de una oriental. Y la ropa no era mucho mejor. El traje sastre que llevaba la hacía parecer gorda, si es que no lo estaba, y los zapatos planos tampoco favorecían demasiado a su baja estatura. Desde luego, a Brenda le iba a encantar, pues no suponía ninguna amenaza para ella. William fijó su mirada más detenidamente en la mujer frente a él, buscando algún parecido con su Buffy, pero aparte de sus ojos que le recordaban a los de la Cazadora, aunque estos estuvieran llenos de arrugas, el resto era totalmente diferente de la mujer que conoció una vez.
“Soy Buffy Summers. El… mayordomo o lo que sea me dejó pasar” se presentó educadamente. William creyó ver un parecido en su voz, pero estaba tan anonadado que todo le parecía Buffy “Usted debe ser el Sr. Pratt”
Era la hora de la verdad, se dijo William. Se encontraba en un rincón del despacho, donde la luz no era muy buena, y su aspecto había cambiado muchísimo desde que se hizo humano. Ya no llevaba el pelo teñido de rubio platino, ni el duster de cuero, ni los pantalones vaqueros y las botas militares ajadas. También había envejecido un poco, no es que fuera un viejo, pues calculando la edad que tenía cuando fue convertido y los años que volvió a ser humano, debería de tener unos treinta y dos años. Eso por lo menos ponía en su pasaporte, y es los que aparentaba.
William salió de entre las sombras, ajustándose su Armani y encarándose a su asistente. Su acento tampoco era ya inglés, así que pocas pistas podía darle de quien fue.
“Srta. Summers. Le presento a mi prometida, Brenda Mason. Bienvenida” William se acercó y le tendió la mano, escrutando todas sus reacciones, pero salvo un leve escalofrío y una mueca, la Srta. Summers no hizo ningún gesto de reconocimiento.
“Encantada” la oyó decir.
“¿Podemos irnos ya, William?” el saludo de su novia no fue de lo más educado –pensó William, suspirando. Era la hija de un magnate del petróleo, muy mimada y consentida, y bastante posesiva, pero lo adoraba, y él sentía algo por ella. No es que estuviera profundamente enamorado. Ya no creía en el amor, pero estaba dispuesto a aprovechar esa segunda oportunidad que los dioses le habían regalado. Sería un buen marido y padre, y haría todo el bien que pudiera para enmendar los errores de su otra no vida.
“Dame unos minutos más, cariño. ¿Por qué no me esperas en el coche? Tengo que darle unas instrucciones a la Srta. Summers” Brenda refunfuñó algo por lo bajo, pero asintió con la cabeza y salió “Bien, le pido disculpas por el comportamiento descortés de Brenda, pero es que está muy nerviosa con todos los preparativos de la fiesta de compromiso y la boda” se justificó.
“No se preocupe, Sr. Pratt. Lo entiendo. Y también siento haberme retrasado, pero había un tráfico infernal y no encontraba taxi”
“¿Sabe conducir?”
“Sí, aunque hace años que no lo hago”
“Disponemos de varios coches en el garaje. Hay un utilitario que puede utilizar para sus desplazamientos. Puede practicar primero por la finca, si quiere”
“Gracias” ambos se quedaron mirándose el uno al otro, estudiándose, midiéndose, cuando el sonido del claxon los hizo dar un respingo. “Creo que su novia lo llama”
“Sí. Hollister le enseñará la casa y su habitación. Pídale cualquier cosa que necesite. Instálese. Volveré esta noche”
Buffy vio como su jefe salía y suspiró hondamente, cerrando los ojos. ¿Era el doble de Spike? ¿Podría ser Spike?
Imposible –se dijo corriendo hacia la ventana que daba a la puerta de entrada. Pegó la cabeza al cristal para ver como Pratt le abría la puerta del coche a su prometida, que lo esperaba al final de la escalinata y después subía él mismo y tras arrancar el vehículo, dejaban la finca.
No podía ser Spike. Él era un vampiro. Pratt era humano y más... maduro. Había caminado con toda tranquilidad bajo el sol, sin problemas. Era un escritor famoso, y por los últimos datos que le dio su abogado cuando firmó el contrato de confidencialidad, también poseía una pequeña empresa de componentes informáticos. Cierto que Pratt se le parecía mucho a Spike, pero tenía que ser una coincidencia. Una jugarreta del destino.
Estaba segura de que si Pratt hubiera sido Spike, se hubiera dado a reconocer desde el primer momento. Aunque claro, no es que ella pareciera la Buffy de seis años atrás, con todo el disfraz… pero él la hubiera reconocido.
“Srta. Summers, si tiene la bondad de seguirme, la llevaré a sus habitaciones privadas” Buffy casi dio un respingo al oír la voz del mayordomo.
“Por supuesto” Buffy siguió al hombre estirado y volvió a repasar su encuentro con su jefe, y el parecido que tenía con Spike. Su acento no era inglés, pero había soltado un <bloody hell
¿Y si le preguntaba directamente la próxima vez que lo viera? No. No podía hacerlo. Para eso tendría que descubrir su identidad, y si se equivocaba, la echarían de patitas a la calle, por mentirosa.
“Aquí es” Hollister abrió una puerta y le cedió el paso para que entrara. Buffy se fijó en que llevaba su maleta, y la dejaba sobre la cama “El almuerzo es a la una, pero si lo prefiere, puedo enviar una bandeja aquí para que se instale con tranquilidad”
“Unos sándwiches estarían geniales” asintió Buffy mirando a su alrededor. El dormitorio era inmenso y le recordaba un poco su habitación de Sunnydale. En un rincón había una mesa de despacho, sobre la cual se veía un ordenador portátil y una impresora que también era fax. La cama era grande y cómoda, y contaba con unos ventanales y una terraza con vistas al jardín de atrás. Era sencillamente perfecta. Demasiado.
“La habitación cuenta con baño propio. Si necesita algo, levante el teléfono. Tengo instrucciones del Sr. Pratt de servirla en todo lo que desee”
“Gracias, Hollister. Es usted muy amable” el mayordomo asintió con la cabeza y salió, cerrando la puerta tras de sí.
Buffy echó la llave como medida de precaución y después se deshizo el moño y lanzó los zapatos a la otra punta de la habitación. ¿Dónde se había metido? ¿Sería Spike o no?
Lo único que podía hacer era esperar y observar. Si de verdad era él lo descubriría. Tenía un método infalible: verlo desnudo. Conocía el cuerpo del vampiro como el suyo propio, o tal vez mejor, y si era él en realidad, había una parte de su cuerpo inconfundible e irrepetible.
Solo era cuestión de buscar la oportunidad y observarlo… sí eso haría.
Capítulo 3
William aún estaba sentando enfrente de su novia sumido en sus pensamientos, sin apenas escucharla. Ella no paraba de hablar sobre la boda y la inminente fiesta de compromiso, pero él estaba en otro lugar muy lejano de allí, y eso le preocupaba. Esta última hora no había hecho más que pensar en su nueva asistente, aquella mujer madura que tanto le recordaba a Buffy. Y lo que era peor, no sólo se la recordaba sino que se sentía atraído por ella, lo que lo llenaba de confusión.
Ella lo había mirado de forma extraña cuando lo vio por primera vez besando a Brenda, y después había disimulado su sorpresa cómo había podido, pero tampoco había dicho ni hecho nada que demostrara que lo había reconocido como Spike. Además, no podía ser Buffy. La Cazadora. No, ella tendría alrededor de veintisiete años, y esa mujer rondaría los cuarenta, la caza desgastaba, pero no tanto. Y aunque fuera así, Buffy se hubiera dado a conocer. No se escondería de él, no tenía ningún motivo ¿O sí? Todo era tan extraño...
¿Sabría ella que él era ahora humano? Lo dudaba. Según Ángel, estaba demasiado implicada en la academia de cazadoras como preocuparse de él. Ni siquiera se había puesto en contacto con Ángel en años…
“¿Me estás escuchando, William?” la voz quejosa de Brenda lo sacó de sus divagaciones. Levantó la mirada de su plato para posarla en la cara de su novia, que no parecía en nada contenta por su desatención manifiesta.
“¿Eh? Lo siento, luv ¿Qué decías?”
“La fiesta del compromiso. Te preguntaba si prefieres los manteles blancos o color crema”
“Crema, ¿no?” respondió al azar por decir algo. La verdad es que el color de los bloody manteles era lo que menos le preocupaba ahora mismo.
“Eso pensaba yo. Estamos tan compenetrados… ¿Me has comprado ya el anillo? Tiene que ser un diamante de dos kilates como mínimo, cariño” Brenda se sonrió, haciéndole una seña al camarero para que le llenara la copa de vino.
“No deberías beber alcohol en tu estado, Brend” la reprendió William poniéndose más serio de lo que ya estaba.
“Es solo una copita. No puede
“Ya llevas tres
“Tenías razón, Will. El bebé es lo primero” Brenda le sonrió de nuevo, pero él supo que estaba fingiendo. Estaba furiosa, pero no le importaba. Se trataba de su hijo, de su salud y eso era más importante que los caprichos de su mimada novia. “¿Vendrás esta noche a casa a cenar?”
“Lo siento, pero no puedo” se excusó. No estaba de humor para
“Entonces saldré a cenar con Marcia. No te importa, ¿verdad cariño?”
“Claro que no, pero prométeme que no vas a beber alcohol” dijo William bajando un poco la voz. Ella asintió con la cabeza, y después volvió su atención al postre. William suspiró con fuerza. No la creía, pero no podía estar todo el tiempo vigilándola. Si no fuera por el bebé…
Buffy estuvo esperando durante horas a que su jefe volviera, pero a las once decidió irse a su cuarto y descansar un poco. Había cenado sola, cuando Hollister, muy amablemente le avisó de que el Sr. Pratt se retrasaría.
Después de echar un vistazo por la casa y en la biblioteca (ya que Hollister no le permitió la entrada al despacho del jefe) Buffy intentó curiosear en el dormitorio de Pratt, pero estaba cerrado a cal y canto. Quería saber si William Pratt y Spike eran la misma persona, pero ¿Cómo? Se llamaban igual, William y se parecían horrores, pero uno era humano y el otro vampiro. Y tras pensarlo mucho, no podía preguntárselo directamente, ni podía tampoco descubrirse así misma, arriesgándose a hacer el tonto además de perder el trabajo.
Así que, allí estaba, tumbada en la cama intentando leer un libro que había cogido de la biblioteca para no aburrirse. Debía de haberse quedado dormida, porque cuando miró el reloj eran más de las doce de la noche. Escuchó un ruido de pasos firmes que de pronto se detenían delante de su puerta, y aguantó la respiración ¿Sería William o Hollister? El mayordomo o lo que fuera, se había retirado también a su habitación cuando ella. Había tenido la amabilidad de comunicárselo.
Se mordió el labio, nerviosa. No sabía si salir o no, pero los pasos se volvieron a oír, esta vez alejándose de ella. Buffy oyó como se abría y cerraba otra puerta y respiró profundamente.
Era su oportunidad. Seguro que William se ducharía antes de acostarse. Si se había dejado abierta la puerta de su habitación podía colarse dentro y mirar con cuidado mientras se duchaba. Él no tenía por qué enterarse. Si era Spike ella lo sabría con solo echar un vistazo a su cuerpo desnudo. Cualquier parte de su cuerpo, pero sobre todo una.
La idea era absurda, pero se levantó de un salto y se volvió a recoger el pelo. Se arregló el maquillaje que la hacía mayor, mirándose en el espejo para comprobar que todo estaba correcto. No podía arriesgarse a que la viera tal como era si la descubría. Sonrió para sí. Desde luego no parecía ella. El pijama era de hombre y ancho, así que ajustó el relleno de su cintura y tras echarse un último vistazo, salió de su habitación. No se puso las zapatillas, pero sí los calcetines, para amortiguar el ruido de sus pasos.
“Estás loca Summers” murmuró para sí misma probando el picaporte de la puerta. Esta se abrió sin problemas y Buffy metió la cabeza con cuidado para comprobar si Pratt estaba allí. Oyó el ruido del agua de la ducha ¡Genial! Quiso gritar, pero se contuvo.
Entró en la habitación con decisión, mirando a todos lados. La ropa que su jefe llevaba por la mañana estaba sobre la cama. Toda. Avanzó temblorosa hacia el baño, que estaba en el fondo de la habitación, sin prestar atención a nada más que al ruido del agua cayendo que provenía de allí.
Buffy sentía su corazón latir desbocado. Los oídos le zumbaban, y lo veía todo rojo, pero no cejó en su empeño. La puerta del baño estaba entornada, así que volvió a asomar la cabeza y suspiró profundamente cerrando un segundo los ojos al comprobar que la ducha estaba en una esquina del inmenso baño. Él estaba de espaldas a ella, pero el vapor del agua caliente había empañado los cristales, por lo cual no podía ver bien su silueta. Además, tenía que esperar a que se volviera un poco para asegurarse.
Inspiró profundamente varias veces y después entró, sin perder de vista la ducha. Caminó de lado, pegándose a la pared hasta quedar entre un mueble y que había junto a la ducha. Solo tenía que asomar la cabeza de vez en cuando y esperar que él se moviera. Lo intentó varias veces, pero el mismo mueble le dificultaba la visión. Maldijo para sí misma. Tendría que estirarse un poco y asomar más la cabeza. Él estaba ahora de lado, enjuagándose el champú de la cabeza, lo que quería decir que estaría a punto de terminar. Debía arriesgarse o irse. Era su última oportunidad.
“Vamos, Buffy. ¡Tú puedes!” se animó a sí misma. Agarrándose al mueble, se fue inclinando poco a poco, levantando uno de los pies para hacer equilibrio. Era una postura difícil, pero ya veía la espalda de William. El seguía con la cara bajo la ducha, con los ojos cerrado. Buffy casi gritó cuando empezó a darse la vuelta. A esa distancia, la silueta de su enorme… cuerpo era casi visible. Ahora podía ver el ombligo… solo tenía que inclinarse un poco más y…
“¡Oh Dios mío!” gritó Buffy cayendo de bruces al suelo en medio de un gran estruendo. Se puso las manos sobre la cabeza, intentando protegerse del mueble que se le venía encima.
Cuando todo el ruido cesó, levantó la cabeza lentamente, a medida que el mueble le era levantado de encima, en medio de maldiciones muy masculinas, tanto como la voz que oía.
“Oh Dios mío!” volvió a repetir al contemplar a su jefe ante ella, enfundado en un albornoz negro que la miraba con el ceño fruncido desde su altura. ¿Qué iba a pasar ahora?
Capitulo 4
Buffy intentó levantarse, pero le falló una pierna. Entonces oyó maldecir nuevamente a Pratt, y después sintió unas fuertes manos en sus brazos, que la ayudaban a ponerse en pie, sujetándola.
“¿Se puede saber qué demonios estaba haciendo, Srta. Summers?” gruñó William, apretando los dientes. No sabía si echarse a reír o enfadarse del todo. Por una parte, se había llevado un susto de muerte al escuchar el estruendo, y mucho más cuando vio a su nueva asistente personal debajo del mueble del baño. Por un momento temió que estuviera gravemente herida, pero por el rápido vistazo que le echó, pudo comprobar que estaba entera.
“Yo… yo… me dolía la cabeza y estaba buscando...” Buffy miró rápidamente hacia el mueble, para ver su contenido, desparramado por el suelo y así no meter la pata. Pero la voz irónica de Pratt la paró en seco.
“… ¿Toallas? No sabía yo que eran un buen remedio para la jaqueca. Ojalá lo hubiera sabido hace unos años…”
Buffy se quedó muy parada ¿Qué había querido decir con eso? ¿Podía referirse al chip? Dio un paso atrás para verlo mejor. La cicatriz en la ceja. Si era verdaderamente Spike la tendría, ¿no? Se alejó un poco y afinó la vista, pero en ese momento el tobillo le falló y a punto estuvo de caer al suelo. William la levantó en brazos y la llevó a su habitación, dejándola con cuidado sobre la cama. Se arrodilló ante ella y le tomó el tobillo, comprobando que se estaba hinchando un poco.
“Parece un esguince. Le traeré hielo y unos analgésicos” William desapareció por la puerta como una exhalación y Buffy gimió su torpeza. ¿Cómo pudo ocurrírsela la estúpida idea de reconocer a Spike por su… sus… eso? La cicatriz era más fácil de ver, y sin levantar sospechas.
Ahora su jefe estaría pensando que era una salida cachonda, como sus predecesoras y la pondría de patitas en la calle. Intentó buscar una excusa creíble para haber ido a su dormitorio, y haber entrado en su baño cuando se duchaba, pero no encontró ninguna.
“Métase en la cama” Buffy hizo lo que le decía. William tomó un cojín y se lo puso bajo el pie afectado. Después envolvió el hielo que traía en una toalla y se lo puso encima del tobillo. Le ofreció los analgésicos con un vaso de agua y ella le dio las gracias. “Ahora descanse. Si necesita algo, marque el 0 y vendrá Hollister. Mañana hablaremos sobre este… incidente”
“Yo… lo siento, si sirve de algo. Es que hace mucho tiempo que no… no…”
William enarcó una ceja y ella se ruborizó como hacía años que no lo hacía. Genial, ahora también pensaba que era una mirona reprimida “Quiero decir, que hacía tiempo que no compartía la casa con nadie y…”
“Dejémoslo por esta noche, Srta. Summers”
William salió del dormitorio, cerrando la puerta tras de sí. Sonrió muy a su pesar. ¿La Srta. Summers lo estaba espiando mientras se duchaba? Pues menos mal que se había puesto el albornoz antes de que lo viera totalmente desnudo, porque llevaba más de un mes de abstinencia sexual y precisamente no estaba en estado de calma cuando salió de la ducha. Seguro que la melindrosa Srta. Summers se hubiera desmayado al verlo en plena erección. De hecho, todavía tenía esa parte de su cuerpo totalmente despierta, e incluso más dura que antes. Cargarla en sus brazos había causado ese efecto demoledor. ¡Dios, deseaba a una mujer mucho mayor que él! ¡Y para colmo, su empleada!
Desde que Brenda había descubierto que estaba embarazada, un mes antes, el médico le prohibió tener relaciones sexuales, por problemas con el bebé. Estaba de tres meses y todavía tendrían que esperar otro para poder continuar con su vida sexual. Por una parte, estaba agradecido. No había sido un embarazo planeado, de hecho, su relación con Brenda antes de eso era abierta. Llevaban un año viéndose de vez en cuando, sin ataduras. Disfrutando ambos del otro y de su libertad.
William no tenía planeado casarse con nadie, pero ese niño era un milagro. Era una parte viva de él, y no iba a dejar que creciera sin la figura paterna, como le ocurrió a él. Un niño necesitaba a los dos padres, y él iba a estar ahí para el suyo. Si el precio era perder su libertad, no le importaba. Brenda era una buena chica, un poco mimada, pero lo quería y él sentía algo por ella, eso tendría que ser suficiente.
Entró en su dormitorio y esta vez cerró la puerta con llave, por si acaso. Dejó el albornoz sobre la cama y se dio otra ducha. Esta vez… fría.
Buffy se sentía impotente. Al final Hollister tuvo que llevarla a urgencias por la mañana para descartar una posible fractura. Tenía el tobillo casi negro, y eso que era La Cazadora y tenía curación rápida. Le vendaron el pie firmemente y le prescribieron unos calmantes que la dejaban medio dormida y la mandaron a casa.
Hollister fue muy amable con ella, acompañándola todo el rato sin protestar. De Pratt no sabía nada desde la noche anterior, cuando la dejó en su habitación. Según el mayordomo o lo que fuera, había salido temprano y le avisó de que no lo esperaran para almorzar.
Así que se pasó todo el día sola, descansando en su habitación. Hollister le llevó el ordenador portátil que le habían asignado y se dedicó a poner en orden la agenda de Pratt. Tenía muchas reuniones, comidas de negocios e invitaciones a fiesta y eventos, pero lo que más le llamó la atención eran dos citas: Una era para dentro de dos semanas: la fiesta de compromiso con Brenda, y la otra, la Boda. Un mes después.
Sintió un nudo en el estómago. William Pratt se iba a casar. ¿Spike se iba a casar? Y ella ahí, de mera espectadora, ayudándolo a preparar todo. Aunque por las notas de la anterior asistente, todo estaba ya preparado. La iglesia, hotel, la luna de miel… ¿Vivirían allí después de casarse? Era lo normal.
Debería irse antes de que ocurriera, porque fuera o no Spike, estaba empezando a sentir algo por Pratt, algo intenso y profundo y sabía a ciencia cierta que iba a sufrir.
Bueno, tal vez no tendría que irse… Pratt la despediría en cuando llegara. Después del numerito en el baño… El baño. Suspiró. Estaba aburrida de estar metida en el dormitorio, así que llamó a Hollister, y con su ayuda, se acomodó en un sofá de la biblioteca. Allí había una televisión plana enorme y podía estar tumbada con el pie levantado. Como siempre iba disfrazada. Los enormes pijamas que se ponía le venían bien para disimular el relleno, y el maquillaje le hacía parecer mayor.
Estaba quedándose dormida cuando oyó que la puerta de la biblioteca se abría. Sabía que era él, podía presentirlo. Se hizo la dormida y esperó que entrara. Él se la quedó mirando en silencio durante unos segundos y Buffy pensó que estaría decidiendo qué hacer con ella.
Lo oyó moverse y abrió un poco un ojo. William se había quitado la chaqueta y la corbata y se estaba abriendo los botones de las muñecas, para estar más cómodo. Buffy vio como se sirvió un güisqui y se volvía para mirarla. Cerró el ojo de golpe y entonces sintió su carcajada. Había oído reírse poco a Spike, pero esta risa se lo recordó mucho. Todo en Pratt se lo recordaba mucho.
“Vamos, Srta. Summers no se haga la dormida. No voy a morderle… por ahora”
Buffy hizo como si se despertara y se incorporó, mirándolo “Sr. Pratt…”
“He estado pensando en lo de anoche…” la miró levantando las dos cejas y ella se puso roja. El sonrió ampliamente “Verá, tenía pensado despedirla, pero… creo que poniendo unas normas básicas de convivencia será suficiente”
“¿Normas básicas de convivencia?” repitió Buffy, confusa.
“Sí. La primera. Mis habitaciones son privadas. Eso incluye el dormitorio, el baño y mi despacho. Siempre que vaya a entrar llame antes y espere a ser invitada”
“Me parece perfecto” gruñó Buffy levantando la barbilla y apartado la mirada.
“Y cuando esté con mi prometida en alguna habitación o dependencia de esta casa, esta medida se llevará a cabo a rajatabla. ¿He sido claro, Srta. Summers?”
“Totalmente, Sr. Pratt”
“Genial” William se bebió la copa de un trago y después dejó el vaso sobre el escritorio “Es usted mi empleada y yo estoy comprometido para casarme. En otras circunstancias…” William se detuvo en medio de la frase, dejando entrever a qué se refería.
“Yo estoy aquí para trabajar como su asistente. Nada más” puntualizó Buffy, todavía más azorada que antes.
“Entonces todo aclarado. Buenas noches Srta. Summers” William le hizo un gesto de despedida y salió de la biblioteca.
Buffy sonrió, a pesar de todo. Él había dicho
Un mes y Pratt-Spike se casaría con otra y nadie podría evitarlo.
Capitulo 5
Buffy se curó de su esguince en un par de días, pero tuvo que disimular para que nadie sospechara nada raro, y siguió vendada casi una semana. En esos días había visto poco a su jefe, que apenas estaba en casa, pero estaba en contacto directo con el por el móvil, recordándole sus citas y sus obligaciones de diverso tipo.
Quedaban apenas dos días para la fiesta de compromiso, que al final iba a celebrarse en la casa, en vez de en el hotel que habían previsto. Buffy tuvo que morderse la lengua cuando Pratt se lo comunicó, y no decirle lo que pensaba de la caprichosa de su prometida. Al fin y al cabo, ella trabajaba para él, y estaba a sus órdenes.
Tuvo que cancelar la reserva en el hotel, pagar la indemnización y volver a planear toda la maldita fiesta. Brenda no paraba de llamarla para hacerle sugerencias, las mayoría absurdas, y cuando no, se presentaba en la casa deshaciendo todo lo hecho. Cada vez que la miraba, la prometida de Pratt le recordaba a la cita de Xander, aquella demonio morena que quiso desangrarlo, y siendo sincera consigo misma, le hubiera cortado con gusto la cabeza por lo menos en tres ocasiones, esa última semana. ¿Qué habría visto Pratt en ella? Cierto que era hermosa, joven, rica… y si era Spike, ella mejor que nadie sabía el pésimo gusto que tenía él por las chicas… bien, exceptuándola a ella, se remarcó a sí misma. Dru, Harmony… Brenda era la versión humana y morena de su ex compañera de clase.
Pero bueno, tampoco podía echarle nada en cara. Ella precisamente tampoco tuvo buen gusto a la hora de elegir novios, precisamente.
Suspiró profundamente, mirando por la ventana de la cocina hacia el jardin. Todo estaba listo para la fiesta del viernes por la noche. Los del catering llegarían el viernes por la mañana y lo dispondrían todo. La orquesta también estaba contratada y los de la floristería avisados para la ornamentación. Esperaba que a Brenda no se le ocurriera ninguna extravagancia de última hora, como la de los cisnes.
Le había costado Dios y ayuda a Buffy encontrar una pareja de cisnes blancos para meterlos en el pequeño estanque que había en el jardín, y eso sin hablar de los las dos docenas de nenúfares blancos que se le antojaron.
Dios, ¡cómo deseaba cogerla del cuello y meterle la cabeza en el estanque hasta que se los comiera todos!
Por lo menos no tendría que asistir a la fiesta. Ya lo había decidido. En cuanto viera a Pratt le comunicaría que necesitaba un día libre, ese día libre y se largaría a la ciudad a relajarse en algún club de boxeo local, por ejemplo.
Sonrió. Echaba de menos la violencia. Tal vez aprovecharía esa noche para cazar un poco y sacar toda la mala uva acumulada que le provocaba Brenda. Y la terrible tensión sexual que no la dejaba dormir, pensando en la persona que dormía en una habitación cercana a la suya… con la llave echada. Lo había comprobado.
Fue al frigorífico y se sirvió una generosa copa de vino blanco. Se lo merecía. Se fue con ella al jardín pequeño de atrás y se sentó en el balancín, meciéndose suavemente con los ojos cerrados, dando pequeños sorbos. Hollister se había retirado media hora antes y Pratt no estaba en casa, como siempre, así que podía relajarse.
Estaba tan ensimismada que no oyó los pasos que se acercaban, hasta que Pratt estuvo a menos de medio metro de ella.
“Se va a quedar dormida, Srta. Summers” dijo con voz queda. Buffy lo miraba como atontada. No lo había visto en todo el día, y ahora se presentaba ante ella sin chaqueta, con la camisa abierta por el cuello y las mangas remangadas y el pelo revuelto. Estaba tan sexy que dolía…
“Hola Sr. Pratt. Descansaba un poco de todo este ajetreo de la fiesta”
“Siento todo el trabajo extra por el cambio de escenario… pero Brend pensó que sería más íntimo comunicar nuestro compromiso en casa”
“Ya” se limitó a decir Buffy bebiendo un sorbo de la copa. William apretó los dientes. Sabía que estaba dando una imagen de calzonazos impresionante, pero la verdad es que no le importaba nada la dichosa fiesta, ni dónde se hiciera. Lo único que quería era terminar de una vez con todas esas chorradas.
“¿Se ha comprado ya el vestido?” Buffy abrió los ojos de par en par y lo miró, frunciendo el ceño “Para la fiesta. Es de etiqueta. Si necesita dinero extra…”
“No tenía pensado asistir a la fiesta, Sr. Pratt” lo cortó quizás con demasiada dureza. El levantó una ceja, sorprendido por su reacción “Es algo familiar y sería mejor…”
“Es usted mi asistente personal, y la necesito ese día más que nunca” soltó él sorprendiéndola ahora a ella por su vehemencia “Si surge algún problema, la quiero aquí, para solventarlo”
“Pero… necesito unos días de descanso…”
“Tendrá todos los días de descanso que quiera después de la boda, cuando estemos de luna de miel” Buffy maldijo entre dientes. Cada vez que pensaba en la boda o en la luna de miel se ponía enferma, y no sabía por qué. Bueno, sí que lo sabía: Estaba celosa. “Además, quiero que atienda personalmente al que va a ser mi padrino. Llega el viernes por la mañana, y me gustaría que lo recibiera. Yo voy a estar muy liado con mis editores, así que se lo agradecería mucho”
“Está bien” concedió Buffy medio rumiando. Pratt sonrió y se sentó junto a ella en el balancín, cogiendo la copa de su mano y tomando un sorbo. Buffy lo miró, sorprendida por ese gesto tan íntimo, pero fue incapaz de decir nada. Desde el incidente del baño, Pratt la había rehuido como al mismo demonio. “Si le apetece, puedo traerle una de la cocina” dijo Buffy cuando el se la devolvió y pudo hablar de nuevo.
“Gracias, no es necesario. Me apeteció de pronto un sorbo de la suya” la miró tan intensamente que Buffy pensó que se derretía. Se pasó la lengua nerviosamente por los labios y lo oyó gemir por lo bajo. Estaba tan cerca, que podía oler su colonia, su esencia tan personal. Sus cabezas se fueron acercando poco a poco, como atraídas por un imán, no podían resistirse a lo que iba a pasar.
En el momento que sus labios se tocaron, ambos sintieron una descarga eléctrica, que hizo que se separaran de golpe. Pratt se levantó y se disculpó como pudo, desapareciendo dentro de la casa. Buffy se tocó los labios, que le hervían, pese al leve contacto.
¿Qué había sido eso?
A la mañana siguiente, Buffy se sorprendió al encontrarse con su jefe en el desayuno. Habitualmente desayunaba sola, pues él se había ido de casa antes, pero el día que no debía de estar, estaba, y por la cara que lucía, Buffy dedujo que había dormido esa noche tan poco como ella.
Dio por sentado que precisamente se había quedado para hablan con ella sobre el beso de la noche anterior.
Buffy suspiró profundamente y le dio los buenos días, sentándose a continuación frente a él en la isla de la cocina, después de que él le devolviera el saludo. Ambos esperaron hasta que Hollister saliera para mirarse a los ojos y comenzar la conversación.
“Lo siento” dijeron a la vez, un poco azorados. Pratt levantó una mano, quitándole importancia al asunto, y Buffy le rehuyó la mirada, concentrándose en el zumo de naranja que se estaba bebiendo. Fue él quien rompió nuevamente el incómodo silencio.
“No sé qué me pasó anoche, Srta. Summers. Es algo que…” empezó a disculparse. Desde luego sí que lo sabía, pero no podía decirle a ella: “el caso es que usted me recuerda a una mujer de la que estuve profunda y locamente enamorado y no pude resistir la tentación de besarla”.
“No fue culpa suya… yo tampoco sé lo que me pasó…” respondió Buffy. Aunque ella también lo sabía. En su fuero interno, sabía que había querido besarlo, comprobar que era Spike, pero el beso había sido tan rápido que apenas le dio tiempo a saborearlo.
“Creo que será mejor olvidarlo, ¿no cree? Fue un error… sin consecuencias. Y no va a volver a ocurrir…”
“Por supuesto que no” confirmó Buffy dando cabezadas para hacer su afirmación más contundente. Pratt asintió también y siguieron desayunando en silencio.
Pratt terminó primero. Se levantó y tras limpiarse la boca con la servilleta, se dirigió a su asistente personal.
“Gracias por aceptar quedarse a la fiesta. Significa mucho para mí” dijo.
“Es mi trabajo” respondió ella levantándose también. Se miraron a los ojos durante unos interminables segundos, cada uno intentando ver en el otro a la persona que amaron, pero el hechizo se rompió cuando oyeron la voz de Brenda llamando a su prometido.
Ambos se volvieron hacia ella, que les miraba con el ceño fruncido desde la puerta de la cocina.
“¿Ocurre algo, Brend?” preguntó Pratt saliendo de su estupor al ver allí a su prometida.
“Nada, solo te echaba de menos. Como no me llamaste anoche…” la chica se acercó sinuosamente y rodeó con sus brazos a su prometido, besándolo en la boca como si estuvieran solos. El la tomó por la cintura, intentando apartarla un poco. Se sentía incómodo con esa muestra exagerada de cariño por parte de su novia delante de su asistente personal. Sabía que lo estaba haciendo adrede, para demostrarle que era suyo, que le pertenecía, después de haber interrumpido ese momento tan especial entre los dos. Y Buffy también lo estaba notando.
Sin decir una palabra, salió de la cocina, apretando los dientes. Cada vez odiaba más a Brenda. La hacía parecer insignificante. Le estaba continuamente restregando por la cara que era mejor que ella, y eso la enfurecía.
Cada vez estaba más segura que Pratt era Spike. Esa forma de mirarla, de tratarla… tenía que ser Spike. De alguna forma había conseguido la humanidad, y posiblemente había perdido los recuerdos en el proceso.
Tenía que confirmarlo de alguna forma. Tal vez si llamaba a Ángel… porque a Giles estaba descartado.
Pero ¿Cómo iba a encontrar a Ángel? No creía que el número de su ex estuviera en el listín telefónico, ni en Google, pero encontraría la forma. Quedaba poco tiempo para la boda, y si era Spike…
Capítulo 6
El viernes llegó por fin, sin que Buffy hubiera logrado averiguar lo que quería. Había estado demasiado ocupada con los últimos preparativos de la fiesta, y además, tuvo que ir a comprarse un vestido para la ocasión.
El reloj marcaba las doce del mediodía, cuando por fin pudo sentarse cinco minutos en el cómodo sofá del salón. Hollister le había llevado una limonada, y aprovechando que estaba sola, subió las piernas a la mesita central de diseño que debía de costar un ojo de la cara… y el otro. Suspiró profundamente y cerró los ojos un momento. Estaba más cansada que cuando mataba vampiros y demonios, y tener que lidiar con la novia de su jefe, la llevaba al borde del asesinato. No sabía las veces que había deseado matarla estas últimas semanas, dejando a un lado su código ético de no matar humanos. Si alguna vez rompía ese código, estaba segura que la víctima sería Brenda. ¡Cómo la odiaba!
Bebió un sorbo de limonada y se deleitó con el sabor. No estaba muy seguro de lo que le ponían, algún ingrediente secreto, porque le sabía a gloria.
El reloj de pared dio los cuartos, y Buffy suspiró una vez más. Faltaba poco para que llegara “el padrino” de la boda. Según le había informado Hollister muy amablemente, una hora antes, el Sr. Leary llegaría a las doce y media, así que debía prepararse para recibirlo. No tenía ni idea de cómo era el tal Sr. Leary, pero seguro que era otro de los estirados hombres de negocios que alguna vez había visto en la casa, de visita en los últimos días.
Se levantó para ir a retocarse el disfraz, cuando oyó unas voces en la entrada. Maldijo, ya era demasiado tarde, pero fue al espejo y se retocó como pudo, sonriendo al ver que estaba perfecta en su papel.
“Hola, soy Clemente Leary” Buffy se volvió tan rápido, que en su giro vació el resto de limonada que quedaba sobre la alfombra persa que cubría el suelo. Hollister, la fundió con la mirada por un segundo, pero después se giró, cerrando la puerta tras él y dejando a la pareja solos. “William no me… ¿Buffy?”
La interpelada palideció. La voz le era tremendamente conocida, pero no lograba ubicar al padrino de la boda. Y él parecía conocerla a ella. A la auténtica Buffy. Las pocas dudas que le quedaban se esfumaron cuando él preguntó:
“¿Eres tú Buffy, la Cazadora? ¿No sabes quien soy?”
Buffy miró fijamente al hombre que había frente a ella. Su pelo era castaño y tenía unos preciosos ojos azules, no tan bonitos como los de Spike, pero… Su cara era agradable y tenía un poco de barba… y tendría… unos treinta y tantos años. Buffy todavía estaba dándole vueltas a quién podría ser, cuando él le aclaró:
“Soy Clem… el amigo de Spike… ya sabes, el póker de gatitos…”
Buffy soltó un grito sin poderlo remediar, no sabía si de sorpresa o de alegría. O las dos cosas. Si ese era Clem… William tenía que ser Spike ¿No? Se dijo a sí misma. Corrió y le abrazó, como si le fuera la vida en ello.
“Dios, Clem, ¡no te había reconocido! ¿Cómo es que no tienes…?” le preguntó Buffy apartándose un poco para verlo mejor. Él sonrió y se quitó una inexistente mota de polvo del hombro de su cazadora de piel.
“¿Arrugas? ¿Piel colgando? ¿Colmillos..?” ofreció él con una sonrisa más amplia al ver que Buffy cabeceaba varias veces, mirándolo fijamente “Bueno, los de mi especie tenemos la opción de volvernos a la forma humana cuando queramos, aparte de la parafernalia esa de las serpientes que viste en aquel bar de demonios y todo eso… tenemos aspecto humano cuando nos interesa, aunque no lo usamos demasiado, no es atractivo ser tan liso. Tú estás muy guapa con esas arrugas” dijo señalando el maquillaje “Vaya sorpresa. William no me dijo que eras su asistente”
“Es que él no sabe que yo… verás, Clem. Spike – porque William es Spike, ¿No?” le preguntó todavía dudando. Cuando él asintió con la cabeza, ella prosiguió “Yo no sabía quién era él cuando acepté el trabajo. Me disfracé y… Será mejor que te lo cuente todo con detalle” concluyó Buffy, cuando comprendió que tenía que contarle todo a Clem para que lo entendiera… y la ayudara. “Primero dime como me has reconocido”
“Soy un demonio, Buffy. Puedo reconocer a una cazadora a kilómetros de distancia” dijo simplemente. Ella le sonrió y acto seguido, le contó toda la historia.
Una hora después, ambos se habían puesto al día sobre sus vidas.
Clem se encontró con el que ahora se llamaba William un par de años atrás. Ya era un escritor famoso, y Clem no pasaba su mejor momento, así que le ofreció su ayuda, comprando la empresa de informática que estaba casi en la quiebra y poniéndolo a él de gerente. Habían tardado un año en sacarla a flote entre los dos, y ahora daba beneficios. Clem había tenido que renunciar a su aspecto de demonio, pero a cambio, tenía una vida tranquila y sin apuros económicos. Buffy le preguntó por Spike, si sabía cómo se convirtió en humano, pero él le dijo que solo sabía que un día se acostó siendo vampiro y se levantó siendo humano. Le habló sobre una Profecía, pero no le aclaró mucho.
“Bueno Buffy… ahora que sabes que es Spike… le dirás quien eres tú, ¿no?”
“Supongo… pero… es que voy a quedar como una idiota”
“Es mejor que se lo digas tú antes de que él lo descubra por sí mismo… o alguien lo haga”
“¿Tú no vas a decírselo, verdad?”
“No, pero te aconsejo que no tardes mucho”
“No sé Clem… no quiero estropearle la fiesta… ni la boda” dijo Buffy sin mucha convicción. Clem levantó las dos cejas de forma escéptica y Buffy sonrió “Vale, sí. Me gustaría fastidiar esa fiesta. Odio a Brenda con todo mi corazón, pero si Spike la ama… ¿Crees que la ama?”
“Eso tendrás que preguntárselo a él, Buffy” respondió el demonio encogiéndose de hombros “¿Tú le quieres…lo amas?” Buffy bajó la cabeza, formulándose a sí misma esa pregunta. “Porque si no es así, si solo es amistad lo que sientes por él, no deberías interponerte en su relación. Spike ha sufrido mucho. Los dos habéis sufrido mucho” puntualizó “Él ahora es feliz… a su modo, así que piénsate lo que vas a hacer”
“Sí, no tengo mucho tiempo” Buffy suspiró profundamente. Su mente era un caos. Por una parte había confirmado sus sospechas: William y Spike eran la misma persona. Por otro lado, Clem la había reconocido, y era cuestión de tiempo que alguien más lo hiciera y la descubriera. Clem tenía razón en que debía ser ella quien le dijera a Spike que era la Cazadora. Eso para empezar. Cuando viera cómo reaccionaba él, ante la noticia, pensaría qué hacer a continuación.
No le quedaba tiempo. Sabía que quería a Spike, siempre le había querido, pero nunca tuvo el valor de reconocérselo ni a él, ni a sí misma, excepto aquella vez en la Boca del Infierno, cuando no la creyó. Pero ¿Qué sentía ahora? ¿Qué sentían ambos? Atracción sexual, seguro. Eso no había cambiado. Pero necesitaba más de él. Spike siempre había querido un compromiso, una relación, pero ella nunca tuvo el valor suficiente para enfrentarse consigo misma y con sus amigos.
¿Estaría dispuesto Spike a dejar a su novia al pié del altar por ella ahora?
Buffy no tenía respuesta para esa pregunta. Tendría que esperar a que el mismo Spike, ahora William, se la respondiera, si es que Buffy se decidía a mostrarle por una vez sus sentimientos.
“Se lo diré en la fiesta, antes del compromiso” le dijo por fin a Clem. Él asintió con la cabeza y le sonrió para darle ánimos. Sabía que los iba a necesitar.
Capitulo 7
Buffy estaba que se subía por las paredes. William/Spike no había aparecido por la casa en todo el día, y quedaba solo media hora para que la fiesta de compromiso comenzara y no había podido hablar con él.
Miró su reloj por milésima vez en los últimos veinte minutos y suspiró. Todo estaba preparado, pero le hubiera gustado hablar con él antes de que empezara la fiesta. No sabía como iba a reaccionar cuando se enterara que era la Cazadora, su ex, así que durante la fiesta sería difícil poder contárselo.
Diez minutos después, le vio entrar a todo correr, quitándose la chaqueta y tirando el maletín encima de un sillón.
“Siento llegar tarde, Srta. Summers. Esa reunión que tenía se alargó más de lo que esperaba” se disculpó, deshaciendo ahora el nudo de su corbata. Hollister iba tras él, recogiendo todas las prendas que Pratt iba desechando.
“¿Podríamos hablar unos minutos?” se aventuró Buffy a preguntar, siguiéndolos a ambos escaleras arriba. Pratt miró su reloj de oro y negó con la cabeza.
“Como no se meta en la ducha conmigo…” susurró sin pensar mucho en sus palabras. Buffy se quedó de piedra, sin saber qué decir. El ni se inmutó “Mejor hablamos cuando me haya duchado y cambiado de ropa, ¿No cree?”
“Claro, por supuesto” logró contestar Buffy, deteniéndose en la puerta del dormitorio de su jefe, como si hubiera una barrera invisible. Por un momento le vino a la cabeza el día que ella dejó fuera de su casa a Spike con un hechizo, la cara que puso él… seguramente ella debía tener esa misma cara ahora”
“Genial” Pratt entró en su dormitorio, seguido de Hollister, cerrando la puerta tras ellos. Buffy no tuvo más remedio que dejar la conversación pendiente, si no estuviera Hollister… quizás se animaría a aceptar la invitación de su jefe.
Por supuesto, dos horas más tarde, la fiesta estaba en su auge y Buffy no había podido ni acercarse a William. Cada vez que intentaba ir hacia él, algo se lo impedía. Mejor dicho, alguien. Brenda no le dejaba solo un segundo, como si intuyera algo. Clem había intentado alejarla de él en varias ocasiones, sacándola a bailar, pero la prometida de William siempre se había negado. Buffy estaba a punto de darle una patada en el culo y tirarla a la piscina, pero dudaba mucho que eso sirviera para alejarla de William, seguro que seguía en la fiesta, chorreando agua.
La pedida de mano estaba a punto de llegar. La pareja estaba bailando en la pista, una canción lenta. Era el preludio, quince minutos más y Spike sería un hombre comprometido en matrimonio. Buffy debió rumiar unas cuantas palabrotas, porque oyó a Clem reír a su lado, y después tomarle la mano, como muestra de apoyo.
“No has podido hablar con él ¿No?”
“Esa… zo… Brenda no me ha dejado ni acercarme a más de dos metros. ¡Maldita sea, Clem! Tengo que decírselo antes de…”
“¿Crees que Spike suspendería su compromiso por ti? ¿Aparte de decirle quien eres vas a… declararte” Buffy miró a su amigo demonio con el ceño fruncido. Realmente, en su subconsciente había pensado romper ese compromiso, aunque no quisiera reconocérselo a sí misma. Por otra parte, no podía llegar y decirle a Spike, <Spike, soy Buffy,
“Yo… creo que le diré quien soy solo. No puedo… Clem, ni siquiera estoy segura de lo que siento, ni de lo que siente él”
“Spike siempre te quiso” dijo Clem “Pero William… no sé, ¡ha cambiado tanto en estos años! Y no por el hecho de ser humano ni rico, es más… no sé si adulto es la palabra adecuada”
“Sí, su personalidad se ha afianzado. Ahora que no tiene un demonio en su cuerpo tratando de dominarlo para hacer el mal, se ha convertido en lo que debió ser William, pero con la experiencia y la confianza de Spike. Es complicado”
Ambos suspiraron, centrando su atención de nuevo en la pareja. Clem sonrió, tirando de la mano de Buffy, ella protestó, pero él le dijo a oreja:
“Tranquila, tú sígueme la corriente. Tengo una idea para dejarte el campo libre” Buffy asintió con la cabeza y se dejó llevar a la pista de baile. Poco a poco se fueron acercando a William y Brenda, y de pronto, Clem la soltó y prácticamente arrancó a la novia de William de sus brazos “Cambio de pareja, amigo” dijo sin más, llevándose casi a rastras a Brenda, que los miraba a ambos con ganas de asesinarlos.
Buffy esperó a que William hiciera el siguiente movimiento. Por fortuna, le sonrió y le ofreció los brazos y comenzaron a bailar. Poco a poco se fue relajando mientras giraban y giraban, moviéndose al compás de la música. Buffy casi se había olvidado de que tenía que hablar con William, decirle quién era y por qué no se lo contó antes. Lo miró de reojo, él parecía tan ensimismado como ella, y aunque sus cuerpos apenas se rozaban, Buffy notó que estaba tenso.
“William” lo llamó. Él dejó de mirar por encima de su hombro y clavó sus azules ojos en los de ella. Buffy se preguntó si la miraba así porque era la primera vez que lo tuteaba o porque estaba sintiendo lo que ella. “Yo… ¿Podemos salir un momento a la terraza? Tenemos que hablar”
“Claro” dijo él, dejando de bailar y tomándola del codo para salir de la pista de baile “Se me olvidó por completo que quería hablar conmigo, Srta. Summers”
Buffy esperó a estar fuera para girarse hacia él, quedando cada a cara y a escasos centímetros el uno del otro. Se le hizo un nudo en la garganta. Todavía no podía creer que el formidable hombre que tenía delante era el mismo que unos años atrás luchaba contra ella a muerte. El mismo que la hizo gritar hasta quedarse afónica por el placer que le daba. Se sonrojó al pensar en todas las cosas que habían hecho juntos. Gracias a Dios, estaba oscuro y él estaba demasiado nervioso para fijarse en su estado.
Oyó como su jefe se aclaraba la garganta instándola a hablar y reaccionó por fin. Suspiró y se mordió el labio inferior, dándose ánimos a sí misma.
“Verá Sr. Pratt…”
“William. Puede llamarme William, Srta. Summers” la cortó él con una débil sonrisa.
“Está bien, William. Pero deje de llamarme Srta. Summers”
“Continúa… Buffy”
“Es que no sé cómo empezar…”
“¿Por el principio? ¡No irá a despedirse, la necesito!”
“¿Qué? ¡Nooo! No es eso… Es que yo… no soy quien crees que soy” Buffy vio como William levantaba una ceja, gesto típico de Spike y sintió como las piernas comenzaban a templarle.
‘Por Dios, eres la Cazadora y él ya no es un vampiro, pero es el hombre con el que lo has hecho de todas las posturas que conoces, y las que no conocías’ –pensó, riñéndose a sí misma por su absurda actitud.
“Yo soy…”
“¡Cariño, estabas aquí!” ambos se volvieron de golpe al oír la voz chillona de Brenda. Detrás estaba Clem, con cara de circunstancias, haciéndole un gesto a Buffy de desolación. “Papá te estaba buscando para algo de la boda”
“Ahora voy, cuando termine mi conversación con Buf… con la Srta. Summers”
“Seguro que tu asistente comprenderá la situación. Tenemos que estar en diez minutos en el salón, para la pedida” William fue a replicar, pero Brenda tenía razón. Había casi doscientos invitados en su casa, y no podía dejarlos plantados.
“Vamos entonces” dijo, suspirando hondamente “Discúlpeme, Srta. Summers, luego continuamos hablando.
Buffy asintió con la cabeza y William se fue. Brenda se volvió hacia Clem que estaba como espectador mudo en la puerta de la terraza y le sonrió forzadamente.
“Clemente ¿Te importaría dejarme a solas unos minutos con la Srta. Summers? Gracias” dijo antes de que el demonio aceptara. Clem miró a Buffy y ella asintió con la cabeza.
Cuando el amigo de William se fue, la pose fingida de amabilidad de Brenda desapareció. Miró duramente a Buffy desde su altura, clavando su mirada en ella.
“No sé a qué estás jugando con William, pero olvídalo. Vamos a casarnos en un mes, así que deja de intentar engatusarlo”
“No estoy intentando engatusar a nadie, Brenda” dijo Buffy apretando los dientes. “Solo quiero aclarar una cosa con él”
“¿Qué es tan importante?”
“Es algo personal que no te incumbe”
“William va a ser mi marido en breve. Todo lo concerniente a él me incumbe. Además, cuando tenga al bebé será el padre de nuestro hijo”
“¿Hijo? ¿Estás embarazada de William?” Brenda asintió con la cabeza, y su rostro reflejó orgullo. Sonriendo, se dio la vuelta, sin decir ni una palabra más, dejando a Buffy sola en la terraza.
La rubia se quedó allí, en shock, sin digerir lo que había escuchado ¿Spike iba a ser padre? Brenda era una idiota, pero en unos meses, sería la madre del hijo de Spike, de William, y ella no tenía derecho a hacer o decir nada que pudiera romper esa pareja. Tendría que callarse, y esperar el momento preciso para desaparecer. Era lo menos que podía hacer por él.
Capítulo 8
Buffy oyó como el último coche arrancaba y agradeció en silencio que la fiesta hubiera terminado por fin.
Después de su breve conversación con Brenda, había logrado escabullirse sin ser notada y fue a refugiarse en su dormitorio, cerrando la puerta con llave para evitar visitas inesperadas, y así poder pensar en lo que había pasado.
La conclusión a la que llegó no era muy alentadora: estaba en casa de Spike, ahora humano, prometido en matrimonio con otra mujer que para colmo estaba embarazada y ella no era ella. Era una cuarentona gorda a la que su jefe trataba con amabilidad, pero ahí acababa su relación.
Tenía dos opciones. La primera y más fácil era desaparecer en la noche y olvidarse de todo. La segunda, decirle a William quien era y esperar su reacción.
Pero Buffy no quería arriesgarse a esa reacción, porque ¿Qué excusa podría poner para haberse disfrazado de quien no era? Era una acción infantil, y no diría nada bueno de ella. Después de todo, conociendo a Spike, tenía claro que él no dejaría a Brenda estando esperando un hijo suyo.
Buffy se asomó a la ventana de su habitación y solo vio aparcado el coche de Brenda. ¿Todavía no se había ido?
Le picó la curiosidad, así que se asomó con precaución al pasillo y anduvo hacia las escaleras, para intentar escuchar algo. Aguzó el oído. Eso de ser la cazadora y tener súper poderes molaba.
“Es tarde, Brend. ¿Quieres que te lleve a tu casa?” oyó decir a William.
“Prefiero quedarme aquí… contigo. Podíamos celebrar el compromiso como es debido”
“Ya sabes lo que dijo el médico. El bebé…”
“Está bien” Refunfuñó Brenda. Buffy suspiró al oír que caminaban hacia la puerta “No es necesario que me acompañes, puedo ir sola”
“Ten cuidado” Buffy oyó el ruido del motor arrancar y se encerró en su habitación. No quería encontrarse ahora con él. Tenía que pensar.
Sin embargo, cuando oyó como tocaban suavemente a su puerta se estremeció. Intentó simular que estaba dormida, pero William insistió, así que se rehízo el disfraz y salió a abrirle.
“Disculpe, Sr. Pratt, estaba preparándome para dormir” se excusó.
“William” remarcó él.
“Es tarde… William ¿Querías algo?” Buffy vio como él suspiraba, cruzándose de brazos y mirándola de lado, con una extraña expresión en la cara. Se puso nerviosa.
“Tenemos una conversación pendiente… Tú tenías algo que decirme ¿Qué era?”
“Pues…” Buffy pensó con rapidez, tenía que ganar tiempo mientras decidía qué hacer “Era sobre esos días de vacaciones que me prometiste. He pensado que sería buena idea tomarlos cuando estéis de luna de miel ¿Qué te parece?”
William frunció el ceño aún más, no lo había engañado, pero por suerte no insistió.
“Me parece bien. Buenas noches… Srta. Summers”
“Buenas noches”
Buffy entró en su habitación y cerró la puerta, apoyándose contra ella. William sospechaba, estaba segura, pero ¿Cuánto tiempo iba a tardar en descubrirla?
William estaba agobiado. Quedaba poco para la boda, dos semanas y Brenda no lo dejaba respirar ni un segundo. Al menos, por las noches se iba a su casa, y lo dejaba descansar. Desde la fiesta de compromiso estaba más posesiva que nunca, y William se preguntaba preocupado si cuando se casaran la cosa cambiaría… para peor. Si no fuera por el bebé, hubiera huido hacia las Bahamas sin pensárselo dos veces.
Y después estaba el tema de Buffy. Su corazón le decía que no era quien aparentaba, pero su mente racional, le decía que no podía ser la Buffy que él conoció y de la que se enamoró. Eran tan diferentes como la noche y el día, aparte de la edad. Y el problema mayor era que se sentía atraído hacia ella tanto como por la otra. Y eso no era bueno. Trataba de evitarla todo lo que podía, y según había notado últimamente, era algo recíproco, porque ella también le evitaba como a la peste. Pero ¿Por qué?
Buffy cerró la tapa del ordenador portátil con un suspiro. Estaba agotada, pero por fin tenía atados todos los detalles de la maldita boda. Cada vez que parecía que lo había conseguido, aparecía Brenda con algún estúpido cambio de última hora, lo cual significaba volver al principio para ajustarlo todo. Pero ya solo quedaban diez días para la boda, y ya no había tiempo para más cambios, gracias a Dios.
Buffy se levantó pesadamente del sillón con el único pensamiento de darse un largo y relajante baño mientras se bebía un par de copas de vino. No le gustaba para nada trabajar en la biblioteca, pero necesitaba documentación sobre la boda que William guardaba en los cajones del escritorio y era más cómodo para ella y mucho más rápido. Lo único que tenía que hacer era irse de allí antes que apareciera William con su prometida, y por la hora, estaban a punto de llegar.
Fue a coger su móvil de la mesa, pero se le resbaló de la mano, cayendo al suelo con un duro golpe. Buffy maldijo y se agachó para cogerlo. En ese momento oyó la puerta abrirse, y maldijo aún más. Iba a incorporarse cuando oyó unas risitas de mujer y sonidos de besos, por lo que decidió quedarse agachada. Con un poco de suerte, William despacharía rápido a Brenda y ella podría irse sin ser detectada. Sin embargo, parecía que la morena tenía otros planes, porque cuando Buffy vio como le colgaban las piernas por la parte de delante del escritorio donde ella se encontraba escondida, y alentó a su prometido a meterse entre sus piernas.
Buffy cerró los ojos, intentando no oír los jadeos y suspiros de ambos, pero cuando oyó abrirse la cremallera de los pantalones de William supo que no podía continuar escondida. La sangre le hervía de celos, así que haciendo acopio de toda su voluntad y de la promesa que se había hecho a sí misma de no matar humanos inocentes, se levantó del suelo haciendo todo el ruido posible, tosiendo, pidiendo disculpas, y procurando no mirar a la pareja.
Salió por la puerta como alma que lleva el diablo sin mirar atrás, perdiéndose la cara de estupefacción de William y la de satisfacción de Brenda.
Es tarde,
pero estoy sangrando por dentro.
Es tarde,
¿Es solo mi enfermizo orgullo?
Demasiado tarde,
aún ahora el sentimiento parece escaparse.
Tan tarde,
aunque esté llorando por dentro,
no puedo evitar oírte decir
Es tarde, es tarde es tarde.
Pero no demasiado tarde. It's Late - Queen.
Capítulo 9
Esta última semana había sido bastante tranquila para Buffy. Brenda se había ido a una clínica de relajación, fuera de la ciudad, donde además, le iban a procurar todos los cuidados necesarios –incluidos los estéticos- para la boda. Hasta William/Spike parecía más tranquilo y sosegado, aunque la seguía evitando.
Al día siguiente de haberlos pillado casi haciéndolo sobre el escritorio, él se había disculpado con ella. Buffy sonrió cuando lo vio sonrojarse, tratando de excusarlos a ambos, y el frunció el ceño, pero al final todo quedó ahí. Lo mejor de todo es que Brenda se había ido diez minutos después que ella los sorprendiera, -y bastante enfadada- por las voces que se oían desde su dormitorio.
Buffy no podía evitarlo, pero se alegraba de haberles “cortado el rollo”. ¿Era una mala persona por sentirse así? Quizás. Pero no se arrepentía.
Sin embargo, había estado toda esa última semana si decirle o no a él quien era ella, incluso Clem le aconsejó que lo hiciera, pero al final decidió que no. William parecía estar enamorado de ella, y esperaban un hijo, y no sabía cómo iba a reaccionar si se lo contaba.
Así que allí estaba ella, la noche antes de la boda, dando vueltas en la cama sin poder dormir y él en su habitación también, preparándose para el día siguiente. Se habían despedido un par de horas antes, y Buffy había estado a punto de llorar, porque sería la última vez que lo viera. Al día siguiente, cogería sus maletas y se apartaría totalmente de su camino. Para siempre.
Mierda, necesitaba algo. Un trago, aunque fuera de zumo para relajarse y dormir. Había tomado una decisión y no podía echarse atrás.
Apartó las sábanas de una patada y se levantó. Llevaba puesto un camisón holgado, así que se recogió el pelo y se puso las gafas por si acaso. Desechó las zapatillas. No quería hacer ruido y despertarlo.
Bajó las escaleras y fue directa a la cocina. Frunció el ceño cuando vio las luces del patio posterior encendidas. Eran solo un par de farolillos, pero suficiente para iluminar un poco el porche. Abrió la puerta que daba al patio y miró a su alrededor. Su corazón se encogió cuando vio a William sentado en el suelo, apoyado en un árbol, mientras se bebía, lo que parecía un whisky y fumaba un cigarrillo con deleite. Su mirada estaba perdida en la nada, pero giró inmediatamente la cabeza hacia ella en cuanto asomó.
“¿Qué haces todavía levantada, Buffy?” le preguntó, mirándola fijamente.
“No podía dormir y bajé a tomar algo. ¿Y Tú?” se atrevió a preguntar. El le hizo una seña para que se acercara, y Buffy lo hizo tras pensarlo durante un segundo que se hizo eterno. No era buena idea, y lo sabía, pero no podía negarse ese último deseo.
“Lo mismo. ¡Dios! ¡Mañana a estas horas estaré casado y…” se detuvo, sin poder continuar la frase. Buffy se congeló al escuchar sus siguientes palabras. “¿Has estado alguna vez prometida? Ya sé que eres soltera, lo ponía en tus referencias, pero…”
“Pues… la verdad es que sí. Una vez lo estuve, pero fue el compromiso más corto de la historia. Deberían incluirme en el Guinness” William la miró con curiosidad, arrugando la frente. Ella le tomó el vaso de whisky de la mano, bebiendo un trago que la hizo toser. Él frunció el ceño aún más cuando Buffy hizo un gesto de asco, pero no dijo nada. Su mirada se hizo más intensa, y sus labios se curvaron en una sonrisa sospechosa.
“¿Cuánto duró?” preguntó.
“Horas”
“¿Horas?”
“Sí. Estábamos…” Buffy buscó una palabra coherente, ya que no podía decir *hechizados* “…Borrachos. Así que cuando se nos pasó la… borrachera…”
“Distéis por acabado el compromiso” completó William.
“Pues… no, la verdad es que no lo hicimos. Solo no volvimos a hablar del tema”
“Le devolverías el anillo, al menos, ¿No? Porque te dio anillo…”
“Esto… sí. Me lo dio pero no se lo devolví. Me olvidé” Buffy vio como William levantaba las dos cejas, escéptico. La verdad es que no le había devuelto su horroroso anillo, pero lo tenía guardado. Era una de las pocas cosas que se llevó de Sunnydale antes del desastre.
Incluso lo llevaba en el bolsillo en la última batalla, como talismán. Pero eso no podía decírselo a William sin descubrirse. Mejor que pensara que era una aprovechada.
“Si él no te lo pidió sería porque quería que lo tuvieras” dijo William sin embargo.
“Supongo”
Buffy suspiró, dándole un pequeño trago al vaso de licor. William se lo cogió de la mano, tomándose el resto de un golpe. La miraba de forma rara, y estaba empezando a ponerse nerviosa.
Fue a levantarse, pero él la sujetó por el brazo, impidiéndoselo.
“Es tarde” dijo Buffy “Y mañana va a ser un largo día”
“Me gusta hablar contigo. Me recuerda a otros tiempos”
“¡¿Qué!?”
“Una vez tuve una… amiga con la que solía hablar. Nos contábamos todo o eso creo”
“Ahora vas a conseguir algo mejor, tendrás una amiga, amante... esposa”
“Supongo”
El silencio reinó unos largos segundos que a Buffy le parecieron horas. William llenó el vaso otra vez, y apagó en el suelo el cigarrillo que se había consumido en sus dedos.
Buffy volvió a levantarse y esta vez él no se lo impidió. Se levantó a su vez, dando un gran suspiro.
“Spike, yo…”
No supo muy bien qué había pasado. Buffy se había dado la vuelta de repente, parándose en seco al darse cuenta que lo había llamado por su apodo vampírico y él, que la seguía a buen paso, chocó con ella. Intentó sujetarla y terminaron los dos en el suelo. En un segundo sus bocas se unieron, en un beso feroz, lleno de necesidad y urgencia. Rodaron por el suelo varias veces, tocándose, devorándose. Las manos de ambos vagaban por el cuerpo del otro, haciéndolos gemir y jadear. Solo cuando las carnes desnudas se tocaron, la razón volvió de golpe a la cabeza de William. Maldijo, separándose de Buffy, buscando su ropa a toda prisa.
“No puedo hacerlo. Tengo que casarme mañana. Lo he prometido” susurró al ver la cara de dolor de Buffy.
“Lo sé. No quería que pasara esto, de verdad. Hay muchas cosas que tengo que explicarte, pero no sé si es buena idea hacerlo ahora”
“¿Tu disfraz? ¿Tus mentiras? Porque tú sabías quién era yo desde hace tiempo, ¿verdad” ella asintió con la cabeza. Spike le pasó su camisón y ella se lo puso con premura, intentando contener las lágrimas “Ya es tarde, demasiado tarde, Buffy. Ambos tenemos muchas cosas que aclarar, pero se nos ha pasado el momento. Buenas noches”
Buffy vio como Spike desaparecía dentro de la casa con el corazón destrozado. No había marcha atrás. Él ya sabía quien era ella, casi habían hecho el amor, pero él se había detenido a tiempo. Iba a casarse, pero no con ella.
Capítulo 10
Buffy paseó la mirada por la casa por última vez. Todo estaba en silencio, pues hasta el servicio había sido invitado a la boda, y por tanto, solo quedaba ella. Apenas quedaba una hora para la ceremonia, y ya no tenía nada que hacer allí.
No había salido de su habitación hasta que el último ocupante de la mansión se había ido. Ni siquiera se habían despedido. Ni una sola palabra. Habían cruzado unos segundos sus miradas, ella desde la ventana de su habitación, él antes de entrar en el coche que le llevaría a la iglesia. Un leve gesto con la cabeza como saludo… y fin.
Buffy había estado tentada en ir a su habitación esa noche, pero no lo había hecho. Él tenía una responsabilidad, un hijo al que cuidar, y ella no estaba segura de ser la mujer que podía hacerlo feliz. Llevaba demasiada carga a sus espaldas. Ambos tenían mucho pasado y poco futuro. Lo más noble era dejarlo ir. Darle la oportunidad de ser feliz con una nueva familia.
Sin embargo, Buffy se sentía triste y un sexto sentido le advertía de que algo iba mal. No sabía muy bien qué, pero algo había. La actitud de Brenda esas últimas semanas había sido un poco extraña. Aún recordaba unos cuantos días atrás, cuando tras desaparecer durante un tiempo, la novia de Spike se presentó en la casa un poco alterada.
Buffy lo achacó a los nervios de la inminente boda, pero su extraño comportamiento no dejaba de intrigarla. Spike estaba fuera cuando ella llegó, y decidió esperarlo en el estudio. Buffy la vio salir unos minutos después en estampida, sin decir ni adiós, después de recibir una llamada en el móvil.
¿Qué la había hecho reaccionar así? Buffy decidió ir al estudio e investigar un poco antes de irse definitivamente de la vida de Spike. Entró en el estudio y miró a su alrededor. Recordaba perfectamente que a Brenda se le había caído el bolso justo en la puerta, y que todo su contenido se había desparramado por el suelo.
Buffy miró por todos lados, pero no vio nada sospechoso. Estaba a punto de irse cuando un leve destello bajo un sillón llamó su atención. Se arrodilló en el suelo y metió la mano, sacando un mini teléfono móvil de color plateado. Buffy no lo reconoció como habitual en Spike, ni de Brenda, que era de color rojo fuego.
Toqueteó un poco las teclas hasta que el teclado se encendió. Por suerte, no tenía clave así que miró en los contactos y soltó una exclamación de asombro al descubrir que sin duda ese teléfono era de Brenda. Un segundo teléfono, con toda seguridad uno secreto. Miró en los mensajes y casi soltó un grito al leer uno en concreto.
La remitente era una amiga de Brenda, esa con la cual salía tan a menudo. Y en el mensaje le daba ánimos por la pérdida sufrida. Brenda había perdido el bebé que esperaba unas semanas antes. Justo cuando la novia de Spike desapareció, aduciendo que se iba “de reposo” para estar bien para la boda.
Su amiga también le echaba un poco la bronca por haber bebido mientras conducía, lo que provocó el accidente. ¿Lo sabría Spike? Seguro que no.
Buffy miró el reloj. Cada vez quedaba menos para la boda. ¿Debía decírselo?
Se paseó por la habitación como un animal enjaulado. Por una parte, quería hacerlo, pero por otra no tenía el valor suficiente para ello.
Llamó a Klem, pero el demonio tenía el móvil fuera de cobertura. Dios, se iba a volver loca. Spike tenía derecho a saber lo de su hijo, ¿no?
Entonces se decidió. Corrió a su habitación y deshizo a trompicones su maleta. Unos días antes, al ir de compras a la ciudad sintió la tentación al ver el bonito traje de fiesta de color rojo en el escaparate. Llevaba meses vistiendo como una abuela, así que se lo compró, y ahora se alegraba de haberlo hecho.
Llegaría a la boda siendo ella, y le contaría a Spike lo del niño… o ya vería.
Se arregló lo más rápido que pudo y tras llamar a un taxi subió a él, dándole la dirección.
Solo quedaban diez minutos para que comenzara la ceremonia y la iglesia estaba lejos, pero confiaba en llegar.
El taxi se detuvo en la puerta casi veinte minutos después. Buffy corrió hacia el interior justo en el momento en que el cura decía eso de <si hay alguien que se oponga a este matrimonio que hable ahora, o calle para siempre> y entonces, entre el silencio se oyó su voz, como salida de la nada.
“¡Yo me opongo!” gritó Buffy.
Todas las cabezas se volvieron hacia ella, pero su mirada se quedó fija en la cara de estupefacción de Spike, que la miraba como si quisiera fulminarla. El chaqué le sentaba de maravilla, y le hacía más alto, pero no era el momento de fijarse en esas cosas, sino en ver cómo salía del atolladero en que ella solita se había metido.
“¿Está hablando en serio, señorita?” la voz del cura los sacó a todos del mutismo en que se había sumido la iglesia.
“Por supuesto que no” dijo de inmediato Spike “Continúe, reverendo”
“Sí que estoy hablando en serio” Remachó Buffy caminando más cerca de los novios”
“¿Y puede decirnos por qué se opone a esta boda?” preguntó el cura, suspirando audiblemente cuando de la boca del novio se escapó una palabrota muy británica.
“Porque… el novio ya está comprometido. Conmigo. Desde hace años. Muchos años”
“¿Qué?” bramó Spike abriendo mucho los ojos “Eso no es…”
El cura le hizo un gesto al ex vampiro para que se callara, lo que él hizo de mala gana, lanzándole miradas asesinas a la cazadora. Brenda no decía nada, aunque miraba a la rubia de hito en hito, estudiándola.
La conmoción era total entre los invitados, pero todos enmudecieron cuando el cura les advirtió que se callaran.
“Será mejor que hablemos de esto en privado” dijo señalando la sacristía. “Solo los novios, los padrinos y la señorita en cuestión”
Los interpelados lo siguieron, Buffy la última. Spike miraba hacia atrás con fuego en los ojos, y Buffy juró que los había visto destellar en amarillo unos segundos. La novia, muy segura de sí misma, seguía en su mundo.
“Veamos, señorita…” empezó el cura.
“Summers, Buffy Summers” se presentó la rubia.
“Señorita Summers, usted dice que aquí el Sr. Pratt la pidió en matrimonio hace años ¿Es eso cierto?”
“Sí. Estamos prometidos” dijo ella.
“Sr. Pratt. Esto es muy serio, así que le rogaría dijera la verdad ¿Se prometieron o no?”
“Bueno sí, pero estábamos bajo…” Spike se detuvo en seco. Miró a al rubia, quien le retó, levantando las cejas a que dijera
Klem se rió por lo bajo, pues sabía de qué hablaban, pero su risa se cortó en seco cuando el rubio lo fulminó con la mirada.
“Me dio un anillo. Todavía lo conservo” dijo Buffy rebuscando en su bolso y sacando el horroroso anillo que Spike le había dado en su momento. Ahora fue la ocasión en que los demás levantaron las cejas, sorprendidos por lo estrafalario del anillo.
“¿Le dio ese anillo a la Srta. Summers, Sr. Pratt?” preguntó el cura a Spike. Este apretó la mandíbula, afirmando entre dientes.
“Pero el compromiso se rompió cuando… reflexionamos tras la borrachera” adujo Spike con una amplia sonrisa.
“¿Fue así?” le preguntó el reverendo a Buffy.
“De hecho… no. Además, no le devolví el anillo, ni el me lo pidió”
Spike soltó una maldición, esta vez en voz alta. No podía contradecir a Buffy sin contar la verdadera historia, y ella tenía razón. Técnicamente no habían roto el compromiso. Él había vuelto a ser atado a la bloody silla sin más, y ambos habían dado por hecho que toda esa historia del compromiso había acabado con el hechizo.
“Entonces el compromiso sigue en pie” dijo el cura con un hondo suspiro.
“¡Cretino!” Spike no vio venir el golpe que le llegaba directo a la cara, proveniente de la madre de la novia. Gruñó al sentir como le crujía la mandíbula. “Esta boda queda anulada” dijo cogiendo a su hija de la mano y arrastrándola fuera de la sacristía.
“¡Espera Brenda!” gritó Spike intentando seguirla, pero fue detenido por el cura, que se puso en medio, lo que le valió un nuevo gruñido del ex rubio platino.
“Será mejor que aclare el tema con la señorita Summers, Pratt. Todos fuera”
En unos minutos quedaron a solas, cara a cara. Spike se cruzó de brazos, apoyándose contra la pared, mirándola fijamente a los ojos. Buffy no se amilanó. Dio un paso adelante, quedando solo a unos centímetros de él.
Ahora quedaba lo más difícil, pero no se arrepentía de haber frustrado la boda.
Capítulo 11
Buffy fue a abrir la boca para hablar, pero antes de que pudiera hacerlo, Spike estalló:
“¿Te has vuelto completamente loca? ¡Devuélveme el bloody anillo!”
“Spike, lo que he hecho tiene una explicación…” intentó la rubia quitándose el anillo del dedo y alargándoselo. Spike casi se lo arrebató de un tirón y lo apretó en su puño, conteniendo las ganas de tirarlo contra la pared.
“Sí, que se te ha ido la olla del todo ¿Se puede saber a qué ha venido todo ese… teatro?”
“Brenda no te ha sido sincera con lo del bebé…” Spike levantó las dos cejas, cruzándose otra vez de brazos, expectante. Buffy no sabía como continuar. ¿Cómo iba a decirle que su ex novia había perdido el bebé hacía días y se lo había ocultado? Abrió el pequeño bolso de mano que llevaba y sacó el móvil “Todo está aquí. Lee los mensajes” dijo dándoselo como antes hiciera con el anillo. Spike negó con la cabeza.
“No suelo leer mensajes privados de nadie, aunque te cueste creerlo” gruñó Spike. Buffy bajó la cabeza, un poco avergonzada.
“Al principio no sabía que era de Brenda, lo encontré debajo un sillón de tu estudio”
“Y decidiste cotillear un poco”
“¡No! Bueno… sí. Brenda me daba muy mala espina, así que… me puse a investigar…” Spike volvió a levantar las dos cejas y Buffy carraspeó “Y leí lo del accidente, lo del bebé…” Buffy no pudo continuar. Spike casi dio un salto al escuchar accidente y bebé, arrebatándole el móvil de las manos.
Buffy vio que se ponía mortalmente pálido al fijar su mirada en la pantalla del teléfono.
“Perdió el bebé…” susurró.
“Lo siento mucho”
“Ya” el tono del ex vampiro le hizo ponerse en guardia. Desde luego, Spike tenía derecho a estar triste y enfadado, pero no con ella. “¿Y te crees que porque Brenda haya perdido a nuestro hijo y no me lo contara, voy a dejarla tirada?”
“Si lees los otros mensajes… Spike, ella no es lo que parece. Iba bebida, y tomaba drogas… además de serte infiel. No te quiere”
“Ese es mi sino con las mujeres” dijo Spike suspirando ampliamente. Buffy quiso acercarse, pero él la detuvo con un gesto de la mano. Lo último que quería en ese momento es que ella lo compadeciera. “Solo tengo que decirte dos cosas… Buffy. Primero: Estás despedida y segundo… Nuestro compromiso queda cancelado”
Spike le hizo una especie de reverencia y después salió de la sacristía. En la puerta solo quedaba Klem. Buffy vio como Spike se detenía unos segundos a hablar con su amigo y después se iba con paso rápido.
Su conciencia empezó a remorderle. ¿Había hecho bien contándole a Spike todo? ¿Fastidiando la boda? ¿Por qué lo había hecho? ¿Por ayudar a un viejo amigo o por… celos?
Eran preguntas que tenían fácil respuesta, pero decidió que no quería analizarlo en ese momento.
Caminó hacia Klem que hablaba por teléfono dando instrucciones para cancelar el viaje de novios, el hotel… la recepción… todo.
Ella esperó pacientemente a que terminara, y después ambos salieron de la iglesia en silencio. Klem tenía el coche de los novios aparcado en la puerta, pero no se veía rastro de Spike ni de la novia. Se pararon junto a él.
“Has hecho bien, Buffy”
“¿Sí? Déjame dudarlo. Le he vuelto a hacer daño”
“Brenda es una bruja interesada y no se merecía a Spike”
“Pero…”
“No te atormentes, Buffy. Quizás deberías haberle dicho antes quién eras, pero por lo demás… no te preocupes, lo superará. Es fuerte”
“Está muy enfadado conmigo. Me ha despedido”
“Ve a casa, Buffy. Tenéis que hablar de esto más detenidamente. Es vuestra oportunidad”
Buffy asintió con la cabeza. Desde luego no podía irse y dejar las cosas así entre ellos. Klem le abrió la puerta del copiloto y ella se subió.
Hablaría con Spike otra vez y después… quién sabía
“¿Qué demonios haces aquí?”
Buffy casi dio un salto al escuchar la voz. Se había quedado dormida en el sofá del estudio mientras esperaba que Spike volviera. Miró de reojo el reloj de pared. Eran las cinco de la mañana. Después miró a Spike que la observaba desde la puerta con cara de pocos amigos. Llevaba la chaqueta en la mano, la camisa desabrochada hasta casi la cintura y las mangas arremangadas hasta el codo. Estaba… para comérselo.
“Te esperaba. Tenemos que hablar” dijo resuelta, levantándose.
“No tenemos nada de qué hablar, Buffy. Te has estado divirtiendo a mi costa todo este tiempo, pero se acabó. Quiero que te vayas de mi casa. Ahora”
“Spike, yo… no sé lo que me pasa últimamente, pero no soy yo misma. Sé que me he comportado como una idiota y que nunca he sido muy justa contigo, pero no podía dejar que ella te engañara”
“Bien, gracias y adiós” Spike se dio la vuelta para irse, cogiendo una botella de licor de una mesita próxima. Buffy lo siguió sin inmutarse. Él era testarudo, pero ella más.
Subieron las escaleras en silencio hasta llegar al dormitorio de él. Spike dejó la botella sobre la mesita de noche tras darle un buen trago. Buffy elevó las dos cejas, apoyándose contra el marco de la puerta con los brazos cruzados.
“Siento lo del bebé, Spike. Y siento todo lo que te está pasando”
Él no contestó. Se quitó la camisa y los zapatos al mismo tiempo, caminando hacia el cuarto de baño. Buffy maldijo por lo bajo. Se lo estaba poniendo muy difícil, pero no iba a rendirse tan fácil. Lo siguió hasta el baño, esquivando la puerta en su cara por un segundo. Suspiró hondamente, intentando mantener a raya sus emociones.
“Mira, si tan enamorado estás de ella…” Buffy se quedó a media frase con la boca abierta como una tonta y los ojos como platos. Desde luego, Spike desnudo en todo su esplendor y totalmente bronceado era un espectáculo digno de inmortalizar en un cuadro y exponerlo en un museo.
Ser humano no le había privado de su magnífico cuerpo, al revés, la humanidad le había sentado genial. En todos los aspectos.
Spike tampoco le contestó esta vez. Ni siquiera tuvo la decencia de mirarla. Buffy se exasperó. No conocía la faceta de Spike callado más de un minuto y menos estando enfadado. Él entró en la ducha y cerró la puerta de cristales y Buffy tuvo que conformarse con esperar a que saliera, diez minutos después.
Todavía sentía el pulso acelerado por el streeptease en directo, pero no era el momento de pensar en esas cosas… aunque verlo salir de nuevo como su madre lo trajo al mundo, y además húmedo… no ayudaba mucho a concentrarse en lo que era importante.
“Como te iba diciendo…” Spike cogió una toalla y se la anudó a la cintura, privándola del espectáculo, mientras se secaba la cabeza. Intentó esquivarla, pero Buffy estalló. Se plantó delante de él, poniéndole la mano sobre el pecho húmedo para detenerlo “¡Te estás comportando como un auténtico imbécil!”
“¿Qué demonios quieres de mí, Buffy?” contraatacó él “Vale, ya has hecho la buena obra del año, ¡ahora déjame en paz de una bloody vez!”
“¡Solo quiero ayudarte!” respondió cortándole nuevamente el paso cuando intentó esquivarla.
“¿Ayudarme? ¿A qué?” Spike sacudió la cabeza, exasperado “Mira Buffy, acabo de enterarme de que mi novia es una drogata infiel, que a causa de eso ha perdido a nuestro hijo. No me apetece tener un tête à tête con una presunta ex sobre el tema, ¿entiendes? Lo único que quiero es que me dejes en paz”
Spike consiguió salir del baño sin oposición esta vez. Buffy también salió. Su gesto era grave, pero decidido.
“Está bien” dijo “Me marcharé mañana por la mañana”
Spike no la miró cuando salió. Fue tras ella y cerró la puerta de su dormitorio de un golpe. Después tomó otro largo trago de la botella y se tumbó, cuan largo era en la cama. Iba a ser una noche larga, pero por la mañana cogería un avión y se iría a la otra parte del mundo. Quería estar solo y pensar. Sabía que se había excedido con Buffy, pero no podía consentir que lo manipulara nuevamente con sus medias verdades y sus medios sentimientos, si es que tenía alguno por él, que lo dudaba.
Ahora era humano, tenía dinero, trabajo y amigos. Superaría como pudiera lo que había pasado, la muerte de su no nacido hijo… pero lo haría lejos de Buffy. Era la única forma de sobrevivir… otra vez.
Capitulo 12
El agradable olor a café recién hecho lo despertó. Miró de reojo el reloj de la mesita de noche y maldijo. Las diez de la mañana. Saltó de la cama y fue directo a la ducha, a despejarse. Diez minutos después iba de camino a la cocina. Sabía que iba a encontrarse a Buffy allí, porque todo el servicio tenía el mes libre ya que se suponía que la casa iba a estar vacía, durante la larga luna de miel.
Nunca había sido un cobarde, así que no iba a empezar ahora. Hubiera sido fácil coger la maleta que tenía preparada para su viaje y salir de la casa sin ver a Buffy, pero eso hubiera sido huir, y ya que ella se había quedado para… desayunar… él también.
Se puso un pantalón de chándal y una camiseta y fue a su encuentro. Buffy estaba sentada en la isla de la cocina, tomando su taza de café, mirando más allá de la ventana. Spike sabía que lo había oído entrar, pero no se volvió a mirarlo.
“Buenos días. Ese café huele de muerte” dijo para romper el hielo.
“Espero que no te moleste que desayune antes de irme” contestó Buffy todavía sin mirarlo.
“Claro que no” Spike se sirvió una taza humeante y se sentó frente a ella, bebiendo un trago antes de volver a hablar “Puedes quedarte mientras encuentras otra cosa. No hay prisa”
“Gracia, pero no quiero darte más problemas”
“Yo no voy a estar aquí… Mira, Buffy. Ayer estaba un poco alterado, compréndelo. Fue todo tan…”
“¿Surrealista? Ya lo sé. Me comporté como una idiota” Buffy levantó la mirada y la clavó en la azul intensa de él “Últimamente estoy algo desquiciada, no sé qué me pasa, ni por qué actúo así. Yo solo quería… no sé lo que quería, pero no quería ser la misma Buffy de antes”
“A mi me gustan todas las Buffy”
“Sí, claro. Mira, no tienes por qué ser…”
“¿Caballeroso? Ya sabes que no lo soy. Entiendo lo que me quieres decir, porque yo he pasado por eso varias veces. Todavía no sé quién o qué soy. Ni lo que va a durar. A veces, cuando me acuesto me pregunto si al despertar volveré a ser un vampiro… o Dios sabe qué”
“Seas lo que seas no dejarás de ser tú, Spike. Un buen hombre”
“Yo no estoy tan seguro, pero gracias, pet”
Buffy sonrió tristemente al oírle llamarla por ese cariñoso apelativo. Se levantó y dejó la taza en el fregadero. Spike se levantó también y la encaró.
“Si necesitas algo, cualquier cosa… solo tienes que pedírmelo. Y si no estoy yo, habla con Klem”
“Gracias”
“De nada. Ahora debo irme. Tengo que tomar un avión dentro de una hora” Buffy asintió con la cabeza, y Spike suspiró. Se miraron a los ojos unos segundos, sin moverse. Spike bajó la cabeza lentamente y rozó los labios de Buffy en una suave caricia. Fue tan rápido que ella pensó que lo había soñado. Él se volvió y comenzó a caminar hacia la puerta de la cocina. Los ojos de Buffy se bañaron en lágrimas. Iba a perderlo, y esta vez estaba segura que sería de verdad.
“Te quiero a ti” las palabras salieron de su boca sin apenas darse cuenta de que las había dicho. Spike se paró en seco, sin volverse.
“¿Qué?”
“Anoche me preguntaste qué quería, y la respuesta es a ti. Quiero estar contigo, no me importa si en una cripta con valla blanca, o debajo de un puente, pero contigo” Spike se volvió lentamente, con una mirada de asombro en los ojos. Se acercó lentamente a ella, quedando solo a un paso.
“Buffy… no es tan sencillo”
“Ya lo sé, pero no quiero que salgas por esa puerta sin saber lo que siento por ti. No voy a cometer ese error una vez más. Te quiero y no porque ahora seas humano. Amo al Spike vampiro, con alma y sin ella, y amo al William que eres ahora. Te he amado desde hace mucho tiempo, pero fui demasiado cobarde para reconocerlo. Estaba asustada de lo que sentía, de lo que me hacías sentir…y por eso huí de ti”
“Tenías motivos para temerme” Spike bajó la cabeza, recordando lo que quería olvidar con toda su alma “Necesito tiempo, Buffy. Quédate en casa, si quieres. Cuando vuelva de mi viaje… hablaremos. ¿Te parece?”
Buffy asintió con la cabeza. Spike se acercó y la abrazó contra sí, intentando controlar sus emociones. Su corazón le decía que aceptara su amor, todo lo que le estaba ofreciendo, pero la razón le pedía prudencia. Ambos estaban confusos, sobre todo Buffy, la conocía mejor que a nadie, y no podía aprovecharse de su estado de vulnerabilidad. Ya lo había hecho una vez, cuando ella volvió de la muerte, y el resultado había sido terrible para los dos.
Ahora tenía que pensar con la cabeza, no podía volver a equivocarse. La soltó poco a poco, tomándola de las manos para mirarla a los ojos. Ella le sostuvo la mirada, cerrándolos cuando él posó los labios suavemente contra su frente.
Después, la dejó, yendo a su habitación para cambiarse y coger la maleta. Cuando lo tuvo todo preparado, bajó la escalera rápidamente. Buffy seguía donde la había dejado, mirando al vacío.
Pasó a su lado a toda prisa. Sabía que si se detenía no podría irse. Abrió la puerta con un hondo suspiro, con la otra aferraba con fuerza la maleta. Ella no se movió, conteniendo la respiración. Spike por fin salió del trance en el que estaba y cruzó la puerta, cerrándola tras él.
Montó en su coche y arrancó a toda velocidad. “He hecho bien” se repetía mientras consumía los kilómetros que lo separaban del aeropuerto. Las lágrimas apenas lo dejaban ver la carretera, pero continuó. Ya en el aparcamiento dejó caer la cabeza sobre el volante, dando rienda suelta a sus emociones.
Sí, había hecho bien, pero ¡Cuánto dolía!
FIN.