San Valentín

 

 

Es San Valentín y Buffy está pasando la que tenía que ser una romántica noche, cazando vampiros. Pero al final recibirá una sorpresa que no esperaba de su... no novio.

 

            Buffy iba pateando todo lo que se encontraba por el camino: piedras, latas vacías, demonios… Estaba cabreada, sí. Y la culpa la tenía él, el maldito vampiro con el pelo decolorado de esa forma tan escandalosa. Si ahora lo tuviera a tiro… haría algo más que patearle el trasero. Maldito idiota… Era el tercer cementerio que visitaba esa noche en Sunnydale, y había evitado a toda costa ir al de Spike. ¿Para qué? El muy estúpido no estaba allí, se lo dejó muy claro. Esa noche iba a una timba de gatitos y pasaba de ella.

            Rumió por lo bajo un montón de insultos dirigidos al rubio que hubiera hecho palidecer al mismo Satanás. Pero es que era justo estar enfadada, ¿no? Era la primera noche que no… patrullaban juntos desde que echaron la casa aquella en ruinas abajo. Y Buffy se había acostumbrado a… patrullar todos los días con Spike. Lo necesitaba tanto como él necesitaba la sangre y más un día tan especial como hoy. 14 de Febrero, San Valentín.

            Vale que no tenían una relación seria. Bueno, no tenían ninguna clase de relación, solo follaban como condenados. A todas horas, en todos sitios, pero Buffy quería su noche de San Valentín. Y el muy idiota de Spike prefería irse a jugar cartas con sus amigotes en vez de estar con ella. Pues que bien, ¡que le dieran! Ella mataría unas cuantas docenas más de demonios y vampiros y se iría a su casa a dormir. Sola. Y tendría sueños húmedos con ese estúpido vampiro rubio. Gimió sin poderlo remediar. Lo iba a estacar. En cuanto le echara la vista encima…

            Y se la echó. Spike estaba apoyado en una tumba, fumándose un cigarrillo, y por la expresión burlona de su cara, Buffy dedujo que había estado pensando en alto. ¡Maldito fuera! Buffy empuñó con fuerza la estaca y Spike levantó las manos en señal de rendición, adivinando sus intenciones.

            “Buenas noches, pet ¿Qué tal la caza?”

            “Bien, en cuanto mate a un vampiro indeseable más, me vuelvo a casa ¿Te ofreces voluntario?”

            “No es esa la idea que tenía de cómo terminar la noche, luv. Y menos después de haber hecho saltar la banca…”

            “¿Hay banca de gatitos?” Spike se retiró de la tumba y tiró la colilla al suelo, pisándola. Después levantó la mirada hacia ella.

            “Los gatitos se pueden canjear por dólares, cariño, y yo prefiero al Sr. Franklin, así que he conseguido un par de miles de machacantes”

            “¿Has ganado dos mil dólares?” preguntó Buffy abriendo mucho los ojos.

            “En billetes de cien. ¿Quieres verlos?” Spike se sacó un fajo de billetes del bolsillo interior de su duster y se lo lanzó a la cazadora, que lo atrapó al vuelo. “Son de curso legal, te lo aseguro”

            “¿Es que eres experto en numismática?”

            “No, pero el papel moneda tiene un olor característico” Buffy se llevó el dinero a la nariz y se encogió de hombros “El olfato de vampiro es exquisito, nena. Puedo oler a un vigilante a más de cincuenta kilómetros y al tuyo todavía más lejos –se baña poco” esto último lo dijo apretando la nariz con los dedos. Buffy sonrió. “En fin, he pensado que tal vez te gustaría ir a cenar por ahí… ¡no porque sea San Valentín!” añadió al ver que Buffy arrugaba la frente “Es para celebrar mi buena suerte, ¿Qué dices?”

            “¿Ir a cenar? ¿Contigo? ¿Ahora?”

            “Esto parece el concurso de las mil preguntas” murmuró Spike soltando un sonoro taco entre dientes, empezando a impacientarse. ¿Es que la cazadora no entendía el inglés inglés? “Bloody hell, Si. Cenar. Si. Conmigo y sí ahora. ¿Alguna otra pregunta estúpida que quieras hacerme?”

            “¿Qué vamos a comer?”

            “Vale, te has superado a ti misma, aunque lo entiendo. No es bloody culpa tuya. Eso de estar todo el día rodeada de gilipollas tiene que afectar tarde o temprano, hasta a mí me está afectando…” Buffy apretó los labios y Spike supo que esa no era la mejor manera de contentarla. Suspiró innecesariamente y se colocó las manos en las caderas, ladeando la cabeza para estudiarla.

            “Me refería a que no me volverás a llevar al tugurio apestoso ese donde me emborrachaste”

            “¿Qué yo te emborraché? Esta si que es buena” Spike se acercó a Buffy y la señaló con el dedo, dándole golpecitos con el dedo en la frente “Nena, gorroneaste mi whisky y después te soplaste tú solita una botella enterita mientras yo les sacaba información a esos demonios malignos”

             “Jugabas a las cartas con ellos y aparta ese dedo antes de que te lo arranque de un mordisco… cariño”

            “Joder. En fin, ya te lo expliqué. En mi mundo…”

            “Spike, estoy cansada. Me voy a casa” Buffy se dio la vuelta para marcharse, pero el vampiro se interpuso en su camino, abrazándola por la cintura. “¿Qué demonios haces?”

            “Lo que he querido hacer todo el bloody día” Spike bajó la cabeza y la besó hasta que ella se apoyó en él, enroscando los brazos en su cuello “Dios, que bien sabes”

            “Chuletón”

            “¿Sabes a chuletón? Yo diría que a fresas, fresas salvajes” Spike la miró sonriendo y Buffy apartó los suyos. No estaba acostumbrada a este tipo de conversación con el vampiro. Últimamente no hablaban, hacían otras cosas.

            “Quiero ir a un sitio donde pongan chuletón –de ternera- concretó por si acaso, conociendo el gusto del vampiro por los búfalos “Ensalada y un gran trozo de tarta de chocolate”

            “Conozco un sitio, no queda muy lejos”

            Buffy se apartó de él y lo miró a los ojos. Dios, era tan… de todo. Y ahora era suyo. Spike le sonrió y comenzó a caminar, oyendo los pasos de Buffy a su lado. Ella nunca le permitiría llevarla de la mano, como hacían las parejas normales, pero al menos había aceptado ir con él. Quizás también aceptaría el regalo que tenía en el bolsillo, aunque se lo daría al terminar la noche. No era nada especial, solo unos pendientes en forma de aro de los que a ella le gustaban. Algo que podría aceptar sin llamar la atención de sus amigos.

            Caminaron en silencio uno al lado del otro, apenas sin mirarse. Spike sabía que ella se estaba haciendo miles de preguntas, y no tenía como contestárselas. Cuando llegaron al restaurante, vio como Buffy suspiraba aliviada. No, no era un antro. Tampoco era un restaurante de lujo, ni extranjero, pero se veía acogedor.

            Spike se detuvo ante la puerta e hizo que Buffy también se parara. La tomó de ambas manos y le dio un beso en la frente al tiempo que le decía:

            “Feliz San Valentín, luv”

 

FIN