Ghost (Universe Alternative y  Crossover Bones)

 

Tras la muerte de su madre, Buffy Summers se traslada desde los Ángeles a una ciudad llamada Sunnydale, en CA. Tiene un buen trabajo en la universidad, una buena amiga, llamada Willow que la acoge en su apartamiento hasta que se queda vacio otro apartamento en su mismo edificio. Buffy se muda, feliz por tener su propia casa, pero pronto se arrepiente. No ha sido para nada una buena idea.

El fic se basa en la película  “The entity “ (El Ente)

 

Introducción.

Buffy dio otra vuelta en la cama intentando conciliar el sueño, pero el sonido de un grifo goteando la tenía histérica. Se levantó maldiciendo y cuando llegó al baño y vio el grifo seco, enarcó una ceja. Ese era el grifo que goteaba, estaba segura. Revisó todos los demás de la casa con el mismo resultado: ninguno perdía agua.

Cogió una botella de zumo del frigorífico y bebió un largo trago. Llevaba una semana viviendo en el apartamento, y pasaban cosas muy raras. Las cosas cambiaban de sitio sin ninguna explicación, la televisión se encendía sola a media noche y las luces parpadeaban… lo del grifo era nuevo. ¿Se estaría volviendo loca?

Se dejó caer en una silla y escondió la cara entre las manos, suspirando. Su madre había muerto hacía ya un año, y su padre se había vuelto a casar, así que decidió dejar Los Ángeles e irse a vivir a Sunnydale, donde le habían ofrecido un trabajo de asesora en la Universidad local.
 

Cuando llegó, tres meses antes, no tenía donde quedarse, pero tuvo la suerte de conocer a Willow Rosenberg, profesora de informática en su misma universidad y le ofreció cobijo hasta que encontrara algo mejor.

 

Debió quedarse con ella a vivir, pero necesitaba su espacio, su propia identidad, ya que siempre había dependido de otros, así que cuando se quedó vacío un apartamento en el mismo edificio, lo alquiló sin dudar. ‘Maldita fuera la hora…’ pensó.

Dejó la botella en su sitio y volvió despacio al dormitorio. Estaba a punto de acostarse cuando oyó un susurro en la oreja que le heló la sangre en las venas.

“Buffyyy”

La rubia giró la cabeza en un acto mecánico hacia donde provenía la voz y el vello del cuello se le erizó. Una forma etérea flotaba a menos de un centímetro de ella. No le dio oportunidad para verla mejor, gravitó a su alrededor a velocidad supersónica emitiendo unos sonidos espeluznantes y después se esfumó.

Buffy corrió hacia la puerta de salida, muda de espanto. Ni siquiera se paró a ponerse unas zapatillas, o una bata. Tampoco le importaba que alguien la viera con el infantil pijama de ositos que llevaba puesto, su prioridad era salir de su casa. Ir a un lugar seguro: el apartamento de Willow. Su amiga no estaba, se había ido de viaje con su novia, pero ella sabía donde guardaba la llave para un caso de emergencia: bajo la alfombrilla.

Subió las escaleras de dos en dos sin tan siquiera mirar atrás, notaba una presencia, pero algo le decía que en casa de Willow estaría a salvo. A su amiga le gustaban las ciencias ocultas, y tenía todo el apartamento ‘protegido’ contra los malos espíritus, como ella decía.

Buscó bajo la alfombrilla y sacó el llavín. En su precipitación tropezó con ella y dio con la cabeza en la puerta, formando un gran estruendo. La llave cayó al suelo y se afanó en buscarla. Sitió el fétido aliento a su lado y gritó de desesperación. El corazón le latía a mil por hora. Por fin introdujo la llave en la cerradura y abrió la puerta entrando en estampida, llevándose por delante algo duro y consistente. Rodó por el suelo enredada en otro cuerpo y luchó por desasirse, pero aunque pataleo, arañó y mordió todo lo que tenía a su alcance, pronto se sintió aplastada contra el suelo e inmovilizada. En la oscuridad solo pudo ver unos increíbles ojos azules que la miraban furiosos.


Capitulo 1

Buffy aprovechó el momento de confusión de su opresor para darle un cabezazo en la nariz.

“¡Oh, Bloody hell, bruja! ¿Puedes dejar de golpearme un minuto? ¿Quién coño eres?”

“¿Eres real?” respondió Buffy sacudiendo la cabeza para recuperarse del cabezazo “Parece que sí. ¿Qué haces en casa de Willow? ¿Robando?”

“¿Qué? ¿Te parece que voy vestido para robar?” el desconocido se levantó del suelo liberándola. Buffy se fijó entonces en que el hombre enfrente de ella solo llevaba unos bóxer muy ajustados de color negro y el pelo rubio revuelto.

“Puedes ser un ladrón exhibicionista” contraatacó la rubia cruzándose de brazos.

“Claro, y tú una agente del FBI en misión especial” ironizó el rubio señalando el ridículo pijama de ella, mientras se frotaba la dolorida nariz.

“Muy gracioso. Creo que voy a llamar a la policía” Buffy se acercó al teléfono pero la voz del desconocido la detuvo.

“Soy William, el hermanastro de Willow. Supongo que te habrá hablado de mí”

“¿El psiquiatra forense que colabora con Scotland Yard? ¿El que se especializó en neuropsiquiatría y Psiquiatría legal en la universidad de Oxford y completó sus estudios en Nueva York y que ahora trabaja en la universidad de Cardiff y ejerce como psiquiatra forense en el Hospital de Caswell en Gales? Pues no. No recuerdo que me haya hablado nada de ti”

William no pudo evitar sonreír. Esa chica era un caso. La repasó brevemente. El sudor frío, el temblor de su cuerpo, la taquicardia que le palpó en las muñecas cuando la sujetaba y la verborrea incesante eran típicos síntomas de un ataque de pánico. Bueno, quizás el último no, pero los demás sí.

“¿Qué te pasó? ¿Te ha atacado alguien?” le preguntó preocupado. Ella respiró hondo y trató de calmarse. ¿Cómo le explicaba a un afamado y renombrado experto en psiquiatría que había visto un fantasma? No la creería ni borracho.

“Había un ratón en mi apartamento. Odio los ratones” William elevó una de sus cejas incrédulo, pero no insistió. Estaba demasiado cansado. Se dio la vuelta y comenzó a caminar hacia el dormitorio de invitados “¿Dónde demonios vas?”

“A dormir. He pasado doce jodidas horas en un avión y estoy reventado. Cierra la puerta al salir, y deja la llave en la mesita de la entrada”

“¡Nooo!” el grito de pavor lo hizo detenerse. Volvió la cara y la vio pálida “El ratón todavía está allí…no puedo volver”

“Vale. Quédate a dormir en el sofá o en el dormitorio de Willow, pero no me jodas más, ¿De acuerdo?” Buffy miró el sofá y sintió escalofríos. Estaba demasiado cerca de la puerta, y el cuarto de Willow le daba miedo. Tenía máscaras africanas y cabezas disecadas de jíbaros que se trajo en su último viaje a ese país.

“¿No podemos charlar un rato más? Todavía no te he dicho como me llamo” Buffy se acercó a él y le tendió la mano “Buffy Summers”

“William Pratt” le estrechó la mano y le sonrió de mala gana. “Buenas noches, Buffy” William entró en el dormitorio y se metió en la cama, tapándose hasta la cabeza. Sintió unos pasos en el dormitorio y gimió por lo bajo. ¿Es que no lo iba a dejar en paz? Sacó la cabeza y la miró. Parecía tan temerosa…y tan indefensa…aunque se había defendido de él como una leona. “¿Quéee?”

“No puedo dormir ahí fuera. Hace frío” William suspiró. Retiró la sábana y dio una palmada en el colchón animándola a que se acostara a su lado “¿Quieres que me acueste contigo? ¡Degenerado!”

“¡Quiero que me dejes dormir, chiflada de las narices!” Gritó William exasperado. Cuando la vio hacer pucheros se sintió culpable. La chica lo había pasado mal y era cuestión de tiempo que le contara lo que la había alterado “Mira, Buffy. Estoy tan cansado que no se me levantaría ni aunque desfilaran ante mí las jodidas Spice Girls en pelota picada, así que estás a salvo, te lo prometo”

Buffy vio como se daba la vuelta y cerraba los ojos. Tenía dos opciones: dormir con el hermano desconocido de Willow o exponerse a dormir sola y que la volvieran a atacar… la decisión era sencilla, pero sabía que al final se arrepentiría de no elegir la primera.


 

 

Capitulo 2

Buffy no tenía ninguna prisa por volver a su encantado apartamento, pero cuando se despertó a la mañana siguiente al lado del hermanastro de Willow y notó que algo despuntaba de debajo de la sábana, saltó de la cama y fue a preparar el desayuno. Se ‘notaba’ perfectamente que el psiquiatra se había recuperado de su viaje y no iba a exponerse a un encuentro incómodo con él.

Buscó en el frigorífico y sacó unos huevos, beicon y zumo. En menos de quince minutos tenía un suculento desayuno preparado, con café incluido y tortitas. Estaba poniendo la mesa cuando un somnoliento William apareció rascándose la cabeza y bostezando. Se había puesto una camiseta, pero no los pantalones e iba descalzo. Intentó no mirar a la parte inferior de su cuerpo, que seguía bastante abultada.

“Buenos días, pet. ¿Dormiste bien?” le preguntó sentándose a la mesa. Ella se volvió con la sartén en la mano y dejó una buena ración de huevos revueltos en su plato “Gracias, cariño”

“De nada. Es lo menos que puedo hacer después de la paliza que te di anoche…en todos dos sentidos” William notó el tono jocoso de su voz y levantó sus azules ojos hacia ella, escrutándola. Se la veía más tranquila y segura de sí misma. Nada indicaba el estado de ánimo en que se encontraba la noche anterior. Bebió un sorbo de café y esperó a que ella se sentara a la mesa para empezar a comer.

“¿Siempre reaccionas así ante un ratón? ¿Tuviste un trauma en tu infancia con alguno?” Buffy alzó una ceja y desvió la mirada ¿Es que siempre tenía que analizarlo todo? Normal, era su trabajo.

“No, no tengo ningún trauma con ningún roedor, es solo que no me lo esperaba allí en medio de la cocina, con esos ojillos rojos y olfateándome…fue un poco desagradable”

“Buffy, sé que nos acabamos de conocer…aunque parece que tú si que sabes cosas de mí” William dejó de comer y la miró directamente a los ojos “Willow también me habló sobre ti y sé que te aprecia…así que si tienes algún problema…sea lo que sea…puedes confiar en mí, soy muy bueno escuchando”

“No tengo ningún problema, William” Buffy se levantó de la silla abruptamente recogiendo los platos.

“Vamos, pet. Es mi trabajo. Sé que algo horrible te pasó anoche. Cuéntamelo, te sentirás mejor” Buffy dudó un segundo. ¿Podría confiar en él? Se giró para mirarlo, y tragó con dificultad al verlo en pie ante ella. Ya no estaba excitado, pero su físico era impresionante. Estaba a punto de contarle lo que le ocurría cuando las imágenes de años atrás volvieron a ella. Ni su madre la creyó y estuvieron a punto de ingresarla. “No me gusta que me psicoanalicen, William, y menos un psiquiatra en calzoncillos. No es muy profesional”

“¡Bollocks!” William se miró a sí mismo y enrojeció. Ni se había dado cuenta de que había ido a la cocina en ropa interior. Vale que hubieran dormido juntos, que la noche anterior lo viera en paños menores debido a las circunstancias, pero ahora no tenía excusa. Buffy no tomaría en serio su ofrecimiento de ayuda si no le mostraba el respeto que debía “Lo siento, es la costumbre…quiero decir, vivo solo y suelo ir poco vestido cuando estoy en casa” se disculpó suspirando hondamente.

“Vale, no te preocupes…creo que lo mejor es que vuelva a mi casa. Gracias por tu hospitalidad” Buffy cerró el lavavajillas y fue hacia la puerta de la cocina.

“¿Quieres que te acompañe?”

“No, gracias. Vivo dos pisos más abajo, aunque… ¿Podrías prestarme algo para ponerme encima?” dijo señalando el pijama de ositos.

“Claro, espera un minuto” William desapareció y volvió a los pocos minutos con un abrigo negro de piel. Se lo colocó sobre los hombros con una sonrisa. Le quedaba algo grande, pero ella no puso ninguna pega. También traía unas zapatillas de Willow, que le quedaban algo pequeñas, pero sirvieron.

“Te lo devolveré más tarde. Gracias de nuevo, William”

“De nada…oye Buffy… ¿Te gustaría que comiéramos juntos? No conozco mucho la ciudad y no me apetece quedarme un sábado en casa. Podías servirme de cicerone”

“Verás…es una oferta muy tentadora, pero creo que no. Willow me ha hablado de ti, de tu terrible fama con las mujeres y de tus múltiples conquistas y no quiero ser una de ellas” William levantó una ceja, sorprendido. No era esa su intención, sino cultivar su amistad hasta que la chica se abriera y le contara el problema que tenía…era guapa, deseable, pero él no estaba en Sunnydale para seducir a la mejor amiga de su hermanastra, sino para dar unas conferencias en la universidad.

“Solo quería ser amable, Buffy” dijo con voz seca el psiquiatra yendo hacia la puerta y abriéndosela “Ha sido un placer”

Buffy fue a replicar, pero alzó la barbilla en un gesto de desafío y salió del apartamento. ¿Qué se había creído ese psiquiatra? Primero la atacaba, después la psicoanalizaba y por último trataba de seducirla. Ni pensarlo.

William era un hombre peligroso. Era guapo, bien parecido, famoso por sus investigaciones forenses y rico. Corría el peligro de enamorarse de él, y según Willow él no era el tipo de hombre que se comprometía con nadie.

Cuando estaba ante su puerta dudó. Tenía miedo. Tocó el pomo de la puerta con indecisión. Cuando salió la dejó cerrada y no tenía llave, así que tendría que buscar al portero y pedirle que le abriera. Solo que no lo necesitó. Cuando se iba a retirar la puerta se abrió sola. Un escalofrío le recorrió la espina dorsal. Lo primero que le vino a la cabeza fue volver al apartamento de Willow, para pedirle a William que la acompañara, pero entonces volvería a hacerle preguntas incómodas…suspiró y cerró los ojos, armándose de valor. Entró en su casa y miró a su alrededor. Todo parecía normal.

Después de unos minutos de total calma, se relajó. ¿Y si todo había sido producto de su imaginación? Se rió de sí misma. Eso debió de ser. No vería más películas de terror antes de acostarse.

Hizo la cama y recogió un poco la casa. Después se daría un baño y saldría a despejarse. Nada como unas horas de compras para olvidarse de todo.

Fue al cuarto de baño y se desnudó. Se recogió el pelo para que no se le mojara y le dio al mando de la ducha. El cuarto de baño era pequeño, no tenía bañera pero si un plato de ducha con una mampara trasparente. Dejó que el agua caliente cayera por su cuerpo, y cerró los ojos. Sonrió al recordar a William unas horas antes. Al pobre se le notaban los arañazos en los brazos que ella le hizo y un mordisco. Tendría que haberle pedido perdón, pero se sentía ridícula. Lo mejor era olvidarlo todo, con un poco de suerte, no volvería a verlo nunca más. ¿Para qué habría venido? Debía saber que Willow no estaba, así que no era para pasar unos días con su hermanastra. Entonces se acordó: Lo había contratado la Universidad para dar unas conferencias. Tendría que verlo allí.

Apagó el grifo de la ducha y se volvió para salir de ella. Entonces se fijó en unas letras que había dibujadas con lo que parecía sangre chorreante en uno de los cristales de la mampara: ‘Ayúdame’.


 

William tecleaba en su portátil unas notas para su primer discurso: ‘Imputabilidad de un sujeto con problemas mentales ante un delito’. La Psicología Forense era algo fascinante. Poder leer la mente de criminales despiadados, enfermos mentales y psicópatas y tratar de comprenderlos, era todo un desafío. Muchos asesinos aportaban la enajenación mental transitoria para exculparse de matar a su mujer, o a su jefe… pero raras veces podían engañarlo a él. Con tan solo mirarlos a los ojos sabía si estaban mintiendo, casi podía leer en sus mentes.

Por eso sabía que Buffy no le decía la verdad sobre lo ocurrido la noche anterior. No era de un ratón de lo que huía. Era algo más grave, algo de lo que le daba vergüenza hablar, aunque él fuera un desconocido. Las mujeres maltratadas solían actuar así, pero Buffy no daba el perfil. Tenía que ser otra cosa, pero ¿Qué?

Oyó barullo en la puerta y giró su mirada hacia ella. Desde donde estaba podía verla. Notó que alguien trasteaba en la cerradura y suspiró, levantándose despacio. Esperó a que ésta se abriera a una distancia prudencial. Su instinto le decía que era Buffy nuevamente y que venía en las mismas condiciones que la noche anterior y no quería exponerse a más arañazos, mordiscos o cabezazos.

Se cruzó de brazos y esperó pacientemente. La puerta se abrió y una enloquecida Buffy entró, buscándolo con la mirada. Estaba pálida e iba envuelta en una toalla, que apretaba contra su cuerpo como si la vida le fuera en ello.

William abrió sus brazos para ella. Afortunadamente se había vestido, así que esta vez no tendría excusa para abrirse a él. La empapada rubia se lanzó a sus brazos gimoteando, abrazándose a su firme cuerpo sin importarle que la toalla se deslizara al suelo. William la abrazó con fuerza y la besó en la cabeza, acunándola con cariño. Esta vez no iba a dejar que se fuera por las ramas. Tendría que contarle qué le estaba ocurriendo.


 

 

Capítulo 3

Como la chica no se tranquilizaba, pasado unos minutos William la levantó en sus brazos y la llevó hacia su cama. Estaba realmente preocupado por ella, no decía palabra y no dejaba de temblar. La metió como pudo en la cama y la arropó, tratando de calmarse a sí mismo de paso.

Cogió su maletín de emergencia y preparó un sedante, inyectándoselo en uno de los brazos. Entonces se dio cuenta. Un largo arañazo lo atravesaba de parte a parte. William la giró con cuidado y vio otros arañazos y marcas en su espalda.

“¿Qué bloody hell…?” William alzó la mirada al cielo, buscando una explicación, pero solo Buffy podía dársela. Limpió las heridas con sumo cuidado y esperó a que la medicación hiciera su efecto para investigar un poco.

Cogió la toalla del suelo y descubrió que estaba rasgada y manchada de sangre. Su propia camiseta tenía rastros de sangre de Buffy. ¿Y si alguien la había atacado en su apartamento? Quizás el atacante todavía estaba allí…si era así iba a arrepentirse del día en que nació, se juró.

Dejó la toalla sobre una mesa y tras cerrar con llave el apartamento fue al de Buffy. La puerta estaba entreabierta, así que empujó decidido y entró. Todo parecía en calma. Todo estaba en orden. Fue hasta el baño, y excepto unas huellas mojadas en el suelo, posiblemente de los pies de la chica, no vio nada anormal. ¿Qué demonios estaba pasando allí?

Una cosa tenía clara: no iba a dejar que Buffy volviera a su apartamento hasta que lo supiera. Cogió algunas cosas de aseo, el pijama de ositos, un par de vaqueros y una camiseta además de ropa interior y unas deportivas. Se detuvo unos segundos admirando las prendas íntimas: eran de lo más sugerentes. Se regañó a sí mismo por pensar en esas cosas en ese momento tan delicado. Metió todo en una bolsa de deporte y cogiendo las llaves que había sobre una mesita, salió del apartamento.

Las siguientes horas estuvo muy ocupado. Sacó fotografías de las heridas de Buffy, de la toalla y después las envió por email a su amiga, la doctora Temperance Brennan, una inminente antropóloga forense. Ella y su equipo le ayudarían a averiguar quién o qué había provocado esos cortes capaces de traspasar el grueso tejido de una toalla.


Su intuición le decía que esas garras no eran humanas.

“¿Qué te ha ocurrido, preciosa? ¿Por qué no confías en mí?” William se dejó caer en un sillón, frente a la cama. No la iba a perder de vista un solo segundo. El efecto del tranquilizante le duraría unas horas más, le había dado lo suficiente para que durmiera hasta el día siguiente.

Unas horas después, sonó el móvil. William lo descolgó, hablando bajo desde la puerta de la habitación.

“William Pratt al habla”

“Hola, Spike. Soy Brennan, tengo algunos sorprendentes resultados sobre las fotografías que me mandaste” William sonrió. En el FBI y en el Jeffersonian, el laboratorio donde Temperance trabajaba en Washington, le llamaban así, por la forma en que ayudaba a resolver los casos.

“¿Sabéis ya qué o quién pudo hacer esos arañazos?”

“Son garras, pero Hodgins ha comparado las fotos con todas las clases de animales conocidos y no coinciden con ningún animal. Tampoco a ningún ser humano, así que puede que el agresor se pusiera un guante con garras hecho manualmente. Estamos investigando en tiendas de disfraces e incluso Booth ha hablado con especialistas en efectos especiales de Hollywood, y creadores de monstruos para películas. Estamos en un punto muerto”.

“Quizás queden restos orgánicos en la toalla. La meteré en una de las bolsas de pruebas que me diste la última vez y te la enviaré por mensajero”

“Buena idea. Si esa cosa tiene ADN, lo encontraremos”

“Voy a ponerme a ello. Gracias Temp”

“De nada. Parece un caso interesante. Te llamaré cuando tenga algo”

William colgó y suspiró, mirando otra vez a la chica dormida en su cama. Cada vez la cosa tenía menos sentido. Buscó en su maletín y sacó una de las bolsas de pruebas que su amiga le había dado, en su último caso conjunto. Metió la toalla en ella y después tomó una muestra de saliva de Buffy y otra suya. Así descartarían sus ADN. Los identificó convenientemente y llamó a una empresa de mensajeros. A la media hora, las pruebas iban camino de Washington.

 

 

A la mañana siguiente, William estaba agotado. No había dormido nada en toda la noche, vigilando el sueño de Buffy y cambiando impresiones con Temperance y su equipo. El resultado de los análisis en la toalla fue negativo. Solo había ADN de ellos dos, lo cual era imposible. El atacante debió dejar algún rastro, pero no lo encontraron.

Fue a darse una ducha para despejarse y dejó la cafetera encendida, con el café humeante a la espera. Pronto su ‘paciente’ se despertaría y quería estar con ella cuando lo hiciera.

Después de afeitarse y ponerse un pantalón de chándal y una cómoda camiseta intentando no despertarla, fue por una taza de café y se sentó frente a la cama a observarla. Parecía una chica fuerte y decidida, así que no podía entender qué podía trastornarla tanto.

Unos minutos después, la rubia empezó a moverse. Parecía un poco descolocada, pero tranquila. Vio como se sentaba en la cama, sujetando la sábana contra su desnudo cuerpo y le miraba directamente a los ojos.

“Tuve que sedarte, luv. Estabas fuera de ti. Fui a tu apartamento y traje algo de ropa, así que si quieres puedes darte una ducha y vestirte, yo te espero en la cocina”

William salió de la habitación sin esperar respuesta. Sabía que ella necesitaba un poco de tiempo y espacio para centrarse. Preparó unas tostadas y esperó pacientemente a que Buffy decidiera aparecer. Por fin lo hizo, sentándose en frente del psiquiatra, que bebía su café a sorbos cortos, sin mirarla a la cara.

“Gracias otra vez. Yo…”

“Toma algo primero. Después hablaremos, pet” William le llenó un vaso de zumo y le señaló las tostadas. Buffy asintió con la cabeza y tras unos minutos de silencio por fin se animó a preguntar “¿Viste…viste algo…raro en mi apartamento?”

“¿Algo como qué? ¿Un ratón psicópata que ataca por la espalda? No. No había nada en tu apartamento fuera de lo normal. ¿Debía de haber algo?” Buffy retiró la mirada. Quería confiar en él, pero no podía. William esperó pacientemente unos minutos, pero al ver que no decidía a hablar, tomó la iniciativa “Lo que fuera que te atacó es peligroso, Buffy. Esta vez han sido solo unos arañazos, pero la próxima vez puede que te mate. ¿Es algún antiguo novio despechado…? Dime quien ha sido y en menos de una hora estará entre rejas, te lo prometo. Tengo algo de influencia en el FBI”

“Lo siento, William pero no puedo decirte lo que pasó. No me creerías” dijo la rubia con convicción. El psiquiatra alzó una ceja. Ya no había nada increíble para él. Había visto de todo en su vida.

“Buffy, he visto cosas que no podrías ni imaginar, padres que matan a sus hijos, tíos que descuartizan a sus amantes y después se los comen…créeme, no hay nada que me pueda sorprender ya”

“¿Y lo sobrenatural? ¿Crees que hay algo después de la muerte? No hablo del cielo y el infierno, sino del alma. ¿Creerías si te dijera que lo que me atacó anoche fue un espíritu?” Por su tono de voz supo que ella hablaba en serio. Espíritus. Fantasmas y seres del otro mundo. Él era más que escéptico en esos temas. Muchos de sus pacientes le habían contado como supuestamente hablaban o veían muertos, pero todos estaban fuera de sus cabales.

“Creo en lo que veo. No sé qué hay más allá de la muerte, ni he visto ningún espíritu, pero estoy abierto a todo, luv. ¿Por qué no me cuentas todo desde el principio?” Buffy se levantó incómoda. No podía probar nada de lo que le contara y corría el riesgo de terminar en un psiquiátrico.

“No hay nada que contar, William” respondió secamente. El psiquiatra se levantó también y la detuvo, agarrándola por el brazo. No se escaparía tan fácilmente.

“Tengo una amiga en el Instituto Jeffersonian. Anoche les mandé la toalla y unas fotos de las heridas de tu espalda. Me han confirmado que esas garras no eran humanas, Buffy. Dime lo que viste y te juro que te creeré. Willow está al llegar, la llamé hace un rato y está muy preocupada. Si es algo sobrenatural, ella y Tara lo averiguarán”

“Está bien” Buffy tomó aire y levantó los ojos, fijándolos en los azules de él que la miraban con comprensión y determinación. “Lo que me atacó anoche fue un fantasma. La otra noche solo me asustó, apareciendo de golpe, pero no me tocó”

“¿Solo le has visto esas dos veces?”

“Si. Cuando me mudé al apartamento las cosas se cambiaban de sitio sin explicación. Las ventanas y puertas se abrían y cerraban solas y cosas así. La televisión cambiaba de canal o se encendía en medio de la noche…pero hasta el otro día no se había presentado ante mí, cuando nos conocimos”

“¿No le contaste nada a Willow?”

“No. Me parecían tonterías. Pero anoche…Me estaba duchando y al ir a salir de la ducha, había algo escrito en la mampara…con letras de sangre”

“¿Qué?”

“Ayúdame. Y al salir apareció esa cosa, revoloteando alrededor de mí. Corrí y me siguió. Fue entonces cuando me arañó”

“¿Primero te pide ayuda y después te ataca? No parece que el espíritu ese tenga las cosas muy claras. Vamos a hacer una cosa. Esperaremos a Willow y cuando ella llegue tú y yo nos quedaremos en tu apartamento. Si esa cosa vuelve a aparecer le haré unas fotografías y tendremos algo a lo que acogernos para investigar. Y si intenta atacarte, estaré contigo”

“Gracias, William” Buffy se echó en sus brazos sollozando. No se había reído de ella, ni la había cuestionado y la ayudaría. Él la abrazó suspirando. Quería creerla, esos rasguños no pudo hacérselos solos, pero su mente racional le decía que los fantasmas solo existían en las mentes enfermas. Mentes que veían lo que ellos mismos fabricaban. Sintió pena. Buffy estaba empezando a interesarle, y sabía que iba a sufrir si confirmaba que una enfermedad mental la estaba destruyendo.

 


 

 

Capitulo 4

Willow y Tara escuchaban con atención todo lo que William les decía sobre su amiga. Cuando llegaron, una hora antes, la había convencido para se echara un momento, para así poder hablar más libertad.

Cuando el psiquiatra terminó de exponer los hechos, las dos mujeres se miraron entre sí, sopesando la situación. Nunca hubieran pensado que su amiga tuviera algún tipo de problema psíquico, pero eso de tratar con fantasmas era de lo más raro.

“¿Qué creéis vosotras?” preguntó por fin echándose hacia atrás en el sillón.

“Investigaremos. Conozco a una persona que tiene una tienda de cosas esotéricas. Giles es muy aficionado a lo paranormal, de hecho, el me introdujo en este mundillo. Hablaré con él”

“Gracias Willow” William suspiró más tranquilo. Se levantó y se sirvió un whisky mientras las chicas hablaban entre ellas. Tara se puso en pie también y se acercó a él.

“No la dejes sola, William. Cuando un espíritu ataca a una persona viva es mala seña. Está enfadado y Buffy está en peligro”

“¿Tú crees en fantasmas, Tara?” preguntó con escepticismo.

“Si. Existen, están entre nosotros y pueden llegar a ser muy peligrosos”

William levantó una ceja. ¿Se habían vuelto todas locas? Conocía a Tara desde hacía poco tiempo, pero la tenía por una mujer sensata y adulta. Y de lo más normal. Cerró los ojos un segundo intentando verlo todo desde otra perspectiva. Fuera sobrenatural o no, algo estaba atacando a Buffy y tenían que averiguarlo entre todos.

“Voy a ver si se ha despertado” dijo yendo hacia el dormitorio.

“Nosotras bajaremos al apartamento a hacer unas cuantas comprobaciones” William asintió con la cabeza y desapareció dentro del dormitorio. Tara y Willow cogieron una cámara de fotos con infrarrojos, unas velas y otras cosas que necesitaban. Todo pintaba realmente mal, y temían por ella.

William entró en la habitación, encontrando a la chica mirando por la ventana. Estaba seria, pero se mantenía serena. Se había puesto la ropa que él le llevó y a pesar de ser de lo más normal, estaba preciosa. Si, Buffy era una chica muy bonita, pero era su ‘paciente’ aunque ella no lo supiera.

“¿Estás más tranquila? Las chicas van a bajar ahora a tu apartamento para hacer unas comprobaciones.

“Pensarán que estoy pirada” dijo Buffy suspirando “¿Sigue en pie tu oferta de dar una vuelta? Me ahogo aquí dentro”

“Claro” respondió rápidamente el psiquiatra “vamos a dar un paseo”

Los dos salieron en silencio. Ya había anochecido y había mucha gente en la calle. Buffy se abrazó a si misma, buscando un poco de calor. ¡Se sentía tan desamparada…!

William se colocó a su lado, pero sin tocarla. Metió las manos en los bolsillos de sus vaqueros, para evitar acercarla hacia él. La veía tan asustada, tan vulnerable…

“¿Has venido a dar unas conferencias en la universidad, no?” fue ella la que rompió el silencio.

“Si. Por mediación de Willow. Nunca he hablado ante estudiantes ¿Son muy salvajes?”

“Depende. Hay de todo. Por si acaso, hazte un seguro de vida” William sonrió y ella lo imitó. Hablar le sentaba la mar de bien.

“Ya tengo uno, nunca se sabe en mi trabajo. Una vez un paciente de mi consulta privada me atacó. Me confundió con una pelota de béisbol y me dio con el bate en la cara. Esta cicatriz es el recuerdo que me dejó” dijo señalando su ceja izquierda. Buff se detuvo para verla mejor. Ni se había fijado.

“¡Dios, es enorme!” soltó mirándole con sus grandes ojos verdes.

“Eso dicen” William levantó la misma ceja, haciendo un gesto sugerente y ella le golpeó en el brazo.

“¡Serás…cerdo!” Buffy comenzó a reír, relajándose del todo.

“Es otra de mis facetas: soy un magnífico payaso”

“Me lo creo” Buffy siguió caminando y el corrió hasta emparejarse con ella otra vez. “¿Crees que estoy loca?”

“No, por Dios. No tengo suficientes elementos de…” William paró de hablar al ver la expresión de su cara. Le estaba hablando al amigo, no al médico “Creo que eres una chica muy sensata, y todo esto tiene que tener una explicación lógica, Buffy”

“¿Y si no la tiene? William, sé lo que vi, y no era humano ni de este mundo”

“Y yo te creo” el psiquiatra se detuvo, cogiéndola del brazo para que se girara a mirarlo “Llegaremos hasta el final de esto, te lo prometo”

“Vale. Ahora, ¿Podíamos ir a comer algo? Me muero de hambre”

“Eso está hecho. ¿Qué te apetece?”

“Un enor…un gran perrito caliente” se corrigió a si misma para no darle la oportunidad de soltar otro chiste sexual.

“Entonces busquemos un puesto. Tú dirás, luv”

“Por allí” Buffy lo cogió de la mano, sin tan siquiera percatarse. William la siguió, un poco aturdido. Nunca se había cogido de la mano con ninguna de sus amigas, ni novias y había tenido algunas. Era un gesto muy íntimo, a su parecer, pero se sintió bien.

Unos minutos después llegaron a un puesto ambulante de perritos. William pagó por ambos y fueron a sentarse a un parque cercano. Había un fotógrafo que hacía fotos románticas a parejas. Se acercó a ellos y William convenció a Buffy para que se la tomaran juntos. El fondo era un paisaje de un antiguo cementerio y a los dos les gustó.

Tras pagar la foto, William la guardó en su bolsillo, ya que no se veía muy bien al no haber casi luz.

“No sé como agradecerte todo esto, William” el se encogió de hombros de forma despreocupada “Hace apenas unos días que me conoces y me ayudas”

“Bueno, así no me aburro. ¿Por qué no me llamas Spike? Todos mis amigos me llaman así”

“Vale, aunque suena raro”

“Pues anda que el tuyo…” susurró él. Buffy levantó una ceja, dejando de comer y mirándolo con terror “Ok, no es tan raro… no es para que me mires así”

“No es a ti a quien miro, sino a él” el psiquiatra volvió la cabeza hacia donde ella señalaba. No había nada.

“Buffy, ¿Estás bien? No hay nadie”

“¡Está ahí! ¿Es que no lo ves?” gritó la chica poniéndose en pie, aterrorizada.

“Luv, tranquilízate” Spike se levantó también y la sostuvo por los brazos, mirándola fíjamente a los ojos “¿Qué es lo que ves?”

“¿Cómo que qué veo? ¡Es esa cosa! ¡Dios, viene hacia mí!” Buffy se acurrucó en los brazos del hombre que miraba a su alrededor buscando cualquier amenaza, pero no vio nada. La chica comenzó a temblar y a musitar palabras incoherentes. Spike maldijo, no llevaba su maletín, así que la apretó contra su cuerpo y la sacó caminando deprisa del parque.

Cada vez estaba más preocupado. Había tenido otra crisis, con alucinaciones incluidas, Psicosis, paranoia, esquizofrenia… ¡Había tantas enfermedades mentales con esos síntomas…!

Por fin llegaron a casa. Tocó a la puerta, y gracias a Dios su hermana y Tara estaban ya allí. Alzó a Buffy en sus brazos y la dejó en su cama.

“Voy por mi maletín, cuidad de ella un momento”

“¿Qué ha pasado, William?” preguntó una asustada Willow.

“Estábamos en el parque comiendo un perrito y dice que vio algo”

“¿Qué? ¿Tú también lo viste?” fue Tara ahora la que preguntó.


“No, no vi ni oí nada, pero Buffy estaba aterrorizada. Estoy muy preocupado” el psiquiatra preparó un inyectable y se lo administró a la chica. Cuando por fin se calmó, se apartó de ella, indicándoles a las otras mujeres que hablaran bajo “¿Habéis descubierto algo vosotras?”

“Hay mucha energía negativa allí abajo y un gran poder. Hemos intentado limpiar el apartamento, pero es demasiado fuerte para nosotras” dijo Willow señalando a Tara.

“¿Quieres decir que sí que hay un fantasma?” preguntó William alzando una ceja.

“Hay algo malo y algo bueno. Hemos notado dos presencias, pero no hemos logrado verlos…y se llaman ectoplasmas”

“Lo que sea. ¿Qué vamos a hacer ahora?”

“Tú eres el médico, querido” contestó Willow cruzándose de brazos. El la taladró con la mirada “Giles va a venir mañana por la mañana, mientras tanto, cuidaremos de ella”

“Yo cuidaré de ella”

“Anoche no dormiste nada, Will”

“No voy a poneros en peligro. Si a ese ectoplasma o lo que sea se le ocurre aparecer, querrá volver a morirse otra vez”

Las dos chicas salieron de la habitación en silencio. William estaba cansado, pero también muy cabreado. ¿Fantasmas? ¿Espíritus y ectoplasmas? Paparruchas. Todo tenía que tener una explicación racional. Era cuestión de encontrarla. Y lo haría.

Se quitó las botas y la cazadora. Al hacerlo se acordó de la fotografía. La sacó y la acercó a la luz, para verla mejor. Allí estaban ellos dos… o más bien ellos tres. Abrió mucho los ojos y se acercó la foto a la cara, para verla mejor. No. No era parte del paisaje del cementerio, esa cosa tras él era auténtica, y era espeluznante.

 


 

 

Capitulo 5

Willow y Tara se habían quedado de piedra al ver la imagen. Apenas se distinguía la forma fantasmal, y si no fuera porque él mismo había visto el decorado original de la foto, diría lo mismo. Pero el ser demoníaco que aparecía ante sus atónitos ojos no estaba en la tela original, de eso estaba más que seguro.

Tras llegar al acuerdo que no le dirían nada a Buffy hasta la mañana siguiente, se fueron a descansar. William se puso un cómodo chándal para pasar la noche y se sentó otra vez en el sillón, frente a la cama de Buffy. Ella dormía profundamente ahora, bajo los efectos de otro sedante. Le hacía falta descansar, pobre chica.

Pasaron tres horas. Mantenía abiertos los ojos a duras penas, la falta de sueño era evidente, pero no se atrevía a dormirse, por si la cosa esa volvía a aparecer y hacer de las suyas. Aunque el apartamento estaba ‘protegido’ según Willow, no se fiaba mucho.

No supo cuanto tiempo pasó hasta que unos gemidos le despertaron. ¡Había dado una cabezada sin darse ni cuenta! Sintió a Buffy llamarlo por su nombre y abrió los ojos de golpe, fijándolos en la chica. Tenía los ojos cerrados y se agitaba en la cama. Las sábanas que la cubrían estaban en el suelo y la camiseta que las chicas le habían dado para que durmiera, la tenía levantada, dejando ver sus desnudos pechos.

William levantó una ceja, perplejo. ¿Qué estaba pasando allí? ¿Buffy estaba teniendo un sueño erótico con él? Fijó aún más su adormilados ojos en ella, intentando comprender qué pasaba cuando vio algo que lo dejó helado. La ropa interior de la chica se deslizaba por sus piernas. Sola. Entonces se dio cuenta: unas manos invisibles la estaban tocando. Podía ver las marcas que unos dedos hacían sobre su piel.

“¡Apártate de ella, jodido bastardo!” le gritó al invisible intruso, levantándose como un rayo. Buffy abrió los ojos en ese momento y gritó como una poseída al ver al ser sobre sí, tocándola. Sus ojos estaban llenos de terror, y sin pensarlo se tiró de la cama al suelo, rodando por él. William estuvo a su lado en un segundo, apretándola contra sí. La puerta del dormitorio se abrió y las dos chicas aparecieron armadas una con un candelabro y la otra con un zapato.

“¡Ha estado aquí! ¡Maldita sea, dijisteis que este sitio era seguro!” les gritó el psiquiatra mientras cogía una sábana y envolvía a Buffy con ella.

“Lo era. No sé como ha entrado” confesó Willow dejándose caer contra la pared.

“¿Está aún aquí?” preguntó Tara mirando a Buffy. Ella negó con la cabeza, sin apartarse de William.

“¿Qué ha pasado? ¿Te ha herido?” Buffy negó con la cabeza, pero no dijo palabra. William suspiró, abrazándola con más fuerza.

“Ese espíritu es un maldito violador. La estaba tocando”

Las dos chicas se miraron entre sí. Habían oído hablar de casos así, pero no era lo común…

“Es extraño. No suelen comportarse así. ¿Podías preguntarle a tu amigo del FBI si puede investigar el edificio? Quizás eso nos dé más luz”

“Ya lo hice, Willow. Está investigando todos los posibles crímenes que se cometieron aquí desde hace cincuenta años” respondió con voz más calmada “Dios, todo esto es increíble”

“Tara y yo vamos a volver a hacer ese hechizo de protección. William, no te apartes de ella, es su objetivo” William asintió con la cabeza y después las dos mujeres se marcharon. Buffy no había dicho ni una palabra. Estaba inmóvil, refugiada en sus brazos.

El psiquiatra la llevó hasta la cama y la sentó en ella. Tenía las bragas por los tobillos, así que tiró de ellas hacia arriba con mucho tacto, ayudándola a ponérselas de nuevo. Buffy se movía por instinto bajo la sábana que la cubría. Cuando estuvo nuevamente ‘vestida’, William se metió en la cama con ella, abrazándola contra si. Tenía que reconocerlo: estaba aterrorizado. No porque le tuviera miedo a la criatura esa del infierno, sino porque no sabía como combatirla.



 

Gracias a Dios el resto de la noche fue tranquila. Parecía que el nuevo hechizo o lo que fuera que hubieran hecho las chicas, había surtido efecto, y el fantasma abusón o lo que fuera no había aparecido más.

William consiguió dormir algunas horas, aunque con un ojo abierto por si acaso. Buffy había dormido enroscada a él, sin apartarse ni un milímetro. Ella confiaba en él, y eso que solo se conocían de unos días, pero había algo entre ellos, una conexión, una atracción que nunca había experimentado antes. En otras circunstancias…pero no, no quería complicarse la vida con nadie y no lo iba a hacer con Buffy.

Se despertó antes que ella y fue a darse una ducha. Pronto llegaría el amigo de Willow y quería estar presentable. Escuchaba a las chicas hablar desde la cocina, estaban tan preocupadas como él. No era para menos. Se vistió con rapidez, echando un vistazo a la cama. Buffy seguía dormida, no sabías si despertarla o no, pero antes de que pudiera hacer nada, sonó el móvil Booth, el agente del FBI que sirvió con él en Irak. Salió de la habitación sin hacer ruido y descolgó.

“Pratt al habla. Hola cabezón”

“Hola Willy, ¿Qué tal tu paciente?”

“Jodida. O más bien, casi. La cosa esa que la ataca se propasó anoche con ella”

“¿Sí? ¡Dios!” oyó un fuerte suspiro y continuó “He averiguado algo. Hace como diez años detuvieron a un tipo en el apartamento donde la chica vive por violación a una menor. También era sospechoso de otra desaparición, pero no encontraron el cadáver ni pruebas suficientes para enviarlo a la silla eléctrica”

“¿Qué pasó con él?”

“Muller murió en prisión, en una pelea entre presos. Ajuste de cuentas. Los violadores están muy mal vistos en las cárceles. Son escoria”

“En eso estoy de acuerdo. ¿Y la chica desaparecida?”

“Se llamaba Nancy White. Era estudiante en el instituto donde el tío ese trabajaba como jardinero. La noche de la fiesta de fin de curso desapareció. Testigos dijeron que la habían visto hablar con el jardinero en el aparcamiento esa misma noche. Registraron su casa y su coche, encontrando restos de sangre. Pero el registro se hizo sin el permiso de juez y las pruebas fueron desestimadas en la vista previa. Menos mal que lo encarcelaron por violación de Judy, la otra menor que si no…”

“Si la chica fue asesinada en el apartamento de Buffy puede que todavía queden rastros de sangre no visibles entonces. Las técnicas forenses han avanzado mucho”

“Eso creo yo. Voy a ir a Sunnydale a echar un vistazo. Si encuentro algo, podríamos reabrir el caso”

“Me parece buena idea. Gracias, amigo”

“De nada. Nos vemos en unas horas”

William colgó suspirando. Una chica asesinada, el asesino asesinado en la cárcel…un cadáver desaparecido…no le extrañaba que hubiera fantasmas o lo que fuera allí ¿Y si el cadáver estaba lapidado? Quizás eso es lo que quería el fantasma de la chica. Ser enterrada en lugar santo y que se hiciera justicia. Pero claro… había dos presencias. Como dijo Willow, una buena y otra mala, la mala sería Muller, su fantasma, haciendo todo lo posible por que el caso no se resolviera, y de paso, volver a sus antiguas costumbres de violador.

Sacudió la cabeza. Ahora el loco parecía él.



 

Estaban todos en el apartamento de Buffy: Willow, Tara, Buffy, el mismo y el amigo de su hermanastra, Rupert Giles. Se sorprendió al comprobar que era tan inglés como él, y tenía aspecto de bibliotecario.

Después de las presentaciones de rigor y tras ponerlo al tanto de todo, bajó con las dos ‘brujitas’ al piso de Buffy. El mientras acompañó a la chica, sin perderla de vista ni un segundo. No charlaron de lo sucedido la noche anterior, pero si de sus trabajos y sus vidas, conociéndose un poco.

Así supo que a Buffy le gustaba patinar y que había sido animadora en el instituto. El le confesó que le gustaba escribir poesía y cantar rock, lo cual la sorprendió mucho.

Un par de horas después, la comitiva regresó. Giles tenía el ceño fruncido, y limpiaba sus gafas con verdadero ahínco, mientras ellos esperaban que hablara. Diez interminables minutos después lo hizo, carraspeando antes para llamar la atención de todos.

“Como bien dijeron las chicas, hay dos presencias. Una muy malvada y dañina, y otra inocente. La malvada está muy enfadada por algo y descarga toda su maldad sobre Buffy porque la ve indefensa, además de por vivir en su casa. Tenemos que averiguar quienes son para poder neutralizar la amenaza”

“Yo creo que lo sé. Mi amigo, el agente Booth del FBI me llamó esta mañana. Parece que el apartamento de Buffy se cometió un asesinato hace diez años. El caso no se resolvió y el cadáver no se encontró” dijo William echando una rápida mirada a Buffy, que estaba pálida sin decir nada.

“¿Un asesinato?” se interesó el otro inglés “¿Qué pasó?”

William les contó todo lo que sabía, intentando ser de ayuda. Cuando acabó de exponer los hechos, se acercó a Buffy y la abrazó suavemente al ver cómo temblaba.

“Tranquila luv” ella se escondió en su pecho. Nunca había sido una cobarde, pero esto era demasiado para ella.

“¿Qué podemos hacer, Giles?” preguntó Willow con cara de circunstancias. Su novia y ella habían experimentado con la magia, pero no a estos niveles.

“Una sesión de espiritismo. Intentaremos conectar con el espíritu bueno. Esta noche”

William miró al tendero y después a su hermana. Cuando vio que estaban hablando en serio, estallo:

“¿Una sesión de espiritismo? ¡Venga ya!”

Estaba todos locos, él el primero.


 

 

Capitulo 6

Willow, Tara y Giles estaban en el piso de Buffy terminando los preparativos para la sesión de espiritismo. William se había quedado con ella en casa de las chicas, intentando calmarla. Todavía le duraba la impresión y el miedo por lo ocurrido la noche antes.

Las horas pasaron con rapidez, ya oscurecía cuando el timbre de la puerta sonó. William se levantó del sofá, donde Buffy y él veían la tele y abrió. Sonrió complacido a su amigo y le se fundieron en un gran abrazo.

“¡Hola grandullón! ¡Me alegro de verte!” le dijo al federal.

“Yo también a ti, Willy. ¿Alguna novedad?” William volvió la cabeza hacia el sofá. Buffy se había levantado y esperaba en medio de la habitación frotándose las manos. Un signo de nerviosismo- pensó el psiquiatra.

“Pasa. Primero te presentaré a Buffy. Este es mi amigo, el agente del FBI Seeley Booth y ella es Buffy Summers”

“En un placer, Buffy ¿Puedo llamarte así?”

“Por supuesto. Gracias por venir”

“Es un caso apasionante…aunque eso de lo sobrenatural…”

“Booth es muy religioso” cortó William señalando a su amigo “Cree en el cielo y en el infierno, pero en fantasmas, no”

“Pues existen, tú lo has visto” respondió rápidamente Buffy “Más o menos”

“Eso también es extraño. Parece que está deseoso de que averigüemos quien es” expuso Booth. “¿Tú qué piensas, como psicólogo?”

“Bueno, casi todos los agresores sexuales basan su ataque en el poder que tienen sobre su víctima, el miedo que provocan…eso les excita más que la violación en si. Y suelen ser muy narcisistas. Para ellos matar les convierte en algo poderoso y normalmente quieren que todo el mundo sepa que han sido ellos, para alardear. Pero en un espíritu… no sé qué es lo que busca, sinceramente”

“¿Qué le sigan recordando?” William se encogió de hombros ante la pregunta de su amigo. Si ya era difícil comprender la mente humana, la que no lo era… “Creo que ya sé por qué ha elegido a Buffy como nueva víctima. Mirad esto:

El federal abrió el dossier que traía bajo el brazo y sacó unas fotografías. Buffy las miró y enseguida comprendió lo que intentaba explicar el moreno. Sus otras dos víctimas eran rubias de ojos verdes. Como ella.

“He hablado con un compañero de celda de ese indeseable. Me dijo que el tal Muller se pasaba el tiempo rumiando venganza contra la chica que le acusó de violación. Amenazó con ‘terminar el trabajo’ cuando saliera”

“¿Y por que no la atormenta a ella? No es que yo lo quiera, pero entre ella y yo, lo más lógico que la buscara en vez de a mí,¿no?”

“Parece que lo hizo durante un tiempo, pero nadie la creyó. Una noche cayó por una ventana de su apartamento y está en coma desde entonces”

William seguía la conversación de la pareja, cruzado de brazos. Todo le parecía alucinante, pero aún más que Booth hubiera conectado tan bien con la rubia. Se sintió molesto, sin saber por qué. Bueno, si que lo sabía, ¿eran celos?

“¿Qué hicieron con el cadáver de Muller?” les interrumpió.

“Fue incinerado y sus cenizas esparcidas no se sabe donde. El equipo forense vendrá mañana a primera hora”

“Genial”

En ese momento la puerta se abrió. Willow apareció en ella con cara de circunstancias.

“Todo está listo. ¿Bajáis?”

“Claro” dijo William, sintiendo un leve enfado cuando vio que Booth tomaba del codo a Buffy para llevarla hacia la puerta “Abajo te presento a todos”

“No hay problema, Willy”

Salieron en silencio y cerraron tras de si. Después de las presentaciones de rigor, William echó una mirada a su alrededor. La mesa redonda de la sala había sido cubierta con un mantel oscuro y en medio había una gran vela blanca. Gracias a Dios no se veía ninguna Ouja por allí, o habría salido corriendo.

“Ya está todo listo. Sentémonos” dijo Giles en tono serio. William miró a Buffy. No le apetecía nada participar en esa pantomima, pero sabía que ella le necesitaba, podía verlo en sus asustados ojos.

Suspirando sonoramente se sentó a su izquierda. A su derecha tenía a Tara, después estaba Giles y Willow. Miró a su amigo, él no había querido participar, así que estaba apoyado en la pared, cruzado de brazos y con el ceño fruncido, pero en silencio.

Giles les pidió a todos que se cogieran de las manos y cerraran los ojos, y así lo hicieron. Al instante una monótona letanía salió de los labios de Willow, coreada por Tara. A William se le pusieron los pelos de punta, y tuvo que reconocerse a sí mismo que tenía miedo. Notaba como la mano de Buffy le apretaba con fuerza la suya, y comenzaba a temblar. Por fin las dos aspirantes a brujas se callaron y un incómodo silencio envolvió la habitación.

“¿Podemos abrir los ojos ya?” preguntó el siquiatra en voz baja.

“Si, pero no os mováis ni digáis nada. La presencia está aquí, puedo notarla y pase lo que pase no rompáis el círculo hasta que yo la despida, ¿Entendéis? Es muy peligroso romperlo.”

Todos abrieron los ojos y asintieron con la cabeza. No veían nada especial y William se preguntaba por qué Buffy no la veía si estaba.

“¿Estás aquí con nosotros? Muéstrate. No queremos hacerte daño”

Nada.

Booth rodó los ojos, pero una mirada asesina de Willow lo congeló.

“Solo queremos hablar ¿Eres la chica asesinada? Dinos en qué podemos ayudarte”

Pasaron unos minutos sin que pasara nada. Las dos brujas se miraron y Tara asintió con la cabeza. Willow comenzó a hablar esta vez, pero en lo que parecía latín. William alzó una ceja. No sabía que su hermanastra dominara ese idioma muerto. De pronto se calló y cuando abrió los ojos, éstos eran de color negro. Un vaho blanquecino salía de su boca.

Buffy gritó sin poderse contener y estuvo a punto de levantarse, pero Willow le atenazaba la mano con fuerza así que no se movió.

“¿Quién eres?” esta vez la pregunta la formuló Tara. Willow abrió la boca y dijo con una voz que no era la suya.

“Muller, ¿Quién cojones si no?”

Se miraron los unos a los otros, muy asombrados. No era la chica, sino su asesino el que estaba allí.

“¿Puedes probarlo?” la carcajada que soltó Willow con voz de hombre resonó en la habitación. Buffy estaba muda, mirando a su amiga como si no la viera.

“¡Estúpidos mortales! ¿Puedes probarlo?” dijo el ente imitando la voz de Tara “Sois vosotros quien jugáis a las brujas. Ahora ateneos a las consecuencias”

“¿Por qué no dejas el cuerpo de mi hermana y das la cara para que podamos rompértela? Fantasma o no, voy a patearte el culo hasta el infierno, de donde no debiste salir”

Los ojos negros de Willow se posaron como un rayo en William, que lo miraba de forma insolente. Estaban llenos de odio y furia, pero al instante cambiaron, mostrando una absoluta frialdad.

“Voy a cargarme a esa zorra, después de cepillármela” dijo mirando a Buffy “Lo está deseando, como las otras zorras, me suplicará que me la tire, que la tumbe sobre el suelo y le…”

Buffy no aguantó más. Dio un grito de terror y se levantó, corriendo hacia la puerta de salida. La vela se apagó de golpe y todo se oscureció.

“Yo voy a buscar a Buffy” se oyó la voz de Booth, que caminaba hacia la puerta con una linterna encendida.

“Muy bien” Giles intentó encender las luces, pero no funcionaban. William sacó el mechero y volvió a encender la vela. Willow estaba sobre la mesa, sin sentido. “¡Dios! ¿Está bien?”

“Si, solo desmayada. Pongámosla en el sofá” Tara miró a William y él reaccionó, cogiendo en brazos a su hermana, llevándola hacia el sofá. La dejó y luego miró a su alrededor, como buscando algo. Parecía el más tranquilo de todos.

“Iré a ver si Buffy está bien”

“En cuanto Willow se despierte analizaremos lo que ha pasado” William sonrió a Giles y después se marchó. Subió las escaleras sin prisa hasta llegar al apartamento de su hermana. Entró y sus labios se fruncieron al ver al federal consolando a la chica. Abrazándola y diciéndole cosas al oído.

“¿Cómo estás?” la pareja se separó y Buffy corrió a refugiarse en sus brazos. El la recibió con una sonrisa y la apretó contra si. “¿Quieres que salgamos a dar una vuelta?”

“No creo que sea buena idea en este momento, William. No sabemos qué demonios ha pasado ahí abajo ni donde está ese ser”

“Conmigo está segura, agente” replicó el rubio con firmeza. Después tomó la cara de la chica entre las manos y le preguntó suavemente “¿Quieres venir conmigo?” ella asintió y el la besó suavemente en la frente “Volveremos en un par de horas”

“Pero…” Booth no pudo terminar. William le echó un brazo a Buffy por los hombros y los dos salieron. “Maldita sea” gruñó.

¿Realmente había pasado algo sobrenatural allí abajo, o era todo producto de su imaginación? Como diría William, un caso clarísimo de histeria colectiva. Sacudió la cabeza y salió del apartamento. Tenía que ver como estaban las cosas abajo, hablar con Willow para que le explicara si todo había sido una broma, o no. Porque si no lo era, había un espíritu asesino suelto, con ganas de más sangre.

 


 

 

Capitulo 7

La pareja paseaba en silencio entre la escasa gente que estaba todavía en la calle. Buffy iba de la mano de William, mirando al vacío. Quería irse de la ciudad, irse tan lejos como le fuera posible. No sabía si todo había terminado ya o no, pero le daba igual. Llamaría a su padre por la mañana y se iría con él a Los Ángeles.

“Estás muy callada” Buffy giró la mirada a su compañero de paseo y suspiró, deteniéndose.

“Ha sido horroroso, William. ¿Crees que me he librado de él?”

“Ni idea. Ya sabes que no entiendo mucho de esos temas” Buffy asintió con la cabeza y la bajó al notar una escrutadora de su amigo. “¿Qué te parecería perdernos durante unas horas?”

“¿Perdernos?”

“Si. Tengo una cabaña en las montañas. No hay luz ni teléfono, pero sí una buena chimenea. Podríamos comprar algo de comer y una botella de vino y pasar allí la noche”

“No sé…” dudó la rubia sin atreverse a mirarlo a los ojos.

“¿No confías en mí?” preguntó el psicólogo apretando los dientes. Después suavizó sus facciones con una sonrisa enigmática. “Bien. Volvamos entonces a casa” William la tomó de la mano, emprendiendo el regreso. Cuando estaban cerca, ella se detuvo, mirando con terror al edificio.

“Está bien. Vayamos a esa cabaña, Will”

El hombre sonrió con satisfacción impresa en su cara y la llevó hasta un coche de alquiler. Le abrió la puerta del acompañante y Buffy se introdujo en su asiento, seguida de inmediato por él.

“¿Hace mucho que tienes esa cabaña? Willow no me ha hablado nunca de ella”

“La compré hace unos años. Mi idea era arreglarla para cuando viniera de visita, pero apenas tengo tiempo con mi trabajo”

“Ah” Buffy miró por la ventanilla. Ya habían salido de la ciudad, y se sentía más segura. Pero, ¿era buena idea pasar la noche con William en una cabaña? Aunque él no le había hecho nunca la más mínima insinuación sexual, aparte de la broma sobre su ceja, sí que había notado un cambio en él después del incidente con el espíritu. La abrazaba de otra forma, como queriéndoles demostrar a todos que era solo suya y eso la halagaba, pero también le preocupaba.

A ella le gustaba William, y no solo por su físico, que era espléndido, sino por la forma en que la había ayudado, mimado y cuidado todos esos días. Pero él no vivía en Estados Unidos y tenía su vida hecha a miles de kilómetros. No podía esperar nada de él, solo una aventura.

Lo miró de reojo y se asustó. Él miraba al frente, a la carretera, pero había una fiereza en sus rasgos que sintió escalofríos. De pronto giró la cabeza y su expresión cambió por completo, sonriéndole cálidamente.

“¿Ocurre algo? Ya estamos cerca. Pararé en una gasolinera que hay un par de kilómetros más adelante para comprar la comida. ¿Te apetece algo en especial?”

“Helado de chocolate y galletas” repuso ella recobrando el buen humor. Todo eran imaginaciones suyas, producto de lo sucedido.

“Buena elección. Añadiremos vino blanco francés, si hay”

“Vale”

William paró en la gasolinera, llenó el depósito y después fue hacia la tienda que había adosada al surtidor. Buffy lo siguió con la mirada. Notaba algo raro, algo extraño cuando él la miraba. Sus ojos eran fríos, de hielo y su sonrisa…le producía escalofríos.

Cerró los ojos un segundo y sacudió la cabeza. No podía estar siempre igual, buscando fantasmas donde no los había. William volvió unos minutos después con unos paquetes y tras meterlos en el maletero del coche, arrancó.

El resto del viaje lo hicieron en silencio. La carretera era estrecha y serpenteante, y los árboles que se alzaban al otro lado del arcén le daba un aspecto tenebroso. Por fin llegaron a un cruce y el coche se desvió hacia la derecha, entrando en otro camino musió más angosto. Todo estaba a oscuras, pero Buffy por fin pudo ver, gracias a las luces del coche, lo que parecía una cabaña de caza.

William aparcó frente a la puerta y bajó del coche, sacando las cosas del maletero. Buffy caminó por paso incierto hasta la puerta de la ruinosa cabaña.

“Ya te dije que está algo descuidada” la chica casi saltó cuando oyó la voz masculina a su lado. Trató de sonreír, pero solo le salió una mueca. William buscó tras una gran piedra que había debajo de un ventanuco, cogiendo una mohosa llave.

Tras unos breves segundos, el psiquiatra logró abrir la puerta, que chirrió a su paso. Buffy contuvo el aliento cuando el hombre encendió algunas velas y la tenue luz alumbró la estancia: estaba completamente ruinosa. Había un catre, una mesa de madera y dos sillas. No quiso mirar más. Fue hasta la mesa donde William había dejado la compra y abrió la botella de vino, dando un buen trago. El mientras encendió la chimenea.

Buffy se había bebido casi media botella cuando sintió como las manos de él le rodeaban la cintura por detrás, alzándola y le clavaba su dura erección contra el trasero.

“William, ¿Qué…qué estás haciendo?”

“¿Tú que crees?” Buffy dejó caer la botella al suelo cuando una de sus manos abandonó su cintura y se metió por debajo de su ropa, palpándole un pecho. Quiso abandonarse a él, entregarse por completo, pero algo iba mal, lo presentía. Intentó alejarse un poco, pero él la apretaba con fuerza. Sus caricias eran rudas, incluso le hizo daño cuando la besó en el cuello y le clavó los dientes en él.

“¡Basta, Will! Me estás haciendo daño. Suéltame”

“¡No!”

Buffy se revolvió, luchando con todas sus fuerzas, pero él era muy fuerte y ella había bebido. Se giró como pudo y gritó al ver como sus preciosos ojos azules se volvían negros de repente. Él aprovechó su desconcierto para besarla duramente en la boca, arrastrándola hacia el suelo.

“¡Tú no eres él!” le gritó fuera de sí cuando comprendió lo que pasaba.

“¡Premio para la zorra!” Se rió el hombre aplastándola contra el suelo con su cuerpo. “¿No era esto lo que querías, puta? Si, no pongas cara de inocente. Lo primero que miraste cuando chocamos la noche que nos conocimos fue mi paquete, ¿verdad? Y anoche te vi espiándome cuando me vestía…todas sois iguales. Unas putas que provocan a los hombres para después decir no. Nos volvéis locos de deseo y después os hacéis las estrechas…Así que merecéis que os castiguen”

“¡Nooo!” gritó Buffy cuando sintió como él la despojaba de su ropa con una mano, mientras con la otra le sujetaba las suyas por encima de la cabeza.

“¡Siii!” gritó él cuando la embistió brutalmente, comenzando a moverse y a sobarle un pecho. Buffy intentó luchar, pero no consiguió nada, excepto un puñetazo en la cara que la dejó semi inconsciente. Entre brumas, oyó su despiadada voz “Cierra los ojos, perra y piensa que soy él. Disfruta del momento, porque después te mataré”



 

Booth esperaba impaciente a que las brujas terminaran el hechizo de localización. Una vez que se despertó, Willow les dio una terrible noticia. Miller, su espíritu seguía libre. Al romper Buffy el círculo, mientras la poseía a ella, se había liberado con más poder del que ya tenía. Y lo que era peor, se había metido en el cuerpo de otra persona…William. Y William estaba con Buffy.

Booth le había llamado al móvil, pero lo tenía desconectado. También había comprobado que el coche de alquiler del psiquiatra no estaba en la calle aparcado, así que dio cuenta de la matrícula al la policía local para que lo detuvieran, en caso de ser visto. Pero dado el tiempo que había pasado desde que la pareja salió, podían estar a cientos de kilómetros.

“Están en las montañas, al este” Booth despertó de sus pensamientos y miró a la pelirroja. “No puedo precisar el sitio exacto, y tardaríamos horas en encontrarlos así que, necesitamos una solución drástica”

“¿Cómo de drástica?” preguntó el federal cruzándose los brazos “Puedo tener un par de helicópteros en la zona en menos de media hora”

“Media hora es mucho tiempo…quizás ya…” Tara se detuvo al ver la cara que ponía su novia. Ambas sabían de lo que era capaz ese espíritu. Willow había revivido en su mente sus atroces crímenes, mientras estuvo dentro de ella.

“Tenemos que exorcizarlo. Acabar con él lo antes posible”

“¡Pues hazlo de una maldita vez! ¿Cuál es el problema?”

“Willow se refiere a que tiene que utilizar la magia negra. Es muy peligroso” el federal maldijo entre dientes ante las palabras de Giles. Tendría que ir a confesarse y hacer penitencia un par de meses después de que todo terminara.

“Ella lo ha dicho antes: necesitamos una medida drástica. ¿Puedo ayudar?”

“Necesito las cenizas de ese criminal. Las tiene su madre en su casa, a las afueras de la ciudad. ¿Podrías conseguir una orden para traerlas?”

“A la mierda la orden. Yo mismo la traeré en menos de diez minutos”

Booth cogió su teléfono y marcó un número, pidiendo la dirección exacta de la señora Miller, saliendo a toda prisa hacia su coche. Tanto Buffy como William estaban en peligro. El espíritu psicópata podía matarlos a los dos.

¡Maldito bastardo! ¡Ojalá se quemara en el infierno por toda la eternidad!



 

Buffy abrió los ojos cuando él se derrumbó sobre ella jadeando. Todo había terminado ya. Por lo menos ese humillante episodio. Giró la cara hacia un lado, al contrario de donde él permanecía con los ojos cerrados, tras el orgasmo. Entonces la vio. Una etérea figura con la cara de la chica asesinada por Miller. Le sonreía tristemente, comprendiendo perfectamente por lo que estaba pasando. La chica movió los labios y Buffy le sonrió tristemente, aunque no la entendió: el pozo. Después le señaló el suelo. La botella, estaba al alcance de sus manos.

Su atacante había aflojado la presión de sus muñecas tras el encuentro sexual. Era su única oportunidad. Miller la mataría cuando se recuperara, o seguiría violándola hasta que se aburriera y la mataría después.

Dio un fuerte tirón a sus manos, sacando fuerza de donde no la tenía, y cogió la botella, estrellándola con toda la ira acumulada contra la cabeza de su atacante. El soltó un leve quejido y se derrumbó nuevamente sobre su cuerpo, esta vez sin sentido.


 

 

Capitulo 8

Cuatro meses después.
Cardiff, 3,45 de la madrugada.


William se despertó bañado en sudor. Otra jodida pesadilla. Las tenía casi a diario desde que volvió de Sunnydale. Y siempre eran igual: El estaba sobre Buffy y la hacía suya a la fuerza. Después despertaba de forma brusca, con las pulsaciones a mil por hora, sudando a chorros y con una opresión en el pecho que le hacía temer que el corazón se le parara.

No eran sueños eróticos, precisamente. Nunca se excitaba, al revés, se despertaba con ganas de llorar. Había tenido que pedir una excedencia en el trabajo, pues no lograba concentrarse en nada, lo cual era peor, porque se pasaba todo el día y la noche comiéndose la cabeza sobre lo sucedido cuatro meses atrás.

Después de la sesión de espiritismo, se había despertado en la habitación de un hospital, en Sunnydale. Había estado inconsciente dos días, debido a un golpe en la cabeza. Tuvo que pasar otro día más, hasta que Booth le contó lo que supuestamente había pasado.

El espíritu de Miller lo había poseído y estando dentro de él intentó matar a Buffy en una cabaña. Ella logró defenderse y dejarle caos. Cuando Booth, Tara, Willow y Giles llegaron a la cabaña, ella le había atado y curado como pudo la herida.

Los forenses encontraron restos humanos en un pozo adyacente a la casa, que resultó ser de la chica desaparecida, y dos días después del incidente, todos se reunieron en su habitación e hicieron el exorcismo. Fue entonces cuando despertó, pero no se acordaba de nada.

Intentó hablar con Buffy, pero ella se había ido a Los Ángeles con su padre y él tenía que volver a su trabajo en Europa.

Después empezaron las pesadillas. Se veía así mismo abusando de Buffy, y eso lo aterrorizaba. Había hablado con Booth de eso, pero Buffy solo había dicho que él la atacó, pero no que se hubiera propasado. ¿Sería verdad? Si era así…¿por qué no quería verlo ni hablar con él? Se estaba volviendo loco por la incertidumbre.

Encendió el portátil y entrando en la página de las líneas aéreas, reservó un billete a Los Ángeles para las nueve de la mañana. Después entró en la guía telefónica online de esa ciudad e imprimió un listado con todas las personas que tenían como apellido, Summers. Cinco en total.

A las ocho en punto estaba en la terminal, preparado para el viaje. Solo llevaba un bolso de mano, con un par de mudas y lo más básico para viajar. Tenía que verla, que ella lo mirara a los ojos y le dijera qué es lo que había ocurrido entre los dos aquella nefasta noche. Solo así las pesadillas desaparecerían.


 

Sunnydale, un día después.

Buffy se levantó corriendo de la cama y llegó justo a tiempo para vomitar en el váter. Casi metió la cabeza dentro, mientras su cuerpo se sacudía por las arcadas. Cuando acabó, tiró de la cisterna y apoyó la cabeza sobre la tapa, respirando profundamente.

Unos minutos después se levantó y se lavó la cara y los dientes, mirando su reflejo en el espejo. Tenía ojeras y estaba pálida. Se encogió de hombros y tras hacerse una cola, fue a vestirse. Entonces recordó que era domingo, no tenía que salir para nada. Estaba cómoda con su pijama de ositos, así que se calzó y fue a prepararse una manzanilla. Era lo único que la calmaba.

Estaba tomando el primer sorbo cuando el timbre sonó. Miró el reloj, solo eran las nueve y media de la mañana. No conocía a nadie en Los Ángeles, y su padre y su madrastra se habían ido de viaje dos días antes, y no volverían hasta el miércoles. Sintió miedo, pero ya no tenía nada que temer. Willow le había confirmado que el espíritu de Miller estaba donde debía de estar: en el infierno, y el de la chica reposaba en paz también.

Aún así echó una mirada por la mirilla y el vaso de cayó de sus manos: era él, William. ¿Qué hacía allí? Un montón de emociones contradictorias pasaron por su cabeza. Alegría, miedo… dolor… Apoyó la cabeza sobre la puerta y cerró los ojos. Quizás si no hacía ruido él se iría. Pero el timbre volvió a sonar, esta vez más insistentemente.

“Un momento, ahora abro” Buffy corrió a su dormitorio y se puso una bata. Después tomó aire y abrió la puerta. Ahí estaba él. Tenía barba de dos días y ojeras, tan profundas como las de ella. Recorrió el resto de su cuerpo con una rápida mirada. Vestía un pantalón vaquero negro, una camiseta blanca y su abrigo de cuero. Del hombro le colgaba un bolso de viaje.

“Hola Buffy” le dijo con voz suave. Ella no respondió, sus manos le temblaban, así como el resto de su cuerpo “¿Puedo pasar?”

“¿Qué haces aquí?” la rubia no se apartó. Tenía miedo en su interior sabía que no había sido él, pero no podía evitarlo.

“Necesito hablar contigo, luv. Me estoy volviendo loco. Por favor, déjame pasar”

“No creo que sea una buena idea, William. ¿Por qué no dejamos las cosas como están? Estoy tratando de recuperarme, y el verte no me va a ayudar mucho”

“Necesito saber que pasó, Buffy. Necesito saber que no te hice daño aquella noche…dime que no…que yo no…”

William bajó los ojos y ella suspiró, apartándose de la puerta.

“Pasa”

Él entró en la casa y ella cerró tras de él. Booth le había dicho que William nos se acordaba de nada de lo que pasó, pero tenía dudas, ¿Por qué?

“Siéntate” el dejó el bolso en el suelo y se acomodó en un sillón frente a ella. “No me hiciste daño, William. Fue él, Miller. Me golpeó pero yo logré detenerlo, no tienes por qué preocuparte”

“Lo hago…tengo unas pesadillas terribles, pet. En ellas yo… te…” William se detuvo, sintió como el sudor frío lo cubría otra vez. Cada vez que pensaba en ello, se le revolvían las entrañas. “Dime que no pasó. Que no… ¡Dios! ¡No puedo ni pronunciar la maldita palabra!”

“William, olvídalo, por favor. No le des más vueltas…”

“¿¡Qué lo olvide?!” el psiquiatra se levantó gesticulando ostensiblemente. “Buffy, tengo pesadillas a diario donde te violo de forma brutal. ¿Cómo diablos quieres que lo olvide? Yo mismo me siento violado, ese cabrón de Miller utilizó mi cuerpo para llegar a ti. Estuvo dentro de mí durante horas, haciendo lo que le vino en gana y no sé si me utilizó para profanar tu cuerpo. No me digas que lo olvide, dime si es verdad o no, ¡bloody hell!”

Los ojos de Buffy se llenaron de lágrimas y él maldijo tapándose a continuación la cara con las manos. Profundos sollozos llenaron la habitación, tanto de ella como de él. No hacían falta palabras. Ahora estaba seguro. No eran pesadillas, eran recuerdos. Reales. Sintió como Buffy se acercaba a él cautelosamente y finalmente lo abrazaba. Se aferró a ella como a un salvavidas en medio del mar, hundiendo la cara en su cuello.

“Lo siento, Buffy. Yo nunca… nunca…” gimió.

“Lo sé. No fuiste tú. Fue él… no fue culpa tuya. No debes culparte”

“¡Dios, esto es horrible! ¡No sé como voy a poder vivir con ello el resto de mi vida!”

“Lo harás…como voy a hacerlo yo” la voz de Buffy sonó fuerte. Decidida. William se separó un poco para mirarla a los ojos, ya no había miedo en ellos, sino determinación “Tenemos que vivir por él”

William casi saltó cuando ella tomó su mano y abriendo la bata la puso sobre su tripa. Ambos tenían la cara bañada en lágrimas, pero Buffy sonreía tímidamente.

“¿Estás… Estás embarazada?” logró preguntar el psiquiatra cuando la voz volvió a su garganta.

“Algo bueno salió de aquello. Miller me dijo que cerrara los ojos y pensara que eras tú, y eso hice. Mi mente ha creado una ilusión donde los dos hicimos el amor y engendramos a este niño. No hubo violencia, ni dolor”

“¿Estás segura que quieres tenerlo?” William no pudo evitar hacer la pregunta. Todas las mujeres violadas que se quedaban embarazadas abortaban. No podían mirar a sus hijos sin recordar al agresor.

Buffy asintió con la cabeza y se alejó de él. Había pensado en el aborto, cuando supo de su embarazo, pero el bebé era tan inocente como ellos.

“Este bebé es parte de ti y de mí. Miller no tiene nada que ver. Son tus genes los que hay en él, no los de un psicópata violador y asesino” Buffy se volvió para mirarlo a los ojos “Eres la mejor persona que conozco, William. Cuidaste de mí y no te aprovechaste de la situación. No creo que pudiera encontrar un padre mejor para mi hijo, nuestro hijo. Quiero tener a este bebé, William, pero no voy a exigirte nada que tú no quieras darle”

William se limpió las lágrimas con el dorso de la mano y asintió con la cabeza. Estaba en shock, pero entendía lo que Buffy le decía: no le iba a pedir que cumpliera con su deber de padre si él no quería. No había sido decisión suya dejarla embarazada, ni que ella siguiera con el embarazo. Nunca había pensado en ser padre, tenía una vida demasiado ajetreada como para pensar en sentar la cabeza y formar una familia, pero tampoco podía dejar a Buffy y a su hijo tirados.

“Reconoceré al bebé como mío, luv” dijo por fin el psiquiatra mirándola a los ojos “Como dices, es nuestro hijo, no de el cabrón de Miller, y no tiene ninguna culpa de nada. Tendrá un padre y una madre que lo quieran y cuiden de él”

William se acercó cautelosamente a Buffy y cogiéndole la cara entre sus manos la besó en la frente con ternura. Los tres eran víctimas inocentes de Miller, pero él no le iba a dar la satisfacción de destruirlos finalmente. Haría que se revolviera en el infierno al verlos felices y juntos.


 

 

Capitulo 9


Buffy estaba leyendo un libro en el sofá, encogida en sí misma. Habían pasado tres meses, así que ya estaba de siete y se sentía muy pesada. William y ella vivían en armonía, como dos buenos compañeros de piso, solo eso. Él le dio a elegir entre vivir en Cardiff o hacerlo en Estados Unidos, y ella eligió lo primero. Cardiff era una ciudad preciosa, y estaba solo a tres horas de Londres.

William tenía un apartamento en el centro de la ciudad, muy cerca de la Universidad, y durante el día a penas lo veía. Buffy pensó al principio que la rehuía, pero tenía que reconocer que el trabajo en la Universidad y el Hospital ocupaban casi todo su tiempo. Sin embargo, los fines de semana por las noches, la invitaba a salir.

Empezaban tomando un aperitivo en la terraza del Café Quarter, después se iban al cine o a ver algún espectáculo. Y otras veces se iban a cenar a alguno de los pub, que tenían variados menús.

Una noche la llevó a la taberna de King’s Arthur Hotel. William dijo que el marisco allí era excelente y así fue. Comió tanto que por la noche tuvo pesadillas con grandes langostas intentando morderle el culo. Era un lugar muy bonito, al borde del mar y muy romántico. Durante el postre, Buffy notó que William tenía un poco de nata en el labio, y fue a retirársela con el dedo. Él se echó hacia atrás en un gesto instintivo y ella estuvo a punto de echarse a llorar. No la había tocado ni besado desde aquella vez en Sunnydale, cuando él le dijo que estarían juntos. Era cortés, educado, pero solo eso. Buffy se preguntaba si no había sido un error ir a vivir con él, cuando le repugnaba tocarla.

Dejó el libro sobre la mesa y se enjugó unas lágrimas. Él estaba a punto de llegar, y no quería que la viera llorar. No era culpa suya, pero seguía sintiéndose culpable por lo que Miller le hizo hacer. Ella sin embargo, lo había olvidado. El tener a su hijo le estaba ayudando a superarlo y sentía algo muy profundo por el psiquiatra.

Estaba bebiendo un vaso de agua en la cocina cuando el teléfono sonó. Lo descolgó rápidamente por si era William para advertirle que iba a llegar tarde. Era viernes y los viernes llegaba siempre a las ocho. Cenaban en casa y veían una película juntos en la tele.

“¿William?” preguntó directamente. La respuesta no se hizo esperar.

“¿Quién eres? ¿la nueva chacha?” le preguntó a su vez su interlocutora, con un deje de desprecio en la voz.

“Soy Buffy Summers la… una amiga de William, ¿Quién es usted?” se oyó una risita al otro lado de la línea, y Buffy se desesperó. William y ella nunca habían hablado de ver a otras personas, aunque no tenían una relación, ni física ni sentimental, solo compartían piso, pero ella esperaba que con el tiempo…

“Yo soy la señora Pratt. ¿No te ha hablado William de mí?” Buffy se tuvo que sentar ¿William casado? No tenía ni idea. Willow nunca le había contado nada de que su hermanastro tuviera esposa en Gales.

“William no está” contestó secamente la rubia, intentando calmarse. “¿Por qué no lo llama al móvil?”

“Lo he hecho. Llevo toda la tarde llamando, pero el muy maldito lo apagó a la segunda llamada” Buffy sonrió por lo bajo. Puede que Will estuviera casado, pero pasaba olímpicamente de su esposa.

“Entonces es que pasa de hablar contigo, guapa” replicó sin poder contenerse. Oyó como se reía otra vez la muy…

“Lo dudo. Hace unos meses me pidió volver…pero yo estaba muy…ocupada, luego él me dijo que se lo había pensado mejor”

“Le diré que has llamado” Buffy colgó el teléfono de golpe, casi arrancándolo de la pared de la cocina. ¿Era eso verdad? ¿William había decidido volver con su esposa, pero al descubrir que ella estaba embarazada había cambiado de idea? Volvió al comedor echa un mar de lágrimas. No quería su lástima, sino todo lo contrario, pero él estaba enamorado de su esposa.

No se dio cuenta que él había vuelto y la miraba desde la puerta del salón muy preocupado.

“¿Pasa algo, luv? ¿Te encuentras bien?”

“No me pasa nada” respondió quitándose las lágrimas de la cara con un manotazo.
“Entonces ¿es normal que estés llorando mientras estoy fuera?”

“Son las hormonas, las tengo descontroladas” el psiquiatra suspiró audiblemente, dejando su cartera y el abrigo sobre un sillón. Después se acercó a ella. Quería abrazarla, pero no sabía como respondería. Tenía miedo que sintiera asco o terror si lo hacía, después de lo de Miller.

“¿Te gustaría que saliéramos? Quizás así te animes un poco”

“Creo que me voy a ir a la cama” respondió ella secamente “Por cierto, ha llamado tu esposa” pasó delante de él sin tan siquiera mirarlo. El se había quedado perplejo, ¿Cómo había conseguido la bruja de Harmony su número secreto?

Tardó solo dos segundos en seguirla, entrando sin llamar. Ella se había quitado la bata y estaba dispuesta a meterse en la cama. William se fijó en el camisón rosado que la hacía tan femenina y tan deseable, aunque a él siempre le parecía así. Ya ni se acordaba las noches que llevaba sin dormir, intentando aguantar la tentación de ir hasta su cama y…

“Luv, tenemos que hablar”

“No me llames luv, no soy tu amor, solo tu compañera de piso”

“Sabes que eso no es verdad, es solo que…” William se detuvo. Recordar lo que había pasado en la cabaña le ponía los pelos de punta.

“… no puedes soportar el verme, ni el tocarme… ¡te doy asco!”

“¿Pero que coño estás diciendo?” William la miró horrorizado “Buffy, eres tú quien tiene que sentir todo eso por mí… por eso nunca he intentado acercarme”

“Te dije que lo había olvidado, no creas que fue fácil, pero lo hice. Y tú me tratas como si fuera un mueble más de la casa” se quejó la rubia apartando la mirada de él. William maldijo por lo bajo y se sentó en la cama, acariciándole la cara con los dedos con suavidad. Ella cerró los ojos ante el contacto, suspirando profundamente. “No quiero que estés conmigo por obligación o por lástima”

“Y yo no quiero que sufras más por mi culpa. No me perdonaría nunca si hiciera algo que pudiera dañarte otra vez”

“Esto no está funcionando, Will. Tú estás enamorado de tu esposa y quieres volver con ella y sin embargo…”

“Es ex esposa, pet. Y no quiero volver con ella”

“¿Ex?”

“Si. Firmamos los últimos papeles hace meses. Soy totalmente libre”

“Ella dijo…”

“Es una arpía interesada. Nos conocimos en el instituto, y empezamos a salir. Un buen día me dijo que estaba embarazada, así que le propuse casarnos y ella aceptó. No se lo dije a nadie, ni siquiera a mis padres, por entonces los dos estaban vivos. Yo quería ir a la universidad, pero ¿Cómo iba a mantener a una esposa y un hijo? Solo tenía diecisiete años. Ella me dijo que hablara con mis padres y que nos mantuvieran, pero yo dije que no. Dejé el instituto y me puse a trabajar como lavaplatos. Vivíamos en un cochambroso apartamento y ella se pasaba todo el día en la cama o de compras. Pasaron varios meses de discusiones y peleas. Ella me echó un día en cara que la tenía abandonada y que no estaba dispuesta a vivir de esa forma y se largó”

“¿Y el bebé…?” preguntó Buffy con precaución.

“Tuvo un aborto. No sé si natural o provocado o el niño realmente no existió nunca… Empezó a salir con tíos y entonces yo volví al instituto y después a la universidad. Unos años después pedí el divorcio, pero ella no paraba de poner impedimentos y menos después de hacerme rico”

“¡Dios! Lo siento”

“Así que verás que no tengo el más mínimo interés en volver con alguien así. Además, tengo en casa todo lo que necesito”

“¿Ah sí?”

“Si, solo que no sé si…” William se fue acercando a ella, mirándola intensamente “¿Te importaría que te besara, luv?”

“¿Importarme?” Buffy sintió su aliento sobre los labios y se estremeció. El corazón le latía desbocado, a punto de salírsele del pecho. Cuando sintió los cálidos labios sobre los suyos no pudo evitar gemir. El también lo hizo cuando ella le rodeó el cuello con los brazos y le atrajo más. William se acomodó, poniéndose de lado sin dejar de probar sus labios con besos cortos pero intensos, con toda la dulzura que era capaz. Quería demostrarle lo distinto que podía ser todo sin que el canalla de Miller lo poseyera. Quería hacerle el amor.


 

 

Capitulo 10

Había sido precioso. Esa era la palabra adecuada. Buffy estaba echada en la cama, con una amplia sonrisa en los labios. William hacía un rato que se había ido a trabajar, después de volver a hacerle el amor y traerle el desayuno. La había tratado con tanto cuidado y con tanto amor que hasta se le habían saltado las lágrimas la primera vez que se unieron. El la miró con terror, creyendo que ella había recordado lo sucedido hacía meses, pero lo tranquilizó diciéndole que eran lágrimas de felicidad.

Sus besos y sus caricias fueron entonces más audaces, y la transportaron al cielo. William la deseaba, a pesar de estar embarazada de muchos meses, y eso solo podía ser fruto del amor. William la amaba, pero no se lo había dicho con palabras y ella tampoco a él.

Se levantó tarareando una canción. Recogió la casa y después se fue a hacer unas compras. Quería prepararle una cena especial a William, se sentía la mujer más feliz del mundo y quería que él también fuera el hombre más feliz de la tierra. Iban a ser padres en poco tiempo, padres de un bebé que les uniría aún más.

Después de pasarse varias horas en la cocina, sonrió satisfecha. El asado estaba en su punto exacto y la tarta de chocolate tenía un aspecto delicioso. Era el postre favorito de William y esperaba que le gustara.

Justo cuando había terminado de poner la mesa, oyó abrirse la puerta. Se quitó el delantal que se había puesto sobre el vestido premamá y fue a su encuentro.

William le sonrió y la atrapó por la cintura para besarla. Parecía cansado, por las ojeras que surcaban sus bellos ojos azules. Apenas había dormido por la noche y el día había sido largo.

“¿Qué tal estás, luv?” le preguntó unos minutos después cuando se apartaron el uno del otro para respirar.

“He tenido unas cuantas contracciones, pero sin importancia ¿Y tú que tal?”

“Cansado. He estado haciendo un perfil psicológico sobre un asesino en serie de prostitutas. Ese tío es un cabrón muy bueno”

“¿Un asesino en serie? ¿Aquí en Cardiff?”

“No, en Nueva York. Estoy colaborando con el FBI, más exactamente con Booth”

“Ten, cariño” Buffy le pasó una copa de vino y él bebió unos sorbos “¿Por qué no te das una ducha caliente? La cena está lista”

“No deberías haberte molestado” dijo William pasando la mirada por la suculenta cena “Has debido de estar muchas horas liada”

“Me apetecía hacer algo especial. Anda ve. ¿Necesitas ayuda?” le preguntó con una sugerente y sexy mirada. William sacudió la cabeza, sonriendo.

“Si que me apetece, pero entonces tu magnífica cena se enfriaría”

“Excusas, excusas” Buffy sonrió, haciendo un puchero y William no pudo contenerse. Fue hacia ella y al besó en los labios, palmeándole el trasero como despedida para irse después al cuarto de baño. Buffy lo vio desaparecer y volvió la atención a la mesa. Las velas estaban sin encender, así que fue hasta la silla donde su novio había dejado la chaqueta y buscó en sus bolsillos.

Casi gritó cuando descubrió un paquetito envuelto en papel de regalo. ¿Qué sería aquello? Sintió una contracción, más fuerte que las anteriores y se quedó sin respiración. Aspiró lentamente y dejó salir el aire despacio, hasta que desapareció. No. No podía ponerse de parto. ¡Estaba de treinta y cinco semanas nada más!

Por fin se relajó lo suficiente como para buscar el Zippo. Encendió las velas y lo dejó en su sitio, junto con la cajita. Después esperó pacientemente en la besa, a que William regresara, tomando a sorbos un poco de zumo.

William llegó vestido con unos vaqueros negros y una camisa del mismo color. Buffy lo repasó con la mirada de arriba abajo, lamiéndose los labios en un claro signo de deseo. El le sonrió y tras besarla en la punta de la nariz se sentó en su sitio.

“Si sigues comiéndome con los ojos, no te quedará apetito para probar tu asado” le dijo en broma, mirándola con el mismo deseo que ella a él.

“Puedo con lo todo. Recuerda que tengo que comer por dos”

“Entonces luego te lo recordaré, luv”

“De acuerdo” Buffy comenzó a servir la sopa, pero casi volcó el plato cuando sintió una nueva contracción. Se encorvó y William se levantó como un rayo, quitándole el cucharón de las manos, alarmado.

“¿Te encuentras bien, amor?” Buffy gritó como respuesta, apoyándose contra él jadeando. William miró con horror como sus pies se encharcaban por un líquido viscoso. “Dime que no has roto aguas, Buffy”

“No he roto aguas, William” respondió ella siguiéndole la corriente. William maldijo por lo bajo, levantándola en sus brazos y llevándola a la cama. “¡Dios, como duele, te odio!”

“Lo siento, cariño. Voy a llamar a una ambulancia. No te muevas de aquí”

“¡Serás cretino! ¿Dónde narices voy a ir?”

“Perdóname, estoy histérico” reconoció el hombre, besándola en la frente. Con una mano cogió el teléfono móvil y marcó mientras con la otra sujetaba la de Buffy. La chica oyó como llamaba a urgencias solicitando la ambulancia y después colgó. “Ya vienen, luv. Resiste”

“No creo que pueda… ¿Tú no eres médico?”

“Psiquiatra, cariño. Solo vi un parto en la facultad, y de lejos. La sangre me pone enfermo”

“¡Pues mira que bien!” William se sonrojó. Era la primera vez que reconocía esto ante alguien “Háblame de algo para distraerme…eso del asesino en serie”

“Buffy, luv. No creo hablar de asesinatos que sea el mejor tema para …” Buffy gritó ante una nueva contracción y él continuó rápidamente “Se han encontrado cinco cadáveres, todas prostitutas de entre veinte y treinta años. Todas ellas de color y a todas les habían pintado los labios de rojo después de matarlas. Después de leerme todos los informes policiales y los informes de las auptosias, he hecho el perfil de ese maniaco. Sería un varón afro americano, de entre veinte y cuarenta años, clase media baja, -pues la barra es corriente- y que seguramente en su infancia recibió malos tratos por parte de su madre, o se vio abandonado por ella. Su madre posiblemente era prostituta y él no comprendía por qué ella le dejaba solo por estar con tantos hombres. Así que mata a esas mujeres porque no puede matar a su madre y así se venga de ella”

“¿Y si la mató también?” William alzó una ceja y Buffy intentó explicarse entre contracción y contracción “Yo buscaría alguna víctima unos meses antes que sea mayor que las prostitutas actuales”

“¿Quieres decir que está recreando el crimen una y otra vez?” Buffy asintió con la cabeza y cerró los ojos cuando una nueva y más larga contracción casi la partió en dos. William apretó su mano y le limpió el sudor de la frente con la sábana “Creo que tienes razón. Llamaré a Booth y le contaré tu idea”

Buffy asintió una vez más y William suspiró aliviado cuando tocaron a la puerta. Eran las asistencias. Los hizo pasar y tras examinarla, el médico llegó a la conclusión que el bebé estaba por llegar y no podían moverla.

Una hora después y tras muchos esfuerzos –el mayor el de él por no desmayarse- William Jr. Pratt Summers venía al mundo. Cuando lo cogió en brazos, no pudo contener las lágrimas. No podía creer que era suyo, suyo y de Buffy, la mujer que amaba, aunque no se lo hubiera dicho todavía.

Esperó a que los enfermeros acabaran de asistirla y cuando se fueron, le puso al bebé en brazos.

“Es guapísimo, ¿verdad?”

“Tanto como su madre” William la besó en la frente y le sonrió. ¡Estaba tan preciosa! “Iré a preparar el dormitorio del bebé. ¿Por qué no descansas un poco? Cuando vuelva cambiaré las sábanas”

“Preferiría que durmiera con nosotros, si no te importa. Se ve tan…vulnerable”

“No me importa en absoluto. El médico ha dicho que está perfectamente desarrollado, así que no hay por qué preocuparse, aunque deberías haber aceptado su recomendación de ir a hospital”

“No me gustan los hospitales. Aquí estamos mejor”


“Si, eso es verdad” William se inclinó y besó al bebé tiernamente. Después la besó a ella, suspirando audiblemente. Todo estaba bien ahora. Solo faltaba una cosa… ¿Qué diría ella?


 

 

Capitulo 11

“Tenías razón, pet. Booth me ha llamado. Han detenido a un sospechoso de las violaciones y muertes de esas prostitutas. Hace cinco años mató a su madre que también lo era, pero pensaron que era un ajuste de cuentas, un hecho aislado”

“Gracias a Dios. Ahora esas pobres mujeres se sentirán más seguras, aunque con un trabajo así, nunca se puede estarlo, supongo”

William asintió con la cabeza. Si, tenía que ser muy duro para una mujer echarse a la calle a vender su cuerpo, exponiéndose a quien sabe cuantos peligros.

“¿Cómo se te ocurrió lo de la madre, Buffy? Fue muy extraño”

La chica cerró los ojos un momento. Acunó al bebé entre sus brazos mientras pensaba si debía decirle la verdad a su novio. Tenía que decírselo, necesitaba su apoyo y su comprensión, algo que siempre había tenido.

“La vi. Justo entre dos contracciones, mientras me contabas la historia”

“¿Te refieres a su fantasma o en tu mente?”

“Su fantasma. William, desde que era pequeña me pasan cosas extrañas, tenía sueños premonitorios y cosas de esas… y desde que pasó lo de Miller ese…poder o lo que sea se ha acentuado. Vi a esa señora y me dijo que el asesino era su hijo”

William se quedó callado un momento. Lo que Buffy le estaba contando era grave, la creía, por supuesto, pero no quería que ella tuviera que pasar por esas cosas nuevamente. No quería que sufriera.

“¿me crees, verdad?”

“Claro, cariño. Es solo que tengo miedo, después de todo por lo que has pasado… siento terror de que algo vuelva a dañarte y al niño”

“Yo también, pero si puedo ayudar… William, hace que me sienta bien, sé que puedo hacer algo por todas esas almas…”
“Está bien, luv. Pero cuando veas algo, quiero que me lo digas inmediatamente, no nos vamos a arriesgar” Buffy asintió con la cabeza y él respiró más tranquilo. Estaban los tres en la cama, dispuestos para dormir.

Ya habían pasado dos días desde que el bebé nació, y William se había tomado unas vacaciones para cuidarla y estar con ellos. Sin embargo, no le había dado el anillo, ni había hecho referencia a él. ¿Se habría arrepentido?

No podía esperar más, tenía que preguntárselo, pero antes que dijera nada, William sacó la cajita de la mesita de noche ante sus asombrados ojos. La abrió y Buffy casi se queda sin aliento al ver el hermoso anillo de compromiso.

“Me hubiera gustado dártelo aquella noche, cariño, de forma más romántica pero el enano se decidió a salir y…”

“¡Dios! Pensé que te había arrepentido” dijo ella con un suspiro de alivio extendiendo la mano para que se lo pusiera “Supongo que quieres que me case contigo, ¿no? La respuesta es si”

“No te andas por las ramas, ¿eh pet?” dijo William soltando una sonora carcajada, que casi hizo despertarse al bebé.

“Me has tenido dos días en vilo, no voy a darte la oportunidad de arrepentirte” respondió rápidamente Buffy mirando con adoración el anillo.

“Ya estoy empezando a arrepentirme, luv. Me temo que voy a ser tu esclavo de aquí en adelante”

“Si, pero en todos los sentidos, el sexual el primero”

“Eso me va a gustar” William la besó en los labios y ambos suspiraron de frustración. “Ya tendremos tiempo, ahora descansa, cariño”

“Tú también. Buenas noches”

William apagó la luz y se acurrucó contra su novia e hijo. Iban a casarse en cuanto se pudiera y… ¡Buffy con poderes sobrenaturales! Era algo increíble, pero como ella muy bien decía, podía ayudar a todas esas almas a descansar en paz y a sus asesinos a ser atrapados y juzgados convenientemente. Solo esperaba que todo fuera bien y no lo lamentaran en el futuro.





FIN