Dreams let me Down by Addie Logan y traducido por Ligia
Buffy Summers es una chica ¿normal? que vive con su novio y está preparando su boda. Es feliz y todo es perfecto ¿o no?
Buffy Summers se despertó con la clara sensación de que algo no estaba bien en el mundo. Se incorporó con lentitud, mirando la habitación que le rodeaba frunciendo el ceño. Por un momento todo se le hizo extraño, como si nunca antes hubiera visto esa habitación, pero en un instante todo cambio y supo donde estaba, en su cuarto, en su casa, que compartía con su novio.
Cuando el recuerdo de él entró en su mente, Buffy sonrió, olvidándose de la incomoda sensación con la que se había despertado. En su lugar se acordó de lo emocionada que estaba por su próxima boda, recordar lo feliz que eso la hacia. Desvió la mirada hacia el diamante que lucia en su mano izquierda, mordiéndose la comisura del labio, mientras daba vueltas al anillo.
Se detuvo cuando se vio la palma.
La palma de su mano izquierda estaba marcada por una cicatriz irregular, resto de lo que había sido una quemadura, Buffy frunció el ceño al tiempo que trazaba las líneas de color rosa pálido y blanco de la mano y trató de recordar donde se la había hecho. Una no se olvidaba de cuando se hacia una herida que dejaba esa cicatriz.
Buffy cerró los ojos al tiempo que acariciaba la cicatriz con los dedos, tratando de sacar del fondo de su mente los recuerdos. Recordó la luz, el fuego, una mano fuerte en la suya...
Unos ojos azules...
Contuvo el aliento, con los ojos muy abiertos cuando una ola de reconocimiento se apoderó de ella, para luego desaparecer. Los recuerdos que había visto desaparecieron para ser sustituidos por su mano contra una estufa caliente. Se sacudió esos recuerdos, preguntándose de donde había salido lo primero que había recordado. Debió de haber tenido un extraño sueño para olvidarse de que se había quemado con una estufa.
— No tengo que comer más comida china si me despierto a media noche.— murmuro para sí apartando las sábanas.
Siguió con la rutina que seguía todas las mañanas, tratando de ignorar la persistente sensación que había en su mente de que algo no iba bien. Se sentía como si se olvidara de algo, como si hubiera ido a una tienda sin una lista y no pudiera recordar por qué estaba allí, sabía que era algo más vital que el pan y la leche.
Buffy recogió los restos del desayuno, quitando de la mesa los restos de cereal que se empaparon con la leche. Con un suspiro lo llevó a la cocina y lo echó a la basura antes de lavarlo. Estaba quitando los restos de jabón cuando levantó la vista y miró por la ventana.
El cuenco se le cayó de las manos, rompiéndose en el fregadero, Buffy dejó escapar un grito de sorpresa. Una mujer extraña estaba en el patio de enfrente de pie, sus antinaturales ojos azules no se apartaban de Buffy, Buffy trastabilló hacia atrás, con el corazón agitado en su pecho.
En un abrir y cerrar de ojos la mujer había desaparecido.
Buffy salió corriendo buscando con desesperación alguna señal de que había estado allí, de que no se estaba volviendo loca, pero estaba sola, no había ni rastro de la mujer de los ojos azules en ningún sitio. Con manos temblorosas Buffy se apartó de la cara el largo cabello rubio, su pecho se agitaba a causa de su respiración agitada.
Esto no tenía explicación…Algo no estaba bien…
¿Pero que podría estar mal? Se había despertado igual que lo hacia todas las mañanas.
Tal vez eran los nervios. Se casaba dentro tres días, era normal estar nerviosa antes de casarse ¿verdad?
Se inclinó para acariciar su anillo de compromiso, dio la vuelta a la mano y acarició con los dedos la suave marca de la quemadura.
Ardor…colapso…es el fin…todo se derrumba…
Te quiero…
Buffy cerró los ojos y se agarro la cabeza, queriendo parar lo que le estaba sucediendo. Abrió los ojos de nuevo y dejo de escapar un suspiro de frustración antes de decidir con determinación que no tendría más esos pensamientos locos. Iba a entrar, a prepararse para reunirse con sus damas de honor, tal y como había planeado, olvidándose de todo lo raro.
Era una chica normal, con una vida normal y eso era todo.
Hizo caso omiso de que la palabra —normal— no significaba nada.
Buffy había esperado que la extraña sensación de esa mañana hubiera desaparecido al ver a sus damas de honor. Estaba segura de que cuando estuviera con sus amigas, hablando de su boda, se sentiría bien de nuevo.
No fue así. En todo caso, se sintió peor.
Se había reunido con sus cuatro damas de honor en una cafetería, sin embargo cuando entró no reconoció a ninguna de las mujeres que la llamaban agitando las manos. Por un instante, se las quedo mirando hasta que al final los nombres y los recuerdos de cada una llegaron a su mente.
Sin embargo cuando se sentó con ellas, se sentía extrañamente indiferente, como si no tuviera ningún vinculo emocional con ellas. Se acordaba de ellas, igual que se acordaba de su película favorita, un recuerdo que veía, pero del que no participaba
— Buffy ¿Estás bien? Se te ve un poco pálida.
Buffy miro a la mujer que acababa de hablar, frunció el ceño tratando de pensar algo sobre ella que le pareciera real. Teresa, se llamaba Teresa y eran amigas desde el instituto, Buffy solía pasar parte del verano con ella en su casa de la playa,
¿Por qué eso no hacia que Buffy sintiera algo?
— Lo siento, no sé qué me pasa hoy. Me desperté con una extraña sensación y no he sido capaz de quitármela de encima—contestó Buffy. Se miró la mano, observando como la luz jugaba con el diamante en su dedo—Supongo que son los nervios por la boda.
Otra chica, Cindy su nombre era Cindy, soltó un bufido.
— Si yo me fuera a casar con una captura como la tuya, ya le estaría esperando en la iglesia. Tienes mucha suerte, Buffy. Es como si estuvieras viviendo en un cuento de hadas y hubieras encontrado a tu príncipe azul— sonrió a Buffy de forma burlona— Estoy celosa.
— Si, es un gran tipo—coincidió Buffy dándose cuenta de algo sorprendente.
No sabía con quien se iba a casar…
El agujero de miedo de su estomago se hizo más grande, convirtiéndose en puro terror. Algo tenía que haberle pasado. ¿Y si se había golpeado en la cabeza o se había herido de alguna manera? Debía de estar enferma, la gente no surgía de la nada. Una no se despertaba una mañana y se olvidaba de toda su vida.
Miro por encima de la cabeza de Cindy hacia la ventana, y abrió los ojos al reconocer a alguien en la calle. Sin pensar en nada más, salió corriendo de la cafetería, sin hacer caso de sus amigas, que la llamaban.
Cuando llegó a la calle, la mujer había vuelto a desaparecer, Buffy miró frenéticamente a su alrededor, sin hacer caso de los coches que a toda velocidad se dirigían a ella. Emitió un jadeo de sorpresa cuando uno se detuvo a poca distancia de ella, el conductor le gritaba al tiempo que hacia gritar el claxon.
Sin dejar de temblar, Buffy se disculpó con rapidez y regresó a la puerta de la cafetería donde sus amigas la esperan horrorizadas
— ¿Qué te ha pasado?—preguntó Tracey— Has...has salido a la calle sin mirar.
— No, no... Era un mujer—dijo Buffy mirando a su alrededor por si la veía de nuevo. – Tenía el pelo azul, los ojos azules y una...una especie de mono de cuero del mismo color. La he....la he visto esta mañana, pero sigue desapareciendo.
Sus amigas se miraron entre ellas, Cindy iba a hablar.
— Buffy…
— ¡No estoy loca!— gritó Buffy asustando a su amiga— Mirad, se como suena, pero se lo que he visto. Algo me esta pasando. Algo no va bien.
— Cariño, creo que podrías estar estresada con todo esto de planificar la boda.—dijo Tracey acariciando su hombro— Has estado de aquí para allá planificándolo todo desde que te comprometiste, para que todo sea perfecto, eso me suena a agotamiento.
Buffy no sabía si echarse a llorar o a gritar, pero no hizo ninguna de las dos cosas.
— No me estoy imaginando nada.
Tracey le tomo de la mano y la condujo a una de las mesas de la terraza de la cafetería.
— Ven siéntate y lo llamaremos para que te venga a buscar ¿De acuerdo?
— Está trabajando.—dijo Buffy,
— Vendrá a buscarte—dijo Tracey con una sonrisa suave.
Buffy asintió, aunque no quería que nadie viniera a buscarla. Quería irse a casa, quería recordar dónde estaba su casa.
Se sentó con la cabeza entre las manos mientras esperaba que el hombre que no recordaba viniera a recogerla. Sus amigas trataron de hablar con ella, pero no les respondía, el miedo del principio del día comenzaba a apoderarse de ella.
— ¿Buffy? Buffy… ¿estás bien?
Esa voz le era familiar…Levantó la vista, una oleada de alivio la invadió cuando comprobó que conocía al hombre que se acercaba. Tenía recuerdos sobre él, pero sobre todo sintió que tenía una conexión con él. Algo se agitaba en su interior, cuando pensaba en él.
— Angel—dijo con un suspiro de alivio.
—Sí. Tracey me llamó y me dijo que tenía que venir a buscarte por que no te encontrabas bien. Algo sobre que habías perseguido a una mujer por la calle.— dijo Angel frunciendo el ceño.
—Lo siento mucho— contesto Buffy – Sé que tienes un montón de trabajo que arreglar antes de la luna de miel y…
—Ey, está bien—dijo Angel interrumpiéndola. Se arrodilló delante de ella y tomo sus manos entre las suyas— Si me necesitas ahí estaré. Siempre, Buffy. Debes de saberlo.
Buffy lo miró a los ojos y asintió, incluso aunque una voz que se parecía mucho a la suya le susurraba en la cabeza —No, no es así...siempre me fallas, no como…
¿Cómo quien? No podía recordarlo…
Angel la atrajo hacia si, sin soltarle las manos. Buffy quería pegar un tirón y soltarse de él, pero no lo hizo, porque se sentía incapaz de recordar por que tenía que sentir antipatía por Angel en ese momento. Sabía que lo amaba y sobre todo recordaba cómo se sentía al amarlo. No se sentía extraña.
—Vamos, vámonos a casa— dijo Angel soltándole una mano para acariciarle la mejilla, metiéndole detrás de la oreja un mechón de pelo.
—¿No tienes que volver a trabajar?—preguntó Buffy.
—Wolfram & Hart puede sobrevivir sin mi un rato—dijo Angel sonriendo levemente.
Buffy le respondió con una inclinación de cabeza dejando que la alejara de la cafetería.
Dijo adiós a las otras cuatro mujeres, agradeciéndoles que llamaran.
Buffy no dijo nada en absoluto.
Tan prono como entraron en casa, Buffy se sentó en el sofá, mirando con detenimiento a su alrededor, buscando algo que le recordara algo en la casa.
Angel se sentó a su lado y la envolvió en sus brazos, tirando de ella contra su pecho
—¿Qué te pasa Buffy? ¿Te sientes mal? ¿Llamo al médico?
—No lo sé—contestó Buffy— Solo que…Dios vas a pensar que estoy loca...
—Nunca podría pensar que estás loca— dijo Angel besándola en la coronilla. Se rió con suavidad— Bueno tal vez un poco, pero no ahora te lo prometo.
Buffy se apartó de él y se abrazó a sus piernas.
—Desde que me he despertado esta mañana, no me he sentido bien. Es como si debería de estar en otro lugar, Maldición, ser otra persona. Es como si estuviera caminando por un sueño, y no me refiero a que todo es perfecto. Es como si…como cuando estás soñando y sabes que estás soñando pero tu cerebro trata de convencerte de que no lo estás haciendo…
Al ver que Angel no le decía nada, respiró profundamente y decidió decirle el resto.
—He visto a esa mujer, dos veces. La he visto en la calle. Tiene el pelo y los ojos azules, pero no de un azul normal. Es un azul raro como su no fuera humana, ese azul lo tiene también en la piel, como marcas, y lleva una especie de mono de cuero del mismo azul. Parecía tan real, Angel, más real que cualquier otra cosa que haya visto hoy.
Durante un largo rato, Angel no dijo nada y a Buffy le preocupaba que fuera a olvidar eso de que no estaba loca y la iba a poner en observación.
En su lugar la abrazó por detrás y la besó en la cabeza.
—Creo que últimamente has estado bajo mucha presión, Buffy ¿Por qué no te vas a la cama y descansas un poco? Seguro que te sientes mejor después.
Está bien, quizás no pensaba que estaba loca, pero era evidente que no creía que estaba muy cuerda. Y él no iba a ayudarla a resolver esto.
—Angel…
—Buffy, estás cansada—dijo Angel de forma severa como si fuera una niña— Te has matado planificado la boda y necesitas descansar, cuidar de ti misma. ¿Vas a irte a la cama o voy a tener que llevarte yo?
No le gustaba eso. La agradable sensación que había sentido cuando había visto a Angel, había desaparecido, dejándola más confundida todavía. Angel también estaba mal. Todo estaba mal.
Pero tal vez tenía razón. Tal vez necesitaba dormir. ¿Sería tan fácil? ¿Podría dormir y al despertar sentir como si la vida fuera correcta?
—Puedo ir yo sola—dijo poniéndose de pie— Lo siento…siento haberte molestado y hacer que dejaras de trabajar.
—Está bien— dijo Angel poniéndose a su lado, le sonrió mientras le acariciaba la mejilla— Eres más importante que mi trabajo. Te quiero, Buffy.
La besó y se acordó de un beso que le había dado en el pasado, un beso que la hizo desmayarse, como la hizo sentir como si nada, salvo Angel, existiera en el mundo.
No sentía nada de eso ahora.
Buffy se aparto, le sonrió de manera forzada y se fue al dormitorio.
Cuando al final estuvo sola, se echo a llorar.
Soñaba con fuego…
Soñaba con fuego y unos ojos azules, y un amor tan fuerte que la destrozó cuando desapareció
Se despertó jadeando, dándole la mano a alguien que no estaba allí, su cicatriz le hormigueó con los recuerdos de las llamas.
Se dio cuenta mientras se quitaba las mantas, que echaba de menos a alguien. Alguien se había ido y el dolor era tan profundo que le daban ganas de gritar al universo por algo injusto. Y era peor porque ni siquiera podía recordar cómo se llamaba.
Pero sentía el dolor como alguien familiar. Estaba en su corazón y sabía que estaba allí desde hacia tiempo, que iba con ella y se negaba a ser olvidado. Todo lo que tenía a su alrededor le decía que su boda era perfecta y lo único que sentía real era la pérdida.
Buffy se sentó y miro el reloj, frunciendo el ceño cuando vio una foto de si misma junto a Angel. ¿Había estado allí antes?
La cogió, intentando recordar cuando se la habían hecho. No pudo.
—Ese no fue el acuerdo. No funciona.
—Estás cosas pueden tomar varios días. Espera un poco y se reforzará. Te lo prometo.
—Será mejor que sí. Tuve que sacrificar mucho para esto.
—Vamos a mantener los términos del contrato.
Buffy frunció el ceño, dejando caer la foto sobre la cama para después dirigirse a la puerta y apoyar la oreja en ella, trató de escuchar más claramente la conversación de Angel. Había reconocido la voz de Angel, pero la otra no la conocía para nada.
¿Y de que hablaban? ¿Ofertas? ¿Sacrificios?
Nada de eso que había escuchado hacia que no se sintiera inquieta.
Respirando profundamente, Buffy abrió la puerta y entró en la sala de estar, buscando a Angel que estaba en el sofá
—¿Con quién estabas hablando?—Con nadie—dijo Angel levantando la vista sorprendido.
—Te he oído.
—Estaba hablando por teléfono.
—He odio a dos personas
—Tenía el altavoz del teléfono. Tuve que llamar al trabajo por un problema en un caso, pero parace ser que todo está arreglado—sonrió e hizo que Buffy se sintiera enferma— ¿Y tú? ¿Te sientes mejor ahora?
—En realidad no, no desde que mi novio me esta mintiendo.
—¿Buffy...?— dijo Angel
—Algo está pasando, Angel Lo sabes ¿no? Deja de mentirme y dime qué ha pasado. Dímelo.
Se puso de pie, sosteniéndole las manos.
—Buffy, te prometo que no sé lo que te esta pasando ¿de acuerdo? Pero estás empezando a preocuparme. Creo que deberías ir al médico, asegurarte de que no es nada serio esto que te esta pasando. Con tu historial familiar…
Supo de inmediato a qué se refería, eso solo sirvió para convencerla de algo le estaban haciendo. Algunos recuerdos eran tan reales, tan vividos en su mente, mientras que otros eran como si estuviera viendo una película. Al pensar en su madre, Buffy recordó como había enfermado y como se la había encontrado sin vida en el sofá.
Sabía que ese recuerdo era real, los otros no lo eran.
El mundo en el que estaba viviendo era tan real como un sueño y había algo enterrado en su mente que le decía que eso era imposible.
—No tengo ningún tumor, Angel. Me has hecho algo. Sé que has sido tú, porque eres la única persona real que recuerdo, pero no eres mi novio. Entonces, ¿Quién eres? ¿Quién soy yo?
—Buffy, cálmate. Soy tu novio y somos muy felices juntos. ¿De acuerdo? No sé por qué no lo recuerdas, pero eres mía, como se supone que tiene que ser.
—No, no. Esto esta mal, todo esta mal. No quiero nada de esto. No te quiero.
Angel cruzó el salón y la agarró por los brazos, atrayéndola hacia él.
—¿Cómo puedes decir eso? Esto es lo que siempre has querido, Buffy. Una vida normal conmigo. Tal vez ahora no lo recuerdes, pero es lo que quieres. Me quieres. Siempre me has querido— le acarició el pelo, como si quisiera calmarla— Todo va ir bien ¿De acuerdo? Deja de luchar y todo ira bien. Estaremos juntos, y vamos a ser felices. No vamos a tener que preocuparnos por nada nunca más.
Buffy lo miró a los ojos, era tan tentador dejarse llevar. Reconoció algo en sus palabras y supo que alguna vez eso fue cierto. ¿Podría ser verdad de nuevo? ¿Qué era lo que luchaba por recordar? Las únicas cosas que había sentido reales era sentirse empapada en sangre y el dolor. ¿Era eso lo que intentaba recordar?
Levantó la mano, dispuesta a tomarle de la mano, cuando sus ojos se quedaron fijos en la cicatriz de su mano.
Con una fuerza que la sorprendió, empujó a Angel alejándole de ella.
—No—le dijo de nuevo. Temblando se quitó el anillo y lo arrojó al suelo— Esto no es real. Esta no es mi vida y no la quiero.
—Estás triste, Buffy. Has perdido mucho y estás sola. Estamos solos. Tal vez no lo recuerdes, pero nos amábamos con locura. En la vida que recuerdas, no estamos juntos, no podemos estar juntos. ¿De verdad quieres eso?
—No quiero vivir en un sueño, Angel.
—Los sueños son mejores que la realidad, Buffy.
—Pero siempre hay que despertar.
Angel se levantó y fue hacia ella, pero Buffy salió corriendo, sin detenerse incluso cuando se encontró fuera de la casa, con el corazón latiéndole con fuerza mientras trataba de escapar de una prisión sin salida.
Finalmente se detuvo, respirando con dificultad mientras no sabía ni donde estaba. Oyó unas fuertes pisadas tras ella y supo que Angel estaba tras ella. Se negó a si misma a asustarse, sintiéndose impotente cuando se dio cuenta de que estaba a su merced. A pesar de todo lo que había hecho, ese era su mundo y no tenía salida.
De pronto sintió una mano sobre su hombro, se giró jadeando y se encontró mirando los inhumanos ojos azules de la mujer de antes. Contuvo la respiración, esperando a que la mujer desapareciera y Angel la atrapara, cuando se dio cuenta de que el tiempo se había congelado a su alrededor.
—Este mundo no es correcto.
Buffy dejó escapar una risa amarga.
—¿Si? no me digas—le respondió— Es lo que yo he estado diciendo todo el día.
—El vampiro ha hecho algo—dijo la mujer— Ha creado este mundo a su gusto.
—¿Vampiro? ¿Pero qué estás…? de repente algo en su mente hizo —clic—.— Angel.
—Este mundo es inestable. Si luchas contra esta realidad, esta realidad se desmoronará. Debes aceptar en lo que se ha convertido el mundo o el mundo se convertirá en un caos.
—No puedo aceptar esto. Está mal. No pertenezco a esto o a él o...— de repente contuvo el aliento, su cuerpo tembló cuando los ojos azules que recordaba tuvieron cara— Spike…
—¿Te acuerdas de Spike?—pregunto la mujer inclinando la cabeza.
—Sí— contesto Buffy, la respuesta le vino sin pensar. No podía recordar salvo su cara, sus ojos, pero sabía en cuanto se enteró que su nombre era lo que faltaba en su corazón. Su pérdida había traído ese vacío que un sueño no podía llenar.
Los ojos de la mujer se desenfocaron como si estuviera viendo algo más allá de lo que Buffy podía ver.
—Ha sido su sacrificio lo que ha hecho posible este mundo. Tráelo y…
—¿Podré despertar?—preguntó Buffy.
—¿Deseas escapar de este mundo?
Buffy se volvió y vio a Angel, congelado en el momento en que la mujer había aparecido. Busco en su rostro una razón para quedarse con él, a aceptar lo que le estaba ofreciendo en lugar de un mundo donde lo único a ciencia cierta que podía recordar era un profundo dolor.
— Quiero despertar—dijo volviéndose hacia la mujer, con una expresión de determinación en la cara— Quiero el mundo real.
La mujer le quitó a Buffy la mano de los hombros y dio un paso atrás, cerró los ojos por un momento y cuando comenzaron a abrirse, al mismo tiempo una luz azul comenzó a arremolinarse a su lado, girando con rapidez.
Buffy supo que era lo que tenía que hacer.
Hizo caso omiso de los gritos de Angel y saltó al portal.
Esto era el infierno.
Buffy supo sin lugar a dudas donde estaba, y aunque sabía que tenía que pensar que estaba loca, se consoló cuando no lo hizo. Estar en el infierno parecía ser la cosa más normal de su vida.
Miró hacia atrás y comprobó que el portal seguía abierto, suspiró aliviada. Esperaba que permaneciera abierto el tiempo suficiente para encontrar a Spike…
Porque él estaba allí, en algún lugar. Buffy lo sabía mejor que cualquier otra cosa, como si pudiera sentir su presencia tanto como podía sentir su propia piel.
A pesar de no recordar nada, su nombre, su rostro, sabía que lo amaba. No sabía lo que habían tenido, pero sabía que era algo que valía la pena si había luchado por volver a su mente, por permanecer en ella.
Buffy se apartó el pelo de la cara, húmeda ya por el sudor, entrecerrando los ojos mientras recorría el mundo teñido de rojo. Spike estaba allí, estaba cerca, pero no sabía dónde.
Cerró los ojos, respiró profundamente y sonrió mientras sentía como el hormigueaba la mano.
Ahora lo recordaba. Recordó que estaba con él, sus manos estaban entrelazadas, incluso como si se hubieran quemado. No había sido con una estufa, la cicatriz en su mano era su cicatriz. Algo tangible que coincida con la que él había dejado en su corazón.
Y su corazón sería la que lo llevaría a él. Ni siquiera el infierno podría ahora separarla de él.
Buffy lo encontró pronto, su cuerpo destrozado, lleno de sangre, estaba acurrucado contra una roca. Corrió hacia a él y lo envolvió en sus brazos, le dio la vuelta para mirarlo. Estaba frío, quieto, como muerto, sin embargo sabía que estaba bien. Ahora lo tenía, era sólido y él iba a estar bien.
Lo había visto antes así. Las imágenes aparecieron en su mente, y creyó con más fuerza que nunca que ese hombre era más real que cualquier otra cosa. Que él era suyo, estaba impreso en su alma con fuerza.
Gimió, y con una mueca de dolor abrió los ojos. Por un momento la miró frunciendo el ceño, antes de que la compresión le llegara y la mirara con incredulidad,
—¿Buffy?
—¡Hey!— le dijo en voz baja, pasándole la mano entre el pelo decolorado.
—Tú… ¿por qué estás aquí?—
—He venido por ti—respondió ella con sencillez. Sonrió— ¿No lo hago siempre?
—Sí—dijo Spike riéndose entre dientes, hizo una nueva mueca de dolor.— Si, supongo que es lo que haces, incluso si es probable que no vayas a hacerlo.
Estaba en el infierno y Buffy tenía ganas de llorar de alegría. Incluso con sus recuerdos reales luchando por salir a su mente, sabía lo que significaba ese momento.
—Si, bueno soy a si de terca. ¿Puedes caminar?
—Tal vez. ¿Puedo apoyarme en ti?
La mirada que le dirigió claramente decía —pregunta tonta— y Spike se echo a reír cuando lo ayudó a levantarse.
—La salida está cerca—dijo Buffy— Hay una especie de cosa azul manteniendo la puerta azul.
—¿Cosa azul? ¿Lleva una especie de mono azul?
—Sí, ¿la conoces?
—Es Illyria. Una especie de dios del infierno. Sin embargo, es útil cuando quiere serlo.
—Pues hoy ha sido realmente útil. Te lo contaré más adelante, cuando estemos fuera de aquí. ¿Estás seguro de que puedes caminar?
—Luv, estás aquí. Maldición, podría volar.
Buffy le sonrió y él le devolvió la sonrisa, juntos caminaron hasta el portal.
Cuanto más se acercaban a la salida, Buffy podía sentir como sus recuerdos cambiaban como los del día que había pasado se escapaban dejando paso a los reales, a los que ella había perdido.
A cada paso que daban, recordó más sobre el hombre a su lado. Buffy se aferró a él con más fuerza.
Cuando salieron a través del portal, los suburbios habían sido sustituidos por una oscura callejuela empapada por la lluvia. Angel estaba frente a ella miradora con expresión acusatoria.
—Buffy, ¿Qué has hecho?
—He vuelto a por lo que me has robado— contestó ella mirándolo a los ojos sin titubear.
—Lo hice por ti, por nosotros. Había demonios, cientos de demonios y no podíamos detenerlos. Me hicieron una oferta y tan solo la acepté. Todos los demonios se han ido, todos y para siempre. Y por último podías ser una chica normal, tener la vida que siempre has querido.
— Y el precio que pagué fue a Spike.
—Yo no quería sacrificarlo—argumentó Angel— Pero era uno a cambio de todos los demonios. Spike hubiera entendido al final. Él afirma que es un campeón, debería haber estado dispuesto a hacer el sacrificio.
—¿Igual que tú, lanzador?—gruño Spike. Buffy sabía que si supiera todo lo demás que había estado haciendo, estaría haciendo algo más que gruñir.
—Yo no quería eso—respondió Angel.
—Sí, estoy seguro de que tienes el corazón roto por ello,
—Lo hacía por Buffy.
—¡Oh no! No te atrevas— le espetó Buffy y los vampiros callaron— Angel, no puedes tomar decisiones por mi. Ya fue bastante malo cuando estaba en el instituto, pero ahora… sacudió la cabeza tratando de contener su ira tan solo por el bien del hombre al que ayudaba a mantenerse en pie— Apenas hemos hablado en cinco años y pretendes saber qué es lo que deseo. Dios, eres muy arrogante.
—Buffy yo…
—Cállate, Angel. En serio. No quiero ser una chica normal. No lo he querido ser desde hace mucho tiempo…Y en cuanto a lo de estará contigo… suspiro profundamente, cerró los ojos por un momento, dejando de lado un viejo sueño, para finalmente aceptar que lo que quería si era real.— Éramos la fantasía de una adolescente. Solo eso. Nunca me diste lo que de verdad necesité. Nunca te molestaste en aprender como era en realidad. Spike es el campeón aquí, Angel. Luchó por lo que era correcto, incluso cuando no tenía alma y se sacrificó. Lo vi quemarse por el mundo, por mí. Y no, no quiero estar contigo ¿Alguna vez? Ya no te quiero. Quiero a Spike.
Sintió el cambio de Spike a su lado y volvió la cabeza hacia él, que la miraba asombrado. Ella le sonrió.
—¿Ahora me crees?
Él le devolvió la sonrisa y por un momento el callejón pareció que no estaba tan oscuro.
—Sí.
A regañadientes se volvió hacia Angel pero se dio cuenta de que no tenía nada que decirle. Cualesquiera que hubieran sido sus motivos para lo que había hecho dudaba que hubiera algo de verdad en él, y la verdad no le importaba. A pesar de que estaba enfadada con Angel en ese momento tenía que estarle agradecida, por que este día le había hecho finalmente abrir los ojos por completo.
Se apartó de él otra vez, caminando por el callejón alejándose de Angel y los sueños de la niñez.