Tres deseos
Tras cerrarle Buffy la puerta en las narices, durante el capítulo Crush, Spike ayuda a regañadientes a un demonio muy especial, el cual le concede tres efímeros deseos al vampiro. ¿Qué será lo que Spike le pedirá a Koko?
Capítulo 1
Spike caminaba por el cementerio de regreso a su cripta maldiciendo y pateando todo lo que veía. ¡La muy zorra de la cazadora le había cerrado la puerta en las narices con un bloody hechizo! ¡Y todo porque se le había declarado! Bueno, quizás se había pasado un poquito al encadenarla, pero fue para que lo oyera sin estacarlo. ¡Sería… rencorosa!
Él era un big bad. Un vampiro con más de cien años de experiencia en mujeres y estaba seguro que ella sentía algo por él, además del odio mutuo que se profesaban.
Pateó un ángel regordete de mármol en el suelo, que una vez fue blanco y lo lanzó a varios metros. Después sonrió, parándose. La había encadenado, y Dru casi la mata, pero Buffy solo le había dado un puñetazo, fuerte pero inofensivo. ¿Por qué no lo estacó directamente? –Se preguntó sonriendo aún más- Porque sentía algo por él. La cazadora tenía debilidad por sus viejos huesos, dijera lo que dijera. Si sólo tuviera una oportunidad de demostrárselo…
Se encogió de hombros y prosiguió su camino. Al girar hacia las proximidades de su cripta un sonido de lucha lo sorprendió. El suyo era un cementerio poco frecuentado por demonios y vampiros, desde que él se instaló y la cazadora lo visitaba con asiduidad buscando información. Se extrañó aún más cuando vio a un grupo de demonios pateando a otro en forma de bola de no más de treinta centímetros.
Spike se apoyó en una lápida a una distancia prudencial y encendió un cigarrillo mientras observaba la insólita escena. ¿Estaban haciendo un rondo con el enano? Vamos, el enano hacía de balón y los demás pateaban su pequeño cuerpo.
La escena era divertida, pero Spike se encogió cuando uno de los mastodontes cogió el balón-enano y lo lanzó con todas sus fuerzas contra una de las lápidas, a su lado.
Haciendo gala de su súper natural fuerza y reflejos, Spike se lanzó a un lado en un gesto instintivo y atrapó al enano antes que se golpeara contra la dura losa. Pronto se vio rodeado por el grupo de bastardos que le miraban de mala manera.
“Devuélvenos a Desi. El partido no ha terminado” gruñó uno de ellos extendiendo la mano. Spike bajó la mirada y se encontró con dos asustados ojillos de un color indefinido. Sopesó la situación intentando ser objetivo. Ellos eran cinco y ellos uno… y cuarto.
“Vamos, danos a ese perdedor, vampiro de mierda”
Eso último lo decidió. Estaba harto de que le humillara la Cazadora y su panda de frikis, así que no iba a dejar que esos capullos con cuernos y pezuñas lo hicieran también.
“Que te jodan, marica”
Spike usó las piernas para quitarse al que tenía más cerca. Dejó al demonio en el suelo, haciéndolo rodar lejos y después se enzarzó en una lucha épica contra sus enemigos. Se oyeron golpes, maldiciones y gruñidos de dolor durante quince minutos y después todo quedó en silencio. La bola se movió en el suelo, dejando aparecer dos piernas, dos brazos y una cabeza. El enano se movió con precaución hacia el lugar de la lucha. Las lápidas no lo dejaban ver hasta que estuvo prácticamente rodeado de demonios caídos.
Se subió al pecho de su salvador y se sentó a esperar. Los otros estaban muertos, pero el vampiro solo aturdido. Por fin, unos minutos después, el rubio empezó a dar señales de no-vida. Levantó un poco la cabeza al sentir el peso sobre su pecho, y estrechó los ojos para ver mejor qué era. Más bien quién.
“¿Desi…?” preguntó Spike al reconocer los ojillos tan pintorescos que lo miraban con simpatía.
“La verdad es que me llamo, Koko. Desi es un apodo, dada la clase de demonio que soy” Spike enarcó una ceja. Nunca había oído hablar de demonios ‘Desi’. “Gracias por tu ayuda. Esos energúmenos me hubieran rematado de no llegar tú”
“De nada, Koko” Spike trató de levantarse, pero le dolían las costillas. Seguro que tenía alguna rota. Tener al mini demonio encima no ayudaba, por cierto “¿Te importaría…?” El enano susurró una disculpa y saltó al suelo con rapidez. Spike lo intentó de nuevo y tras unas cuantas maldiciones, se levantó, apoyándose contra un árbol. Se llevó una mano a las costillas y la otra a la cara. La mejilla le ardía por un arañazo y la cabeza de zumbaba. Pero ellos estaban peores –pensó- Estaban muertos.
“Me gustaría agradecerte tu gesto. Es la primera vez que alguien hace algo por mí… sin esperar nada a cambio”
“¿Y qué te hace pensar que no quería nada a cambio? Podría agarrarte por las patas, ponerte boca abajo y sacudirte hasta que saliera algo de valor” Koko sonrió. Avanzó unos pasos, se subió a una tumba y le miró fijamente a los ojos. Spike se sintió incómodo. Parecía como si el enano pudiera ver en su interior. “¿Qué?” gruñó apartando la mirada.
“Puedo verlo en tus ojos. Has actuado por nobleza, no por interés” el vampiro rubio se revolvió nervioso. No quería que nadie viera su lado débil. Era un big bad, no un bloody blandengue. “Deja que haga algo por ti”
“No es necesario. Me largo a mi cripta” Spike comenzó a caminar con paso incierto. El golpe en la cabeza lo tenía atontado y apenas podía enfocar la mirada. Sintió unos pasitos tras él y se impacientó. Se paró en seco y se volvió. El enano también se detuvo y le sonrió. Spike inspiró profundamente y cerró los ojos, contando hasta diez. Estaba empezando a cabrearse. Lo único que quería era irse a su cripta y dormir dos días seguidos. “Mira, si lo que necesitas es un lugar donde dormir, puedes venir a mi cripta, pero deja de agobiar ¿Vale?”
“Lo que quiero es pagar mi deuda contigo. Puedo concederte tres deseos. Soy un demonio de deseos efímeros”
“¿Un qué de qué?”
“Puedo conceder tres deseos, pero solo duran veinticuatro horas. No pueden ser materiales, ni tampoco hacer cambiar los sentimientos de la gente”
“Pues menuda mierda” gruñó Spike comenzando a caminar otra vez “Supongo que por eso no he oído hablar de vosotros. ¿Quién coño quiere un deseo que no sea dinero o amor y que dure algo más que un día?”
“Quien quiere ser reina por un día, como si dijéramos” contestó el mini demonio poniéndose a su lado. Spike enarcó las dos cejas en un gesto despectivo “Hace años un vampiro moreno con el pelo de punta me pidió ser Barry Manillow, dos gemelas y que le creciera diez centímetros la… Bueno, ya sabes. Cosas mundanas. ¿Tú no…’”
“Escúchame bien, Koko: odio al bueno de Barry, estoy de tías hasta los huevos y tengo la polla lo suficientemente grande, gracias” Spike vio con regocijo como el demonio se sonrojaba y soltó una carcajada. Dios. Seguro que el vampiro de pelo pincho era el capullo de Ángel. El enano no se rindió.
“Otro de mis poderes es leer la mente. Sé exactamente qué quieres y puedo dártelo” Spike se dio por vencido. Se paró nuevamente y se agachó ignorando el dolor de sus costillas hasta estar a la altura del demonio.
“¿Ah sí? ¿Y cuáles son esos deseos, si puede saberse?”
“Todos relacionados con la Cazadora”
Spike abrió la boca sorprendido, pero volvió a cerrarla. El enano parecía estar hablando en serio. Con su ayuda podía hacerle tragar sus palabras a la cazadora sobre que no había nada entre ellos, y de camino se lo pasaría en grande con ella, aunque si después se acordaba… lo estacaría. Así el tercer deseo lo tenía claro: él sería el único en acordarse de todo lo que pasara.
“Está bien. Acepto los tres deseos, solo que el último lo quiero cuando acabe el plazo de los otros, lo que me dará una ventaja de un día para largarme lejos de Sunnyhell”
“Sabia decisión” el enano se acercó y le hizo señas para que se agachase aún más. Después le puso la mano sobre la cabeza y todo se oscureció para él.
Capitulo 2
Cuando Spike volvió a despertarse, estaba sentado en el suelo, apoyado en la puerta de la cazadora. Por fuera. Se levantó trabajosamente y se apartó un poco de ella. ¿Habrían surtido efecto los dos primeros hechizos? Solo había una forma de comprobarlo. Mientras se ponía una mano sobre el pecho, tocó a la puerta con la otra. Suspiró profundamente y cerró los ojos. Quizás habría sido una buena idea esperar un par de semanas antes de tentar a la suerte. Estaba aporreado y con pocas posibilidades de sobrevivir si cabreaba a la cazadora.
La puerta se abrió y Spike retrocedió instintivamente cuando vio a la cazadora en la puerta con ojos llorosos. ¿Tanto daño le había hecho al ‘invitarla’ amablemente a ’dormir’ en su cripta? No era para tanto, ¿no? El estaba peor. Drusilla se había reído de él en su cara y Harmony le había pateado los huevos y clavado una flecha en el hombro, la cual seguía dentro, por cierto. Eso sin contar el puñetazo que ella misma le había dado y la paliza recibida de los demonios futbolistas.
Fue a abrir la boca para disculparse, pero no le dio tiempo. Buffy se lanzó a sus brazos y lo apretó tan fuerte que todos sus maltrechos huesos crujieron. Él abrió los ojos como platos cuando ella lo besó, como si le fuera la vida en ello. Vale, tenía que reconocerlo. El demonio enano sabía hacer su trabajo.
“Buffy, cariño ¿Ha llegado ya?”
Spike oyó la voz angustiada de Joyce, que venía de la cocina con el teléfono en la oreja. El cordón no daba más de sí, así que lo soltó sin cuidado haciendo que volara por la habitación hasta que se estrelló contra algún mueble. La enana también se acercó a ellos, con un gesto de fastidio en la cara. Buffy no respondió, tiró de la mano del estupefacto rubio e hizo que entrara en la casa, cerrando la puerta tras ella. Después lo miró de arriba abajo, buscando heridas, aparte de las visibles.
“¿Qué te ha pasado, cariño? ¿Estás herido? Nos tenías muy preocupadas”
“¡Oh Dios mío! ¿Ha sido un accidente de tráfico?” Preguntó Joyce el ver el lamentable aspecto de su ‘yerno’
“Más bien parece que le ha atropellado un camión” apuntó Dawn cruzándose de brazos. “Ya que está vivo y coleando, me voy a dormir. Son más de las doce. Hasta mañana cuñadito” Spike le hizo un gesto con la ceja a modo de despedida y suspiró. En menudo lío se había metido. La enana dio media vuelta y desapareció en las escaleras. Una Summers menos.
“Será mejor que te lleves a tu marido arriba, Buffy. Tiene un aspecto lamentable. Le prepararé un poco de sopa”
“Buena idea, mamá” dijo Buffy ayudándolo a quitarse el duster. Spike se quejó. Con cada movimiento que hacía, por mínimo que fuera, le resultaba insoportable. Si hubiera seguido siendo vampiro, seguro que ya estaría casi curado. “Te prepararé un baño caliente y verás cómo te sientes mejor”
Spike dejó que Buffy lo condujera al cuarto de baño del piso superior. Mataría por un güisqui y una buena cama, con Buffy o sin ella. Aunque bien pensado… no se encontraba tan mal.
Buffy hizo que se sentara encima de la tapa del inodoro y después de besarlo dulcemente en la frente, fue a preparar la bañera. Spike seguía todos sus movimientos con una media sonrisa en los labios. ¡Se la veía tan preocupada por él!
“Echaré sales y esos aceites que tanto te gustan” dijo Buffy volviendo su mirada hacia él un segundo.
“Gracias, pet” Spike se quitó la camisa como pudo, pero sacarse la camiseta por la cabeza fue una misión imposible. Buffy fue en su ayuda. De un fuerte tirón rompió la prenda, tirándola al suelo sin ni siquiera mirarla. Sus ojos fueron directos al costado derecho del rubio que lucía un buen moratón. Spike contuvo la respiración cuando sintió su pequeña mano acariciando la herida, notando un movimiento involuntario a continuación en su bragueta. ¡Genial! Se estaba poniendo duro con solo un toque de la Cazadora. Ella no pareció darse cuenta, y eso que era más que evidente el bulto de sus vaqueros.
“Tienes una costilla fuera de su sitio. Habrá que llamar a un médico o ir al hospital. No tiene muy buen aspecto”
“No es nada, Buffy. No te preocupes” dijo Spike con voz dulce, acariciándole la mejilla suavemente. Ella movió la cara y se la besó, lo que lo desarmó por completo. Buffy era demasiado buena para él, siendo vampiro o no, y no se merecía lo que le estaba haciendo. Lo mejor sería largarse y esperar a que el maldito hechizo terminara.
Intentó levantarse, pero Buffy le empujó firmemente para que volviera a sentarse. La cazadora no estaba dispuesta a dejar que se moviera, mucho menos que saliera de la casa. Spike maldijo entre dientes cuando después de quitarle las botas y los calcetines, fue directa al cinturón de su pantalón.
“Puedo hacerlo yo” casi ladró apartándole las manos.
“Vale, estoy deseando ver cómo te quitas esos pantalones tan estrechos sin aullar de dolor” respondió Buffy cruzándose de brazos con una sonrisa. Spike ladeó la cabeza y la estudió, mientras se desabrochaba los pantalones. La rubia era terca como una mula, y si quería desnudarlo, iba a hacerlo. Por otra parte, se suponía que estaban casados, ¿no? No es que a él le diera vergüenza de que lo viera como su madre lo trajo al mundo, es que estaba más tieso que un palo de billar y seguro que la cazadora hacía algún comentario despectivo. Aunque… ¿por qué iba a hacerlo? Era su marido y estaría más que… ¡Dios! ¡Estaba volviéndose completamente loco!
“Vamos, déjame a mí. No es la primera vez que te desnudo” Spike masculló algo ininteligible y se levantó, para que ella pudiera quitarle los pantalones. Los ojos de Buffy se detuvieron dos segundos en su erección. Spike miró hacia el techo, con los dientes apretados, esperando el comentario “Gracias a Dios. Está todo en su sitio y en perfecto estado, Bienvenida a casa”
“¡Bloody hell!” gritó Spike cuando sintió los labios de la cazadora sobre la punta de su pene, dándole un besito. Estuvo a punto de explotar, pero se contuvo. Escuchó la suave risa de la cazadora y se quedó mudo.
“Entra en la bañera, cariño. Te lavaré el pelo”
Spike hizo lo que le pedía sin protestar. No todos los días la cazadora le daba un beso en semejante sitio. Si quería lavarle el pelo, que se lo lavara, es lo menos que podía hacer por ella.
Buffy se arrodilló a un lado de la bañera y Spike cerró los ojos mientras ella le masajeaba la cabeza, evitando el lugar donde tenía un gran chichón. Era la primera vez en muchos años que alguien lo mimaba tanto. Se sentía como en el cielo y no era nada sexual. Los dedos de la cazadora eran suaves, tan deliciosamente suaves que estuvo a punto de dormirse.
“Buffy ¿Puedes salir un momento?”
La voz de Joyce sacó a ambos del íntimo momento. Buffy suspiró y se elevó a regañadientes, mientras Spike rumiaba por lo bajo alguna palabrota.
“No tardo nada, cariño” Spike asintió resignándose y fue recompensado con un suave beso en los labios. La siguió con la mirada hasta que desapareció tras la puerta. Unos segundos después, volvió a aparecer con una sonrisa en los labios “Mamá ya ha avisado a Giles y los chicos que has aparecido. También ha llamado al doctor para que te mire ese golpe en las costillas. No tardará en llegar”
“No necesito ningún bloody médico, Buffy. Es solo un golpe” protestó Spike tragando un poco de agua cuando Buffy le enjuagó el pelo con la ducha. “Puedo terminar yo solo” dijo Spike cuando ella fue a lavarle el resto del cuerpo. Intentó que su tono pareciera normal, pero estaba temblando como una hoja. No soportaría las manos de Buffy sobre ninguna parte de su cuerpo más sin estallar. Ahora más que nunca pensaba que no había sido buena idea dos de los deseos que pidió: Ser humano y estar casado con la cazadora. No creía que fuera capaz de sobrevivir un día entero siendo su marido.
Capitulo 3
Cuando el médico por fin salió de la habitación, Spike suspiró aliviado. Por un momento temió que lo enviara directo al hospital, pero pudo convencerlo de que le dejara en casa con un fuerte vendaje aprisionando la costilla lesionada.
Ahora estaban por fin solos en el dormitorio. Buffy le había llevado a regañadientes un güisqui. Lo necesitaba, después de aguantar el reconocimiento del médico y las inyecciones que le clavó en el trasero: una para la rabia –ya que Buffy le dijo que le había arañado un perro salvaje en la cara-, otra para el tétanos y un calmante para el dolor de la costilla.
Spike esperaba impaciente a que Buffy volviera al dormitorio. Había salido acompañando al médico, y ya la echaba de menos. Después de terminar su baño, ‘su esposa’ lo había ayudado a ponerse unos bóxer de corazoncitos, (supuestamente su último regalo de San Valentín) y le había arropado en su cama. Estar en la cama de la cazadora había avivado todos sus deseos por ella. No veía el momento en que la puerta se abriera y ella se reuniera con él en la cama. Tenía un gran conflicto interior, producido posiblemente por su prestada alma.
Por un lado, el diablillo rojizo de grandes cuernos que veía cuando cerraba los ojos, le decía que tomara lo que ella indudablemente le ofreciera en esa realidad donde eran una pareja de enamorados. Spike se acordaba perfectamente de la tremenda atracción sexual que había entre ellos cuando estaban cerca. Ya la experimentaron hacía un año cuando la Red los atrapó en un compromiso matrimonial con aquel hechizo de ‘Hágase mi voluntad’, aunque la rubia no hubiera querido reconocerlo el día anterior. Se deseaban mutuamente de una forma explosiva y solo el fin del mundo podría evitar que esa noche se acostara con ella. Bueno, eso y la conciencia que le golpeaba en ese momento. El querubín de rubios cabellos que revoloteaba a su alrededor con sus pequeñas alas le decía que no estaba bien aprovecharse de la situación. Estaba seguro que alucinaba, que lo que veía era producto de los medicamentos que el médico le había inyectado, porque de otra forma los hubiera espachurrado entre sus manos. Lo intentó.
Todavía se estaba debatiendo entre dudas, cuando la puerta del dormitorio se abrió. Buffy apareció sonriente, cerrando tras ella y echando el cerrojo. Por su mirada supo que iba a ocurrir: lo deseaba. Y él a ella. Lo hacía desde la primera vez que la vio en el Bronze, y por sin su sueño de tenerla se iba a convertir en realidad. Spike inspiró profundamente cuando la vio caminar hacia la cama, mientras iba desprendiéndose de la ropa. El angelito ganó la batalla. Se maldijo a sí mismo y a su conciencia y se concentró en parecer calmado mientras hablaba.
“Buffy… me encantaría, pero no creo que esté en condiciones de… bueno ya sabes. La costilla rota…”
“Tendré cuidado, cariño. Hay una forma en la que tú no tendrás que hacer ningún esfuerzo” Spike siguió los movimientos felinos de la cazadora, liberándose de su ropa. Posó los ojos sobre los dos perfectos globos que eran sus pechos y tragó con dificultad. No creía ser capaz de resistirse si Buffy seguía adelante con sus planes. Buffy fue hacia él con solo unas pequeñas braguitas como única vestimenta. Estaba a punto de subirse a la cama cuando el teléfono sonó.
Spike bendijo su buena estrella, pero por otro lado se acordó de todos los ancestros del llamante. En cuanto pasara el hechizo, buscaría a quien fuera y lo dejaría seco, aunque le reventara la cabeza por el chip.
“Dame un segundo, querido” dijo Buffy sentándose en la cama y cogiendo el teléfono “Hola Willow. Sí, todo está tranquilo”
‘Tranquilo’ Esa no era la palabra para describir su estado –pensó Spike cerrando los ojos, mientras escuchaba de fondo la susurrante voz de Buffy. No necesitaba tener los ojos abiertos para ver con toda claridad el perfecto cuerpo de la cazadora. Sus redondeados y rosados senos, su estrecha cintura y la sombra de su pubis que se adivinaba bajo la tela de las braguitas de encaje. Estaba seguro que en cuanto se metiera en la cama con él, todas sus buenas intenciones desaparecerían. Buffy apartaría las sábanas, le quitaría los absurdos bóxer de corazoncitos y se deslizaría sin dificultad sobre su erección, enviándolo directamente al cielo, y como consecuencia al infierno, cuando pasara el efecto del hechizo.
Claro que para eso estaba el tercer deseo: que la cazadora no se acordara de nada hasta un día después. Eso le daría una ventaja para largarse. Bostezó ostensiblemente y se acomodó mejor en la almohada. El sueño empezaba a vencerlo. Sin embargo, necesitaba aguantar. La cazadora no tardaría mucho en despachar a su amiga y estaría con él en su mullida cama. Esperó, y esperó… hasta que ya no pudo más y se entregó a los brazos de Morfeo.
La luz de la mañana se filtraba por la ventana cuando Spike abrió los ojos. Su primer impulso fue saltar de la cama para escapar a la hiriente luz del sol, pero entonces recordó que era humano, hasta las doce de la noche de ese mismo día. Recordó que se había quedado dormido esperando a Buffy. ¡Buffy! Con un poco de suerte todavía estaría en la cama, dormida a su lado. Se giró hacia el otro lado de la cama y emitió un profundo gruñido al comprobar que la rubia no estaba allí. Lo que sí estaba era la huella de su cabeza sobre la almohada. Llevó la mano hacia el hueco y lo acarició suspirando. Por lo menos habían dormido juntos, aunque no se acordaba de nada.
Su estómago rugió al llegarle un sabroso olor de la cocina, así que se levantó con cuidado buscando su ropa. Echaba de menos los desayunos humanos y ese beicon olía a gloria. Buscó por toda la habitación, pero su ropa había desaparecido. Fue al armario de Buffy con la esperanza que allí hubiera ropa suya, y así fue. Sacó unos vaqueros y una camisa, pero después de unos minutos de dolores y maldiciones, los dejó sobre la cama. Suspirando, tomó un albornoz gris de Buffy y se lo puso tapando los bóxer de corazoncitos. Se sentía ridículo con ellos puestos, pero no tenía ni fuerzas ni ganas para buscar otros.
Bajó despacio las escaleras, sujetándose el costado. Lo último que le faltaba era rodar por ellas y quedarse totalmente lisiado las horas que le quedaban para terminar el conjuro. Fue hasta la cocina y casi dio un respingo al ver a Joyce preparando el desayuno. La mujer lo vio a su vez y le sonrió con simpatía, haciéndole un gesto con la mano para que entrara. Él lo hizo, tenía hambre y siempre se había llevado bien con Joyce.
“No deberías haberte levantado, Spike. Es demasiado pronto”
“Olí ese estupendo beicon y no pude resistir la tentación”
“El desayuno ya está casi listo. Siéntate donde quieras”
Spike se sentó en una de las sillas, tocándose el pecho con un gesto de dolor. Joyce se percató y se acercó a él, preocupada.
“¿Estás bien, cariño?”
“Si, no te preocupes, Joyce. Me duele un poco al respirar. Mientras no me esfuerce mucho, todo va bien…”
“Entonces no lo hagas. Tómate el desayuno y vuelve arriba. Yo te ayudaré” Spike le sonrió y Joyce fue a servirle un plato de huevos con beicon y café. Mientras ambos desayunaban, Spike se preguntaba donde estaba Buffy, aunque por la hora debía de estar en la universidad. Joyce debió entender sus constantes miradas al reloj de pared, porque dijo con una sonrisa: “Buffy ha ido a la farmacia por tus medicamentos. Debe de estar al llegar”
“Estoy bien, no debería…”
“Eres su marido. Por supuesto que debe” Joyce alargó la mano sobre la mesa y tomó la suya “Ella es feliz desde que estáis juntos. Has sido su apoyo desde que caí enferma y no sabes cómo te lo agradezco. Buffy no ha tenido buena suerte con sus anteriores novios y se merece ser feliz. Gracias, William”
Spike sintió que los ojos le ardían. Oír su nombre humano en la boca de Joyce y dicho con tanto cariño le llegó al alma. En un impulso se levantó y besó a la mujer mayor en la mejilla, justo cuando Buffy entraba y los miraba con lágrimas en los ojos.
Supo que no podía seguir con esto. Debía buscar a Koko y pedirle como último deseo que todo acabara ya. Pero ¿Cómo podría hacerlo? No podía salir a buscarlo y dudaba mucho que el enano apareciera en la casa como por arte de magia.
Capitulo 4
Una vez de vuelta al dormitorio de Buffy y debidamente acomodado en la cama, Spike se impacientó. Buffy caminaba de aquí para allá sin parar de hablar mientras colocaba en el armario la ropa planchada. La verdad es que le dolía otra vez la cabeza y lo único que quería era que ella se fuera para poder idear un plan para escapar de la casa Summers.
Sin embargo, ella no tenía esos mismos planes. Después de colocarlo todo, y tras escuchar a Joyce despedirse desde abajo, le sonrió y cerró la puerta del dormitorio con el cerrojo, sonriéndole de forma seductora. Spike apretó la mandíbula hasta que le dolió y maldijo por lo bajo. La rubia era una chica de ideas fijas. Quería acostarse con él, e iba a hacerlo. Intentó pensar rápidamente en algo para hacerla desistir, pero no encontró ninguna creíble.
Buffy se movió hacia la cama y se tumbó a su lado, acariciándole la cara con la yema de los dedos. Así de lado, Spike podía sentir su cálido aliento en su rostro. Alargó una mano y la apoyó sobre la cadera de ella. Buffy llevaba puesto una camiseta blanca y unos short de color rosa pálidos que nunca le había visto. Estaba preciosa con el pelo suelto y ni un rastro de maquillaje.
“Eres increíble, Buffy” dijo sin poderse contener. Ella le sonrió y le besó tiernamente en los labios, apretándose contra él, que también se puso de lado.
“Tú eres mi todo, Spike. No podría vivir sin ti…”
Se le hizo un nudo en la garganta. Fue a hablar, a contarle toda la verdad, pero cuando iba a hacerlo, los labios de la rubia cazadora se posaron sobre los suyos y lo silenciaron. Buffy se colocó sobre él con cuidado, acariciándolo y restregándose contra él. Spike cerró los ojos y se abandonó a la sensación de sentirla, de probar su sabor tan añorado. Se lo diría en cuanto dejara de besarlo, se prometió a sí mismo. Buffy descendió lentamente por su cuerpo, dejando un rastro de besos y lametones en su camino. Se detuvo en su ombligo y lo acarició con su lengua cálida y húmeda arrancando gemidos incontrolados de su boca. Estaba perdiendo la cabeza, la deseaba y no quería que parara, mucho menos cuando notó como ella le bajaba los bóxer de corazoncitos y liberaba su enorme erección. Se encogió literalmente cuando sintió sus manos rodeándolo, y abrió los ojos de golpe cuando su lengua le tocó tímidamente al principio y después con más seguridad. Spike no podía creer lo que estaba pasando. Verla allí a sus pies, dándole placer con su boca era demasiado. Apretó con fuerza la mandíbula intentando contenerse y no mover sus caderas cuando ella le albergó dentro de su boca. Estaba a punto de estallar…
“Buffy…Oh Dios, Buffy” gimió cuando ella le pellizcó los testículos sin dejar de hacerle el amor con su boca. Spike sintió un leve ruido a su izquierda y abrió los ojos. Casi le dio un pasmo al ver a Koko revoloteando sobre ellos. Spike miró a Buffy, pero ello seguía en lo suyo y no había visto al jodido mini demonio. El ex vampiro le hizo señas con la mano para que desapareciera, pero el otro se encogió de hombros, como si no le entendiera “¡Largo, joder!” masculló entre dientes, moviendo la mano con más energía.
“¿Qué…” Buffy hizo intención de levantar la cabeza, pero Spike se lo impidió poniendo las dos manos sobre ella, hundiéndola en su erección hasta que casi la chica no pudo respirar.
“Sigue, cariño, sigue… no te pares, por favor” le dijo Spike, aflojando un poco la presión de sus manos y lanzando a Koko miradas asesinas. Por fin el demonio desapareció y Spike suspiró aliviado. La tensión del momento había evitado que llegara al clímax. Todavía podía detener a Buffy.
“Te necesito ahora, Spike. Te quiero dentro, ya” Spike volvió su atención a la rubia, que sentada a horcajadas sobre él se estaba despojando de la ropa.
“Buffy… tenemos que hablar…” logró decir, tragando con fuerza cuando ella se sentó nuevamente sobre su dura masculinidad, frotándose contra ella.
“Después” Spike se agarró a las sábanas y jadeó mientras ella tomaba su sexo entre sus manos y se deslizaba en él. Spike no podía moverse, y apenas podía respirar por el dolor de sus costillas, pero se dejó llevar. Lo único que podía hacer para detenerla, era lanzarla fuera de la cama, y sinceramente no tenía el valor para hacerlo. Ella era una diosa, moviendo las caderas de arriba abajo, apretándolo con sus músculos interiores, haciéndolo rogar y gemir como nadie había conseguido nunca. Ella también jadeaba, le susurraba palabras de amor al oído cuando se inclinaba hacia él ofreciéndole sus senos. El los tomaba con sus manos y sus labios, saboreándolos, apretándolos y ella gemía más fuerte y se movía más sobre él.
Notó como la respiración de ella se aceleraba, como sus paredes lo estrechaban más y su propio deseo lo desbordó. La tomó de las caderas y movió las suyas una sola vez, pero tan dentro, que consiguió que Buffy llegara al final con un grito, y él la siguiera con el orgasmo más formidable que había sentido en su vida.
Después ella se dejó caer sobre su cuerpo, totalmente desfallecida. Spike le acarició la espalda, el trasero intentando calmarla y calmarse el también. Cuando Buffy recuperó la facultad de hablar, le besó en el pecho sudoroso y le dijo que lo amaba. Spike la besó en el pelo y suspiró.
“Por favor, cariño. Dime que tomas la píldora” Buffy rió por lo bajo, levantó la cabeza y arqueó una ceja. “Es por el golpe, no me acuerdo si lo haces o no…”
“Claro que sí la tomo. Estoy en la universidad todavía y quedamos en esperar a tener hijos hasta que la terminara”
“Genial” Dijo Spike con un suspiro. Si encima de acostarse con la cazadora la dejaba embarazada, la rubia lo haría trocitos antes de estacarlo. La miró y vio como ella hacía un puchero. Supuso que no le había gustado mucho su reacción ante la perspectiva de tener hijos. “No es que no quiera ser padre, es que no me acordaba de lo que habíamos hablado y tenía miedo de…”
“Está bien, lo entiendo” le cortó Buffy con un beso. Spike volvió a suspirar. Era el momento de decirle toda la verdad, pero el timbre de la puerta sonó y arruinó el momento “Voy a ver quién es. Descansa mientras”
“No tardes, luv” Spike vio como la cazadora se vestía rápidamente y dejaba la habitación. Después oyó la voz inconfundible de Giles y maldijo. Odiaba al ex vigilante. Cerró los ojos un momento y se acordó de Koko, el demonio mirón. “Aparece desgraciado, que te voy a decir unas cuantas cosas”
Como por arte de magia, y haciendo un plof, el demonio se materializó frente a él, revoloteando.
“¿Qué coño hacías espiándonos mientras, mientras… descansábamos, degenerado?” gruñó Spike intentando cogerlo con la mano. El demonio lo esquivó, poniéndose fuera del alcance del furioso ex vampiro
“Sentí que me necesitabas y aparecí. No seas desagradecido. Yo no tengo la culpa de que la cazadora te la estuviera…” el mini demonio se detuvo al ver la expresión de ira de Spike. Carraspeó mientras buscaba una palabra adecuada para describir lo que Buffy le estaba haciendo, pero no la encontró, así que rectificó sobre la marcha “…mientras la cazadora estaba cuidándote con esmero” Spike gruñó algo sobre su madre y él demonio sonrió.
“Necesito que acabes con esto. La cazadora me va a despedazar cuando se acuerde. No me podré esconder de ella ni en el fin del mundo”
“Te queda un deseo, úsalo”
“Ese era el plan, pero me dijiste que solo dura un día. No quiero que se acuerde nunca, o no podría vivir tranquilo”
“Bueno…hay una solución”
“¿Cuál? Haré cualquier cosa”
“Haciendo una excepción contigo, puedo utilizar tu último deseo volviendo el tiempo hacia atrás, hasta el momento en que viste la pelea. Solo tienes que no intervenir, dejar que todo siga su curso y así yo no te daría los tres deseos y esto –dijo el enano señalando la cama revuelta- no habrá sucedido nunca. Solo tienes que desear volver atrás en el tiempo”
“Pero si no intervengo, puedes morir” dijo Spike no muy convencido por el apaño.
“Ese no es problema tuyo”
“Sí que lo es. Yo… te considero un amigo” susurró Spike bajando la cabeza.
“Entonces deja que te ayude. Es mi trabajo”
“Si vuelves el tiempo hacia atrás, yo tampoco me acordaré de nada, ¿no?” el enano asintió con la cabeza. “¿Puedes hacerlo ya? No quiero volver… a aprovecharme de…”
Koko descendió hacia la cama y puso sus manos sobre la cabeza de Spike, con una sonrisa. ¡Los vampiros eran unos seres tan raros…”
Cuando Spike se despertó, era de noche y estaba tumbado en el suelo del cementerio.
“¿Qué demonios?”
Sacudió la cabeza y se levantó tambaleándose. No sabía qué le había pasado. Lo último que recordaba es haber seguido a la cazadora hasta su casa y como ella le cerró la puerta en las narices. Supuso que se había ido al bar de Willy y se había emborrachado.
Empezó a caminar hacia su cripta. Un par de días durmiendo le sentarían genial. Al dar la vuelta en una esquina oyó unas risas y gritos como de lucha.
Estaba hecho polvo, pero fue a investigar. Un grupo de demonios estaba pateando a otro. Sintió como un Deja Vú. ¿No había vivido esto ya? Fue hacia ellos y se apoyó sobre una lápida, para ver mejor el espectáculo. De pronto, uno de los demonios lanzó al pequeño, hecho una bola hacia una de las lápidas. Con un rápido movimiento lo interceptó, antes de que se estrellara.
Intercambió unas cuantas palabras con los demonios, para que dejaran en paz al otro, pero no parecían muy receptivos. Entonces la lucha se desencadenó. Cuando se despertó, el enano estaba sobre él, y los demás demonios muertos.
“¿Te importaría…?” el mini demonio se bajó de un salto. Le miró con sus ojillos de color indefinido y le sonrió.
“Gracias por tu ayuda”
“De nada. Ahora me voy a casa, estoy hecho polvo”
“Si puedo hacer algo por ti…” Spike negó con la cabeza y Koko suspiró. Spike le había vuelto a ayudar, y él lo iba a hacer también. No le diría qué era y así no tendría que darle los tres deseos, porque seguro que volvía a desear lo mismo. “Spike…” el rubio se volvió con un gesto de cansancio en la cara. “Algún día conseguirás uno de tus deseos, te lo prometo, por lo menos uno de ellos”
“¿Qué?” preguntó Spike frunciendo el ceño.
“Confía en mí” el vampiro se encogió de hombros y siguió su camino. Deseos. Ahora su único deseo era acostarse con la cazadora. Era lo que llenaba sus sueños todos los días. Tenerla en sus brazos y darle placer, pero lo veía tan imposible como tocar la luna. Ese demonio enano estaba chiflado.
Fin.