El Invitado
Durante la cuarta temporada de BTVS.
Una vez que Spike se ha mudado al sótano de Xander, va de “visita” a casa de Giles.
Había sid un día terrible y Giles estaba deseando volver a casa, darse una buena ducha y relajarse. Un buen libro y un vaso de su whisky escocés favorito lo conseguiría.
Buffy y él habían estado patrullando por varios cementerios de Sunnydale, a la caza de unos demonios que escupían babas paralizantes, y maldita sea, él no era una Cazadora, con reflejos de cazadora, sino un ex vigilante cuarentón que debería haberse retirado hace unos años. Sí, ahora podría estar en White’s, su club londinense favorito, compartiendo charlas interesantes con sus contertulios y no teniendo que estar por ahí matando demonios con nombres impronunciables.
Abrió la puerta de su apartamento suspirando complacido. “Hogar, dulce y solitario hogar” repitió en su cabeza varias veces para conseguir creérselo. Se quitó el abrigo y lo colgó en la percha de la entrada. Todo estaba muy silencioso. Desde que había mandado a Spike con Xander la normalidad había vuelto a su hogar. Ya no tenía que aguantar al vampiro blanqueado, ni sus continúas asquerosas exigencias sobre los cereales con sangre, ni su total falta de educación.
Estaba harto de sus palabras soeces, por no hablar de su insana afición por pasearse desnudo por la casa, cada vez que se levantaba o salía de la ducha. Giles tenía clarísimo que lo hacía por molestarlo.
Pero todo eso había acabado. Ahora estaba por fin libre de él. Lo sentía por Xander, pero necesitaba su intimidad, y la tranquilidad de no toparse al rubio despatarrado en el sofá viendo la tele y comiéndose sus snack tal como Dios lo trajo al mundo.
Sonrió con satisfacción. Pero le duró poco cuando le llegó un ruido del sofá. Encendió la luz poniéndose en guardia. Sus cansados ojos se abrieron como platos al ver la cabeza rubio platino asomando por encima de su sofá.
“Llegas muy tarde, Vigilante. Y apestas” Giles se quedó mirando al vampiro ocupa que estaba “tirado” en su sofá, comiéndose sus palomitas y bebiéndose por todo el morro su cerveza de importación.
“¿Cómo demonios has entrado, Spike?” gruño el inglés más mayor apretando los dientes para ahogar unos cuantos insultos que le venían a la cabeza.
“Te birlé una copia de las bloody llaves la última vez que estuve aquí” reconoció Spike acomodándose mejor, sin dejar de mirar la tele “Como comprenderás debía tener una segunda opción. No sabes lo que es vivir en ese asqueroso sótano con el imbécil de Xander, la salida de su novia y la pirada de su madre. No hay quien los soporte”
“Me da igual lo que pase en casa de Xander. Lárgate Spike. Estoy muy cansado y… tengo planes para esta noche” Spike levantó una ceja y ladeó la cabeza, con una sonrisa irónica que no presagiaba nada bueno.
“Una cita… con tu mano, ya. Te oí unas cuantas veces” Giles fue a protestar, pero Spike siguió como si nada “Súper oído de vampiro, ya sabes. Algunas veces escuchas cosas que no quisieras, pero oír como llamabas “mi cosita querida” a tu polla fue lo máximo”
“¡Yo no…! ¡Eres un cerdo asqueroso!” gritó el vigilante, todo indignado. Spike siguió comiendo palomitas como si nada.
“No soy yo el que se la casca los lunes, miércoles y viernes… Por cierto, no creas que no sé como me mirabas cada vez que me duchaba…”
“¡Era para vigilarte! ¡Por si intentabas escapar!”
“Sí, claro. Me vigilabas con la vista clavada en mi culo… ¿Te gusta mi culo, Giles?”
La paciencia del vigilante se agotó. Cogió de un puñado al vampiro y lo arrastró hacia la puerta. Spike agarró al vuelo la cerveza que tenía a medias y apretó con fuerza el cuenco de palomitas.
“¡Eh viejo, mi abrigo” gritó resistiéndose a salir.
Giles abrió la puerta con una mano, mientras con la otra cogía el abrigo del vampiro y los lanzaba a ambos a la calle. Spike lo miró con el ceño fruncido.
“¡Joder, Rupert! ¡Todavía no ha terminado el maldito partido!”
“¡Vete al infierno, Spike” Giles le cerró la puerta en las narices, soltando una variedad de insultos de su tiempo de destripador.
'Oh, si tuviera diez años menos…' -pensó suspirando y empezando a recoger las latas de cerveza vacías, las bolsas de patatas y demás basura que Spike había dejado tirada en el suelo en su ausencia. Después sonrió a su pesar. Volvía a estar solo, sí, pero era mucho más divertido vivir con Spike… ¡y qué culo tenía el muy condenado!
FIN