Normal Again

 

 

 

Buffy está recluída en un hospital psiquiátrico. Ha estado allí durante los últimos siete años, y tras una leve mejoría en su enfermedad mental, el doctor que la atiende le da unos días de vacaciones en casa, justo por Navidad.

 

Capítulo 1

 

“Tenemos buenas noticias para ti, Buffy. Vas a pasar las Navidades con tu familia ¿Qué te parece?” Buffy levantó la mirada hacia el doctor Holden Webster, y se encogió de hombros. ¿Cuánto tiempo llevaba encerrada en ese psiquiátrico? ¿Un año? ¿Dos? Ya ni se acordaba. Los potentes medicamentos que le habían administrado para vencer su psicopatía la habían trastornado más que su supuesta enfermedad.

 

No estaba loca. Los vampiros existían y ella era la Cazadora. La Elegida. Solo que cuando tuvo que incendiar el gimnasio de su instituto para salvarlos a todos, nadie la creyó. Ninguno de sus compañeros apoyó su historia. Ni siquiera Pike.

 

El que creía su primer amor había desaparecido, dejándola en la más absoluta de las miserias.

Según los expertos que la trataron, estos últimos siete años solo habían existido en su mente. Nunca se había movido de Los Ángeles. Sunnydale no existía. Ni Giles, ni sus amigos, ni Ángel… ni Spike. Todo era producto de su mente enferma.

 

“¿Buffy?” reaccionó al oír su nombre. Si quería salir de allí, debía  seguirles la corriente. Admitir que todo era mentira y así recobrar la libertad. De esa forma podría averiguar si como decían todos, había tenido un brote psicótico o en verdad existían los vampiros y demonios.

 

“Lo siento doctor. No me esperaba esto…” se excusó, sonriendo forzadamente.

 

“Has reaccionado bien al último tratamiento. Ya no tienes alucinaciones y después de todo el tiempo que llevas recluida, hemos pensado que te vendría bien ir a casa, para determinar si vamos en buen camino”

 

“¿Cuánto tiempo ha pasado?”

 

“Casi dos años”

 

“Wow” Así que estaba a punto de ser mayor de edad… tenía que seguirles el juego “Quiero volver a casa, doctor y seguir con mi vida”

 

“Tus padres vienen mañana a recogerte, ¿Estás contenta?”

 

“Mucho” El doctor se despidió de ella y Buffy suspiró aliviada. El chico en cuestión era compañero suyo de clase en su otra vida, lo cual la hacía dudar. Y su madre había muerto tiempo atrás, así que era imposible que apareciera para recogerla, ¿No?

 

Bueno, solo quedaban unas horas para salir de dudas. Estaría preparada para lo que fuera.

 

 

 

“Buffy, cariño ¿Estás bien?”

 

“Sí, mamá. Es que es todo tan…diferente” Buffy miró por el cristal de su ventanilla, aterrada. Estaba en Los Ángeles, y en la parte delantera del coche donde iban estaban sus padres. Los dos. Y juntos. No se habían divorciado.

 

“Te irás acostumbrando. El doctor ha dicho que los primeros días estarás un poco confusa, pero que después todo irá encajando. Buffy, haremos que funcione, ya lo verás”

 

“Gracias papá” papá. Le sonaba tan raro llamarlo así. En su mente, la única figura paterna que estaba patente era Giles. Pero Giles era ficticio, así como sus amigos, y todo lo demás. Incluso Dawn. No existían.

 

Por fin llegaron a casa. Era tal y como ella recordaba. Nada había cambiado en ese aspecto. Hank sacó su equipaje y Joyce la tomó cariñosamente de la mano para conducirla dentro. Se sentía un poco agarrotada, como fuera de sitio. Pero era su hogar.

 

“Esta noche saldremos a cenar fuera para celebrarlo” dijo Hank mirándola detenidamente. Su hija estaba más delgada, y sus ojos habían perdido el brillo.  Y no parecía que la vuelta a casa le hiciera demasiada ilusión “¿Te gustaría que decoráramos la casa? Podemos comprar un árbol y todo eso”

 

“Claro. Un árbol estaría bien” asintió Buffy, saliendo de su abstractismo. Tenía que comportarse ‘normal’ o la mandarían de vuelta al psiquiátrico. “¿Puedo subir a mi cuarto? Estoy un poco cansada”

 

“Está tal y como lo dejaste” dijo Joyce avanzando hacia ella  “Vamos te acompañaré”

 

Buffy se dejó llevar con resignación. Tenía ganas de quedarse a solas. Los recuerdos le martilleaban el cerebro, mareándola. Cuando por fin Joyce la dejó a solas, respiró profundamente, intentando tranquilizarse. Su cabeza era un completo caos, con imágenes de su otra vida, entrelazadas con la supuestamente real. Si no estaba loca, se volvería.

 

Dos días después, la víspera de Nochebuena la casa estaba adornada para la ocasión. Cientos de luces iluminaban la fachada y en el salón estaba el mayor árbol de Navidad que había tenido en su vida. Hank había tenido que subirse a una escalera para colocar la estrella. Todavía no se explicaba cómo habían conseguido meterlo en casa por la puerta.

 

Había estado investigando en la biblioteca, y en Estados Unidos no había ninguna ciudad llamada Sunnydale. Ni en el resto del mundo. Cada vez estaba más segura de que en realidad había sufrido ese brote psicótico. Incluso una noche se había escapado por la ventana hasta el cementerio más cercano, esperando encontrarse con algún vampiro, pero no había sido así.

 

Bueno, ella siempre había querido tener una vida normal mientras creía ser la cazadora. Ahora la tenía, ¿no? Era cuestión de tomarse las pastillitas y disfrutar de eso. Tenía casi dieciocho años, y toda la vida por delante para ser feliz. No tenía el peso del mundo sobre sus hombros ni el constante miedo a un Apocalipsis. Era normal. Otra vez normal.

 

“Cariño, ¿Te importaría que invitáramos a alguien para Nochebuena? Sé que es pronto para conocer gente, pero el chico lleva poco tiempo en el país y no tiene con quien pasar las fiestas” Buffy miró a su padre, un poco pillada por sorpresa. ¿Chico? ¿Estaban intentando emparejarla?

 

“No sé, papá… Nochebuena es una fecha para pasarla en familia y no sé si… ¿Quién es el chico?” preguntó al ver la cara de decepción en sus padres.

 

“Es alguien que trabaja de lavaplatos en el restaurante en frente de mi oficina para pagarse la universidad. Es muy simpático y me da pena que pase las fiestas solo, pero si te vas a sentir incómoda…”

 

“¡No! Está bien. Supongo que hablar con personas de mi edad me vendrá bien. ¿Cuántos años tiene?”

 

“Creo que veintiuno. Te caerá bien”

 

“¿Cómo se llama?” Frank se sonrojó y Buffy enarcó una ceja.

 

“No se lo he preguntado” reconoció avergonzado.

 

“¡Hank!” le regañó Joyce sin podérselo creer “¿Invitas a un muchacho a casa y no sabes ni su nombre?”

 

“Siempre le llamo chico… y él contesta” se excusó. Buffy comenzó a reír, y al final terminaron todos riendo.

 

 

El timbre de la puerta sonó justo a la hora indicada. Joyce y Hank estaban en la cocina mientras Buffy acababa de poner la mesa. Apenas tenía ropa a la moda, así que tuvo que salir deprisa y corriendo a comprase algo para la celebración. Joyce la ayudó a elegir un pantalón negro y un top de manga larga plateado, ante su indecisión. Se recogió el pelo, dejando caer algunos mechones y se maquilló ligeramente.

 

Sentía un cosquilleo extraño en el cuerpo ante la idea de conocer al chico amigo de su padre. Una mezcla entre curiosidad y temor, pero que hacía que se sintiera viva de nuevo. Hank le había prometido que no se trataba de una cita a ciegas, sino de una buena obra por ser Navidad, así que estaba tranquila a ese respecto. Sus padres no trataban de emparejarla con un extraño, que posiblemente fuera horrible y tendría espinillas y granos en la cara.

 

Sonrió ante esta idea. Por lo menos esperaba que fuera inteligente, y así poder hablar de algo interesante.

 

“Buffy, cariño ¿Puedes abrir la puerta” gritó Hank desde la cocina cuando el timbre volvió a sonar.

 

“Claro, papá” Buffy colocó la última servilleta y corrió a abrir. Estaba un poco impaciente por conocer al invitado. Se alisó inconscientemente la ropa y el pelo y después abrió.

 

“Buenas noches. Tú debes ser Buffy”

 

La rubia abrió los ojos como platos cuando fijó la mirada en la cara del hombre que estaba en la puerta principal ante sus ojos. El corazón le empezó a latir con un ritmo desenfrenado, amenazando con salirse de su pecho.

 

“¡Spike!” logró decir antes de caer redonda al suelo, ante la  estupefacta mirada del visitante.

 


 

Capitulo 2

 

Cuando Buffy despertó unos minutos después, seis preocupados ojos estaban clavados en ella. ¿Cómo era posible que su Spike estuviera allí? Se suponía que no existía, ¿verdad? Que era producto de su enferma imaginación. Entonces, ¿Qué hacía allí la versión castaña del vampiro que fue su novio y amante en su otra realidad?

 

Cerró los ojos lentamente, rezando para que cuando los volviera a abrir Spike hubiera desaparecido. Si las alucinaciones volvían, la encerrarían de nuevo en una celda acolchada y tiraría la llave al mar.

 

“Buffy, cariño. ¿Estás bien? ¿Quieres que llamemos al doctor Webster?” la voz de su padre la trajo de vuelta a la realidad. Lo que menos quería en ese momento era volver a ver al doctor que formaba también parte de su otra realidad. Aunque, si era así, también era posible que hubiera otro Spike, ¿no? O quizás era alguien que se le parecía mucho.

 

Abrió los ojos y los achicó para fijar la vista. Sus padres estaban inclinados hacia ella, mientras ‘Spike’ se mantenía un poco apartado apoyado en la pared, con las manos metidas en los bolsillos de sus vaqueros. Era clavado a Spike, incluso en las posturas. Desvió la mirada de él y se concentró en sus padres. Su prioridad era quitarles la estúpida idea de la cabeza a sus progenitores de llamar a Holden.

 

“No, estoy bien. Creo que… que me ha dado una bajada de tensión, pero me encuentro perfectamente”

 

“William se ha llevado un susto de muerte al verte caer al suelo” dijo Hank, todavía pálido por el susto que se había llevado al oír gritar a su invitado, llamándolo.

 

“¿William?” gimió bajito Buffy mirando otra vez al chico culpable de sus problemas. Por lo pronto se llamaba igual que Spike, aunque desde donde estaba, Buffy no podía distinguir el color de sus ojos. Si eran azules, saldría corriendo de la casa hasta llegar como mínimo a Canadá.

 

“Se lo he preguntado antes” confirmó Hank un poco azorado “William Pratt. Es londinense y está en EEUU estudiando dirección de empresas”

 

Buffy enarcó las cejas ¿Dirección de empresas y Spike? No pegaban ni con cola. Le hizo una seña a su padre para que se acercara mientras ella se incorporaba, sentándose en el sofá donde había estado tumbada.

 

“¿Le has visto a plena luz del día?” susurró señalando con los ojos a William. Su padre frunció el ceño y Buffy se maldijo a sí misma ante su fallo. No podía empezar a hacer preguntas sobre vampiros, o todo se estropearía. “Era broma, papá” dijo, palmeándole el hombro. “¿Y si empezamos a cenar? Tengo hambre”

 

Hank y Joyce se miraron un segundo y después sonrieron. La ayudaron a levantarse y Buffy miró hacia donde estaba William. Él se incorporó, sacando las manos de los bolsillos y se acercó a ellos.

 

“Hola, siento haberte asustado, Buffy” dijo extendiendo la mano hacia ella.

 

“No ha sido culpa tuya, Sp… digo William” Buffy aceptó su mano y un escalofrío le recorrió la espalda cuando la sintió tibia junto a la suya. La apartó como si quemara y se giró para no cruzarse con su mirada. Azul. Sí, maldito fuera. Tenía los ojos del mismo tono incomparable de su Spike. Respiró hondo rogando para no volver a desmayarse. Ya había hecho el ridículo bastante por un día.

 

“¿Te he dado las gracias por las flores, William?” el aludido se giró hacia Joyce, sonriendo.

 

“Como diez veces ya” respondió un poco azorado. Buffy miró hacia la mesa y vio un hermoso ramo de rosas en el centro. Ahora que recordaba, le había parecido verlo en la puerta con el ramo y una botella de vino antes de desmayarse. “¿Puedo ayudar en algo?” se ofreció para relajar la tensión que sentía. Buffy no paraba de mirarlo y lo estaba poniendo nervioso. Tampoco estaba acostumbrado a que las mujeres se desmayaran al verlo, ni que pusieran esa cara de horror con la que lo había recibido. Era bien parecido y tenía éxito con las mujeres, pero parecía que Buffy no opinaba lo mismo.

 

“Acompáñame a traer el asado” dijo Joyce señalándole la cocina. “Hank, descorcha el vino, y tú Buffy, siéntate, todavía estás un poco pálida”

 

“A la orden” Hank simuló un saludo militar sonriendo. Buffy vio como su madre y William desaparecían en la cocina y se sentó tal como le había dicho. Todavía le temblaban las piernas y tenía el estómago en un puño.  Tenía que hablar a solas con él, descubrir si era quien decía su padre o quien creía ella.

 

La cena transcurrió con normalidad. Su madre no paraba de hacerle preguntas a William, y ella escuchaba atentamente, por si se le escapaba algo que la ayudara en su investigación. Notó como él evitaba su mirada, centrándose en su madre. Parecían llevarse bien, tal como era en su otra realidad. Hank intervenía de vez en cuando en la conversación, intentando que ella también lo hiciera. Pero estaba demasiado intranquila como para hacerlo.

 

Terminada la cena, quitaron la mesa entre todos y después de recoger la cocina, fueron al salón.

 

“Buffy ¿Te gustaría salir a tomar un chocolate caliente? He visto una cafetería a un par de manzanas cuando venía hacia aquí” Buffy abrió mucho los ojos, desconcertada. Después miró alternativamente a sus padres, como esperando permiso.

 

“Es una idea estupenda” aseveró Joyce sonriéndoles a ambos “¿Verdad, Hank?”

 

“Sí. Yo quiero ver el especial de Navidad que emiten en el canal 9”

 

“Pero…” Buffy fue a protestar, pero se detuvo a tiempo. ¿No era eso lo que quería? Era su oportunidad de quedarse a solas con William e investigar. Si era Spike quizás estaba disimulando. Sacudió la cabeza y fue hacia las escaleras “Iré a buscar algo de abrigo. Estoy aquí en un minuto”

 

“Estupendo” respondió Spike ladeando un poco la cabeza. Buffy corrió escaleras arriba. La última palabra que había dicho así como el gesto le había recordado la conversación que tuvo con Spike en la no boda de Xander y Anya. Dios, ¡Eran idénticos! Había estado observando a William durante toda la cena. Llevaba el pelo un poco alborotado, echado hacia atrás, pero con los rizos más definidos que Spike. El color de su pelo era castaño y estaba bronceado. Algo raro para un vampiro. La camisa verde oscura que llevaba puesta no dejaba ver mucha piel, pero sí lo suficiente.

 

Cogió su abrigo y un gorro de lana y se los puso. Se echó una ojeada en el espejo. Seguía estando un poco pálida, pero no se veía tan mal como al llegar a casa unos días antes. Abrió el joyero y sacó una cadena con una pequeña cruz de plata, regalo de su madre en su quinceavo cumpleaños.

 

Se la colgó y después salió al encuentro de William. Él la esperaba al pie de las escaleras con una sonrisa. Buffy deslizó su mirada por todo su cuerpo, casi con la boca abierta. Se había puesto una cazadora marrón de piel y tenía que reconocer que estaba para comérselo enterito. Recuerdos de su relación en su otra realidad la golpearon, haciéndola sonrojar. El debió notarlo, porque levantó una ceja, aunque no dijo nada. Ahí dudó. Si hubiera sido el otro Spike no hubiera desperdiciado la ocasión para mortificarla con algún apunte sexual.

 

El embarazoso silencio que siguió fue interrumpido por la llegada de los Summers.

 

“Gracias por la cena, Sra. Summers. Estaba todo riquísimo”

 

“Gracias a ti por venir. Y ya sabes, puedes venir cuando quieras, estás en su casa” William asintió con la cabeza y se despidió de ella con un beso, y de Hank con un apretón de manos.

 

“No la traeré muy tarde” dijo señalando a Buffy. Ella se despidió de sus padres y después ambos salieron a la fría calle. William se ajustó la cazadora y se metió las manos en los bolsillos “¿Vamos, pet?”

 

Buffy se quedó petrificada en la acera, sin podérselo creer. ¿La había llamado pet? Entonces es que…

 


Capítulo 3

 

“¿Buffy? ¿Algo va mal?” 

 

La rubia volvió a la realidad y sacudió la cabeza. William la miraba con preocupación. Si no decía nada, pensaría que estaba pirada.

 

“No, nada. Es que me has recordado a alguien al llamarme Pet”

 

“Pues no lo apreciarías mucho, por la cara que has puesto. ¿Algún ex novio desaprensivo?”

 

“No, bueno… Sí… es complicado” Buffy comenzó a andar hasta llegar donde la esperaba William. Él le sonrió con afecto, y se sintió más tonta todavía. William era inglés, así que era normal que dijera esas palabras puramente inglesas, así que mejor que se acostumbrara. Y si era Spike… ya se lo diría en su momento. Quizás solo estaba jugando con ella. Bailando… ¿Tendría su alma si era en verdad el vampiro de su otra realidad? Sintió un escalofrío. ¿Y si era el vampiro despiadado y sin alma que conoció al llegar a Sunnydale? Ahora sí que podía comérsela sin tan siquiera sudar un poco. No tenía  ningún poder.

 

“¿Tienes frío? La cafetería que te dije no está lejos”

 

“Entonces vamos” dijo Buffy tras suspirar y cerrarse mejor el abrigo. William comenzó a caminar y ella lo siguió, mirándolo de reojo por si acaso. El la miraba también de vez en cuando, parecía estar divirtiéndose con la situación. Hablaron de cosas banales como el tiempo hasta llegar a la cafetería. Él le abrió galantemente la puerta y después la ayudó a acomodarse en la mesa. El perfecto caballero.

 

“¿Te apetece otra cosa que chocolate? Aquí también hay batidos y zumos”

 

“No, un chocolate caliente estará bien” dijo Buffy mirando a su alrededor. Esperaba no encontrar allí a nadie conocido, pero no tuvo tanta suerte. La doble de Anya estaba sirviendo la mesa de al lado. Buffy abrió mucho los ojos y echó un vistazo a William, para ver su reacción, pero no parecía en nada que la reconociera.

 

Cuando les llegó el turno de servirles, la supuesta Anya los miró como si nada y apuntó el pedido, dándose la vuelta sin decir ni hacer nada sospechoso. ¿Qué estaba pasando? ¿Iban a aparecer todas las personas y demonios que conoció en su otra realidad? Arrugó el ceño y se echó la mano sin querer a la cruz que llevaba al cuello. Notó que William seguía con la mirada su movimiento y se le ocurrió una idea. Solo necesitaba un poco de ayuda de él…

 

“Bonita cruz” dijo entonces William, sonriendo ampliamente. Allí estaba su oportunidad- pensó Buffy sonriendo a su vez.

 

“¿Te gusta? Te la regalo. Mi regalo de Navidad” Se la quitó del cuello con rapidez y antes que pudiera reaccionar, la puso sobre la mano de William. El se quedó un poco parado, sin saber cómo reaccionar. Miró la cruz con la cadena en su mano y después a Buffy.

 

“No puedo aceptarla, yo no te he comprado nada” Buffy se encogió de hombros, un poco decepcionada porque no saliera humo, pero también aliviada.

 

“No seas tonto. Es como agradecimiento por sacarme de casa. Estaba un poco agobiada y tú te diste cuenta. Por eso me invitaste a salir, ¿verdad?”

 

“Entre otras cosas” William la miró ladeando un poco la cabeza, medio sonriendo. Buffy sintió que se ponía colorada. Aquellos intensos ojos azules tenían el poder de hacerle subir la temperatura varios grados, en la otra realidad y en esta.

 

“Vamos, póntela”  William tomó la cadena entre los dedos y se la puso, sin dejar de mirarla intensamente. Luego la dejó descansar sobre su pecho desnudo.

 

“¡Vuelvo ahora mismo!” Buffy dio un respingo, apartando la mirada de su pecho, para fijarla en su cara. William se levantó de la silla y fue directo a una máquina de bolas que había para niños en un rincón. Se sacó una moneda del bolsillo y después la introdujo en la ranura, sacando una de las bolas.

 

William regresó despacio, mirando la bola con atención. Buffy estaba sorprendida, nos sabía muy bien qué estaba haciendo con aquel juguete de niños. Esperó hasta que William se sentó por fin y tras abrir la bola se quedó mirando embobada como sacaba lo que parecía un anillo de dentro.

 

“No es un bloody diamante, pero servirá… por ahora. Deme su mano, princesa” Buffy extendió la mano y él le deslizó en el dedo el anillo.  Buffy casi gritó, o no estuvo segura si lo hizo al reconocerlo: Era el espantoso anillo que Spike le había regalado cuando se “comprometieron”. Tuvo que ponerse intensamente pálida, porque sintió la voz preocupada de William “¿Te encuentras bien, luv? Ya sé que no es muy bonito, era solo una broma”

 

“Yo… yo… discúlpame un momento” Buffy se levantó temblando de la silla y fue directa al cuarto de baño. William la siguió con la mirada hasta que desapareció, y luego suspiró hondamente. Estuvo tentado de seguirla hasta el baño, pero pagó la cuenta y esperó pacientemente hasta que salió, algo recuperada. “Lo siento”

 

“No te preocupes, ¿estás bien? ¿Quieres que salgamos a tomar el aire?”

 

“Por favor” William la tomó del codo y la escoltó hasta la salida. Ella no se resistió cuando tras salir le pasó la mano por los hombros. Todavía se sentía un poco mareada, y las piernas no la sostenían mucho. “Pensarás que soy una idiota, pero es que…”

 

“…Te recuerdo a ese tal Spike, ¿no?”

 

“¿Cómo sabes que…” Buffy se paró en medio de la oración, deteniéndose. El se enfrentó a ella, metiéndose las manos en los bolsillos de los pantalones.

 

“Me llamaste así cuando nos conocimos, antes que te desmayaras” Buffy asintió con la cabeza, agachándola después. “¿Quieres contármelo?”

 

“No me creerías. Pensarías que estoy loca. Quizás lo esté” añadió esto último en voz más baja. William le puso un dedo bajo la barbilla e hizo que levantara la mirada hasta que se miraron fijamente.

 

“Tengo una mente muy abierta. Prueba”

 

“Esto es una estupidez, llévame a casa, por favor” Buffy intentó darse la vuelta, pero William la sujetó firmemente por la cintura, atrayéndola hacia él. Buffy sintió que se desmoronaba. Su mente era un caos total. Ya no sabía qué era real y qué no. Eran demasiadas coincidencias… no podía ser simple casualidad…

 

“Vamos, confía en mí. Cuéntamelo”

 

Buffy apoyó la cabeza contra su firme pecho y le abrazó también. Necesitaba su calor, su abrazo, fuera o no fuera Spike.  Después fue incapaz de controlar las lágrimas que brotaron de sus ojos como un torrente. William la apretó más fuerte contra sí, diciéndole palabras de consuelo al oído. Estuvieron así varios minutos hasta que por fin ella se tranquilizó. Daba pequeños hipidos, y su cuerpo se estremecía levemente. William la besó en la frente y después le susurró bajito:

 

“¿Mejor?” ella asintió con la cabeza, maldiciéndose por ser tan débil, y más con él. “¿Te apetece que vayamos un rato a mi apartamento? Vivo cerca. Tenemos que hablar”

 

“Está bien”

 

William le limpió el rastro de lágrimas con los pulgares, mirándola de una forma extraña que Buffy no supo descifrar. Después volvió a pasarle el brazo por los hombros y ella le rodeó la cintura con el suyo, comenzando a caminar.

 

Buffy sabía que tenía que sincerarse con él, pasara lo que pasara. Si no la creía, pensaría que estaba loca, y si la creía… ¿Qué iba a pasar si la creía? Ya tenía más que claro que él no era Spike. No era un vampiro. Había oído el latido de su corazón cuando la tuvo abrazada. Sin duda era humano. Y sin duda se parecía terriblemente a Spike. Era su clon, su gemelo… pero ¿Cómo era posible? ¿Estaría loca de verdad?

 

Se encogió mentalmente de hombros. Le contaría toda la verdad y esperaría que la comprendiera, que la ayudara, si no…

 


 

Capitulo 4

 

Cuando llegaron al apartamento de William, Buffy no pensó que se había precipitado al comprometerse a contarlo todo. Él no la soltó hasta dejarla sentada en un cómodo sofá de cuero marrón, yéndose después a dejar su abrigo y el de ella colgado en la percha de la entrada.

 

“¿Quieres tomar algo” Buffy negó con la cabeza. William se sentó frente a ella, para darle un poco de espacio.

 

“¿Vives aquí solo?” preguntó la rubia señalando a su alrededor con la mano. El apartamento estaba decorado con gusto, los colores eran muy masculinos, pero de estilo moderno. La cocina estaba separada del salón por una barra, lo cual le recordó al apartamento de Giles. Era bastante similar.

 

“Lo comparto con un amigo” dijo William mirándola directamente a los ojos “Clem ha ido a pasar las fiestas con su familia”

 

“¿Clem?” preguntó Buffy casi sin voz. William se preocupó de nuevo al verla palidecer.

 

“Clemente es un chico un poco grueso, pero es un trozo de pan. Le encanta ver películas de esas sensibleras, tipo “Mi boda griega”, y series antiguas como “El coche fantástico”. Los días que no nos apetece salir alquilamos una peli en el video club y compramos alitas de pollo y cervezas y nos relajamos en casa”

 

“¡Oh Dios!” murmuró Buffy, cada vez más confusa. William no supo interpretar correctamente la cara que puso de susto y se apresuró a aclarar:

 

“No creas que somos gays. Es que yo estoy muy cansado a veces. Eso de trabajar y estudiar resulta agotador, y como Clem no es muy agraciado… prefiere quedarse en casa conmigo antes que ir a una disco”

 

“Si me dices que también jugáis al póquer de gatitos, me suicido directamente”

 

“¿Póquer de gatitos?” William la miró como si no entendiera nada y eso la tranquilizó “No lo había oído nunca, aunque a veces jugamos al póquer, pero nos apostamos garbanzos o alubias”

 

“¡Gracias a Dios!” Buffy sonrió un poco y William la imitó. Ambos suspiraron sin saber muy bien por donde seguir. William fue el primero en hablar.

 

“Bueno, ¿Quién es el chico ese al que tanto te recuerdo?”

 

“Él es… era… Es un poco complicado. Mejor que te lo cuente desde el principio… si tienes un par de semanas libres” William lanzó una carcajada que a Buffy le sonó a música celestial. Había escuchado pocas veces reír a Spike, pero su risa era idéntica a la del chico que tenía enfrente. Si lo tenía todo igual… pensó, y sin darse ni cuenta bajó la mirada hacia la parte de los pantalones que abultaban más en el chico. Este carraspeó divertido y ella levantó la mirada de golpe, toda ruborizada “Perdona, estaba pensando que sois tan iguales…” dijo para disimular.

 

“Si es en lo que yo me imagino, espero estar a la altura” soltó William haciendo la reír.

 

“Bueno, tendría que ver para poder comparar” respondió Buffy siguiendo la broma.

 

“Cuando nos conozcamos mejor, te tomaré la palabra, cariño” su tono de voz hizo que la sangre se le calentara a temperaturas peligrosas. Estaba empezando a sentir mucho calor. William se acomodó mejor en el sillón en el que estaba sentando y le hizo una seña para que empezara a hablar.

 

Buffy comenzó su fantástica historia desde el principio, cuando destruyó el gimnasio del instituto hasta el día en que vio desaparecer Sunnydale, y con la ciudad,  a Spike. No omitió ningún detalle, ni William la detuvo. Estaba tan inmerso en la historia, que apenas se había movido del sitio durante las dos horas que Buffy estuvo hablando.

 

“Después de aquello, cogimos el autobús y nos fuimos a la ciudad más cercana buscando ayuda para los heridos. Nos inscribimos en un hotel para pasar unos días. Yo también estaba herida, pero lo único que quería era dormir, no pensar. Cuando me desperté a la mañana siguiente… estaba en el hospital psiquiátrico de Los Ángeles. Decían que había provocado un incendio intencionado en el gimnasio porque estaba loca… nadie me creyó y deben tener razón, porque aquí estoy, dos años después. No tengo ningún poder, mi madre está viva, gracias a Dios, pero no existen los vampiros, ni la boca del infierno… ni siquiera Sunnydale”

 

“Buffy, no sé qué decirte. Es obvio que hay muchas coincidencias de esa realidad que describes tan bien,  y el mundo que conocemos. Dices que el chico ese, Spike era inglés, yo soy inglés. La chica de la cafetería… tu psiquiatra… son muchas coincidencias, incluso Clem. Y si…”

 

“¿Qué?” preguntó Buffy ansiosa.

 

 “¿Y si lo que no es real es lo de ahora? Piénsalo Buffy. Completaste tu misión, acabaste con ese tal Primer mal. Me has dicho que lo que más querías era una vida normal ¿Y si te la han dado como regalo? ¿y si han vuelto atrás en el tiempo, o te han enviado a otra realidad ahora donde estamos todos los que conociste durante ese tiempo? Puede que nos hayan dado una segunda oportunidad a todos los que nos lo merecíamos”

 

“No sé…estoy tan confusa…”

 

“Yo no me acuerdo de nada, ni los demás tampoco, por lo que parece. Quizás contigo tuvieron algún error y por eso te acuerdas”

 

“Quizás tengas razón, pero ¿Qué hago ahora?” William se levantó del sillón y se sentó a su lado, tomándola de las manos.

 

“Seguir viviendo, pet”

 

“Pero… es que hay un problema… Uno bien gordo” dijo Buffy bajando la mirada.

 

“Creo que si te comportas con naturalidad de aquí en adelante, no tendrás que volver a ese psiquiátrico. No hables de vampiros, ni monstruos. Aprovecha la oportunidad que te han brindado. Yo voy a hacerlo”

 

“Me refería a otra cosa”

 

“¿A qué?”

 

“Pues… que Buffy… o sea, la otra Buffy estaba enamorada de Spike… y yo soy ella y tú eres él… pero tú no sientes lo que sentía Spike por mí…así que va a ser un poco complicado para mí no…” Buffy se detuvo en medio de la frase. William sonrió de medio lado, acercando su cara a la de ella.

 

“No puedo decir que estoy enamorado de ti… pero estoy en camino” William la besó suavemente en los labios y ella gimió, acercándose más. Ambos terminaron tumbados en el sofá, besándose y acariciándose como si el tiempo no hubiera pasado y estuvieran en la cripta de Spike. Buffy se quejó cuando él se apartó, unos minutos después con la respiración acelerada, y jadeando. Ella estaba igual y lo miraba sin comprender “Buffy, si no paro ahora, tendré que hacer uso de la promesa de matrimonio que me hiciste en casa de ese Giles y casarme contigo” dijo entre sonrisas.

 

“William, no quiero que pares. He esperado este momentos desde que…”

 

“Es nuestra segunda oportunidad, Buffy. Vamos a empezar bien” William se levantó del sofá y le tendió una mano para ayudarla a levantarse “Ahora te voy a acompañar a casa, y a partir de mañana nos vamos a ver a diario. Vamos a salir al cine, de compras, a tomar café… vamos a conocernos. Nada de sexo por ahora”

 

“¿Ni siquiera algún besito y un poco de toqueteo?” preguntó Buffy arrugando el ceño. William soltó una carcajada “¿Qué?”

 

“Eso debería haberlo dicho yo, cariño”  William la ayudó a ponerse el abrigo, se puso su cazadora y ambos salieron del apartamento.

 

“¿Entonces?”

 

“Vale, habrá besos y un poco de toqueteo…pero poco. No puedo prometerte que me pueda controlar si profundizamos en esto del toqueteo y los besos”

 

“Bueno, vale”

 

“Estupendo” dijo William pasándole un brazo por los hombros. Ella se cogió por la cintura “Y puedes llamarme Spike si quieres”

 

“Me gusta William”

 

“Y a mí me gustas tú, Buffy, cazadora de vampiros”

 

FIN.